Desde que llegó al café, Taehyung había aprendido demasiado en poco tiempo, en todas esas 6 horas que estuvo ahí le había pasado de todo, se le derramó el café varias veces, se le rompieron dos tazas y sus amigos solo se reían de él, claro que a él también le daba risa pero estaba viéndose al final del día siendo despedido y él no quería eso.
Ahora, se encontraba con su barriga vacía después de tanto trabajo, ir de aquí para allá con café, ya lo había hartado, tenía hambre e iba a cumplir con lo que su estómago le pedía a gritos.
—Jungkook... —Lo miró—, ¿no te apetece ir a comer? No hemos comido en todo el día —El contrario pensó su petición, aún cuando no eran horas para cerrar.
—Haz algo para convencerme —Se volteó para seguir lavando aquellas tazas que no había roto Taehyung. En su mente su respuesta ya era un sí, por alguna extraña razón quería compartir un rato con aquel chico castaño y sus amigos, había conocido a Jimin y conforme fueron llegando los demás conversaron un poco, quizá un cruce de dos palabras, pero era algo.
—Puedo darte una razón.
—Te escucho —Dijo el contrario lavando su taza y aquellos trastes que quedaban.
—Mira, sólo quedan dos personas, no hay señales en que vengan más y tanto tú como yo nos estamos muriendo de hambre —Su estómago hizo aparición con emitiendo un ruido reclamando la falta de alimento—. Hasta mi estómago esta de acuerdo conmigo, Jungkook —Se acercó a la espalda del mayor y colocó sus manos en sus hombros. Jungkook se tensó.
—Wow, estás muy tenso, ¿quieres un masaje? Lo hago increíble —Comenzó con movimientos en sus hombros hasta subir hasta su cuello, de su boca salían quejidos por el poco dolor que tenían sus músculos.
Jungkook dejó de lavar lo que quedaba y se dispuso a revisar unos últimos detalles del café para antes de dar su respuesta afirmativa. Las últimas dos personas que quedaban ya se habían ido, recibir 5 miradas asesinas desde otra mesa puede intimidar a cualquiera.
Tae seguía masajeando sus hombros, por alguna extraña razón disfrutaba del toque del menor, se sentía relajado.
«¿Qué hago para que acepte?» Se preguntó el menor.
Una maravillosa idea cruzó por su mente, quizá tendría consecuencias, quizá no, uno nunca lo sabe. Dejó de mover sus manos y colocó sus brazos en la cintura del mayor, Jungkook se quedó relativamente quieto.
—Taehyung pero ¿qué hac...? —El contrario no escuchó y besó su mejilla.
—Jefe, ¿puede cerrar ya? Van a dar las 7 y nadie ha comido —Con un puchero en sus labios pidió aquello. Mentiría si no dijera que eso lo había avergonzado, es dar un paso a sea lo que sea que ellos dos tuvieran como compañeros de trabajo y amigos. Sólo un día, solo había pasado un día de conocerse y Taehyung no se creía capaz de haber hecho eso pero se sintió bien el hacerlo, era extraño aunque se sentía en confianza para hacer aquella muecas.