Escucharte || Haikyuu!! [Kei...

By UstedSeraArte

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❝-Si es sólo un club, ¿Por qué me pediste ayuda? -Fue una excusa para verte cada segundo❞ ⚠: Ningún personaje... More

Prólogo
I-Comunicación.
II-Estudiar.
III-Persuadir.
IV- Enojo y nervios.
V-El poste.
VI- Limón.
VII- Primer día.
VIII- El club.
IX- Jugar.
X- Malentendidos.
XI- Escucharte.
XII-Espejos.
XIII- Gustar.
XV- Esos cuatro.
XVI- Segundo intento.
XVII- El día y el siguiente.
XVIII- Los tres días.
IXX- Dos y uno.
XX- La tercer semana.
XXI- Quedarse quieta y no hacer nada.
XXII- Fuera de casa

XVI- Otoño y pastel.

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By UstedSeraArte


—Dime, ¿De dónde es?, y ¿Por qué la mayoría del equipo lo tiene?

Se la pasó la mayoría de minutos luego del entrenamiento indagando a Yachi sobre el cuaderno que la había visto sacar para hablar con ella lenguaje de señas.

Al parecer, su mirada intimidante funcionaba en gente como Hinata, Bokuto y Yachi, la cual estaba nerviosa ante la pregunta repentina que le hizo. En cambio, en gente como Kageyama, quien ahora estaba en medio de ambas cambiando de tema, no hacía ningún cambio.

—¿El viernes que viene es tu cumpleaños?

—No.—recalculó un poco la pregunta— Espera, ¿Cómo sabes?

—El entrenador Ukai nos lo dijo cuando fuiste a buscar a Takeda.

Oh, claro. Keishin aprovechando la situación.

Soltó un suspiro y se dio media vuelta despidiéndose de los chicos, pensando en que Tsukishima y Yamaguchi la dejarían allí por haberse tardado tanto. Lo pensó mejor y caminó más tranquila saliendo de los vestuarios femeninos, creyendo que Yamaguchi no sería capaz de dejarla allí, en la tarde oscura de otoño congelándose en las calles solitarias de Miyagi.

Tsukishima sí.

Paró en seco mirando a todas partes al llegar a la salida.

Al parecer ambos eran capaces.

Estaba por entrar en pánico, ya que oscurecía más tarde por ser otoño, su hermano ya se había ido antes, como siempre. Había tardado de más porque la ducha estaba demasiado fría, entonces no había nadie del club.

Se sobresaltó al sentir el tacto de alguien en su hombro, al darse la vuelta, se encontró con el vice-capitan.

«Lo siento» formuló rápido «No fue mi intención asustarte. Hoy te acompañaré a casa» le informó con una sonrisa.

Le devolvió la sonrisa y comenzó a caminar junto al chico. No pregunto el por qué del cambio de acompañante, simplemente disfrutó el camino con Sugawara.

El chico hacia sentir el ambiente más cálido, como si le interesara saber más sobre el tema que le contaba. La forma en la que él se expresaba sobre alguna actividad o cosa nueva que hizo era delicada y amable, sintiendo querer verlo siempre. La risa que este daba, se congelaba por la temperatura, convirtiéndola en un vapor que salía de su boca, haciéndolo ver lindo.

¿Por qué no le podía gustar un chico como Suga?

¿Por qué le tenía que gustar Tsukki?

Gruñó en lo que creía voz baja, alertando al peliblanco que solo le preguntó por como iban las cosas.

—¿Ocurre algo?—preguntó preocupado.

—Sí.—le respondió simplemente—Me gusta alguien.

Si no estuviese mirándolo, no sabría de la reacción del chico. Este estaba sonriendo mientras decía algo que no logró comprender. Lo miró extraña caminando un poco más lento. Él lo notó y se giró hacia ella.

—Le pedí a Tsukishima y Yamaguchi que no te acompañen hoy porque yo quería hablar contigo—le explicó—. Ya sabía que te ocurría algo. Es...

Sugawara señaló a la luna que parecía brillar a pesar de que recién estaba apoderándose del cielo azul. Comprendiendolo al instante, se ocultó un poco bajo su bufanda por el rubor en sus mejillas, viendo como su sempai celebraba.

De repente, este deja de hacerlo para volver a hablarle—¿Ya se lo dijiste?

—¿Cómo le voy a decir a un Poste que no demuestra sentimientos, a nadie que no sea Yamaguchi, que me gusta?

—Algo debió de demostrarte para que te guste.—la respuesta de Suga hizo acelerar su corazón —¡Ves!

Al parecer Sugawara Koushi podía leer a las personas fácilmente.

O estaba siendo muy obvia.

Suspiró sacando vapor por sus labios—No sé cómo decírselo. Nunca me había confesado a alguien antes.

Recordaba que en primaria dos niños se habían confesado ante ella; el primero le dijo que le gustaba el color de su cabello -el cuál era castaño oscuro de pequeña-, porque era el mismo color que el del lodo en el cuál los cerdos se revolcaban. Con una mueca de confusión, le tiró una pieza de los legos a su compañero, causando que citaran a sus padres. Había sido que el niño venía del campo, lo que alguna forma era un cumplido para él, una razón totalmente válida para su directora castigarla.

El segundo fue algo más parecido a un pedido de matrimonio, ya que el niño se arrodilló frente a toda la escuela mientras le daba uno de esos anillos que a la vez era una paleta de fresa. Hoshi salió corriendo por entrar en pánico al ser el centro de atención, sin embargo, se quedó con el anillo.

En la secundaria se centró más en voley, sin dar demasiadas vueltas a los chicos a su alrededor, aunque tenía algún que otro crush en otras clases. Y en preparatoria, luego del accidente, casi ningún chico se le acercaba, quizás porque no sabían cómo hacerlo o creían que sería una perdida de tiempo, le gustaba pensar que era lo primero. Y ahora en su nueva escuela, solo era una chica más, se llevaba bien con ellos, pero solo hasta ahí.

Sugawara la abrazó por los hombros—Para eso estoy aquí. Iremos poco a poco.

Le dió una sonrisa, emocionada por lo que vendría.

(...)

Claramente no se esperaba esto.

Había pasado la noche entera haciendo un pastel de fresa, que según Suga, era el preferido de Tsukishima. Se le había quemado una vez, llamando la atención del Ukai mayor, quien la ayudo a hacerlo por segunda vez. Pero para eso, ya eran pasadas las dos de la madrugada. Al día siguiente, con ojeras y un humor algo arruinado, casi duerme en las primeras clases, si no fuese por Nishinoya, quien estiraba de su cabello de a ratos.

Ya en la hora del almuerzo, corrió hasta la clase que era de Tsukki, viendo el panorama. A unos pasos vió a Hinata y lo llamó sigilosamente con la mano, atrayendo a una mandarina confundida.

Le entregó la pequeña caja donde se encontraba el pastel—¿Puedes llevarlo al banco de Tsukishima?—trató se susurrar.

Hinata inclinó la cabeza mirando el contenido, y luego a ella de vuelta—¿Por qué querrías darle un pastel a Tsukishima?

Fulminó al pelinaranja—No cuestiones a tu sempai, Shoyo.

Podría jurar que el chico tembló en ese momento, entrando al salón. Vió como preguntó a un par de chicos dónde era el banco, indicando la parte trasera. Volvió a respirar al verlo volver con las manos vacías. Estiró su mano para revolverle el cabello.

—Bien, Shoyo. Ahora, ¿Me haces un favor?—cuestionó con una sonrisa inocente, el más pequeño, como si fuese un cachorro, asintió con brillos en los ojos— No le digas a nadie que lo hice yo.

—¡Está bien, Hoshi-sempai!

Se dió media vuelta tratando de llegar a dónde estaban sus amigos, encontrándose con ellos en el patio. Se acercó caminando lentamente, sentándose en el césped. Miró a Suga y este alzó el dedo pulgar, gesto que le devolvió.

Ahora, solo hay que esperar.

(...)

Era el final del entrenamiento, dando también fin a su ajetreado día. Yamaguchi había faltado, por esa razón no lo encontró esa mañana en el salón de los de primero, y también por ende le tocaba un largo camino sola con Tsukishima.

Su corazón estaba latiendo muy fuerte, y más al verlo sin los auriculares, los cuales descansaban sobre su bufanda, cosa que solo hacía cuando esperaba hablar con ella.

—¿Qué tal tú día?—para su suerte, comenzó él la conversación.

Aclaró su garganta antes de hablar—Fue... normal.

Una mirada burlona la atacó—Sí, esas ojeras están de adorno.

—Oh, no me había dado cuenta. ¡Gracias por la observación!—le devolvió sarcástica, viendo cómo este sonreía. Cambió su tono a uno más suave—¿Y el tuyo?

Parecía como si Tsukki lo pensara, repasando desde la mañana hasta ese momento.—Creo que fue normal, dentro de todo.—trató de ocultar su confusión ocultándose debajo de su bufanda, sin embargo, una mirada intrigante por parte del rubio despertó su curiosidad—Pero hubo algo raro. Alguien dejó un pastel de fresa sobre mi escritorio.

—Vaya, que raro.—trató de sonar convincente.—¿Y qué tal?, ¿Estaba rico?

—¿Rico?—parecía que lo preguntaba en serio—Ni siquiera lo probé, ¿Qué tal si estaba envenenado?

El supuesto largo camino ya había terminado, dejándola petrificada enfrente de su casa. Mirando al rubio que se dió la vuelta para despedirla con la mano.

Cuando se marchó, pasó sus dedos por la cien tratando de que no le diese una migraña. Debía de ser una broma.

Intento uno, fallido.









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