The Worst of All [Petweek]

By ArchieHeksen

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Luego de una crisis existencial llegada la preparatoria, Tweek Tweak se une a los góticos como forma de prote... More

The Worst of All

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By ArchieHeksen

"When I first met you,

You were nothing more than another face. But six months later, and you're the only face I could ever find, In a crowded place"

...

Tweek podría decir que no reconocía a la persona que estaba reflejando en aquel momento el espejo. A pesar de que en el último año se había sumido en aquella costumbre de no usar más que negro y derivados del mismo tono en su sencilla vestimenta diaria, y que el imperfecto delineado con lápiz negro estuviera resaltando siempre sus brillantes ojos verdes.

Esta era la primera ocasión en la que no se sentía como si fuera sólo un adolescente influenciable con deseos de llamar la atención. Y demostraba ser un verdadero seguidor de la ideología gótica. O por lo menos, aquello era lo que le hacía aparentar su nuevo look, ahora que se dedicaba a apreciar los detalles de este; consistiendo en unos jeans ajustados negros sostenidos por un cinturón grueso tachonado, una camiseta verde pino con una chaqueta negra de cuero tirada sobre ella Y unas botas Chukka del mismo material para el invierno.

Todo esto logrado tras una larga tarde de arduo trabajo por parte de Henrietta. Y claro, en menor cantidad, de Craig, quien no había dudado ni un segundo en ofrecer su ayuda a su más querido amigo en cuanto captó las razones que rondaban tras todo aquel embrollo.

Porque ya era todo un hecho para el peruano y el resto de sus partidarios. Eso que había comenzado como una típica crisis existencial juvenil, en la que su amigo había determinado que estaba exhausto de desconocerse, por intentar encajar en la compleja sociedad estudiantil que se mantenía en la escuela. Su forma de liberación había culminado con el rubio generando sentimientos hacia quien menos lo había esperado: El chico gótico del mechón rojizo, con el que en un principio no había simpatizado mucho; pero con quien paulatinamente había logrado establecer un vínculo de confianza, tras demostrarle a este que no sólo era un ser indefenso en busca de quien le brindara protección, como la mayoría de la escuela pensaba.

Tweek con todo orgullo, podía regocijarse de haber llegado a conocer aquel lado del cual se avergonzaba el reservado godo; Ese que se salía del contexto gracias a una canción, una lectura, un gusto significativo, o algún comentario profundo que se escapaba cuando por desgracia, pensaba en voz alta. Pero para suerte de Pete, tales situaciones terminaban por convertirse en un pequeño secreto de ambos.

Pese a que Tweek lograba apreciar la personalidad de este, para sus otros amigos, ningún integrante de aquel grupo les resultaba de su agrado para el bienestar de su nervioso y sobreprotegido amigo. De todas formas Jimmy, Token y sobretodo Craig, le habían manifestado su apoyo en cuanto lo supieron por boca suya hacia algunos meses atrás. Clyde también, claro, pero de la misma manera a regañadientes con la que se había tomado la noticia de que el cafeinómano se uniría a los góticos a inicios de la preparatoria.

Por otro lado, Henrietta era la única de los otros chicos que sabía de los sentimientos del hijo único de los Tweak. Tras enterarse hace unos días atrás cuando le acompañaba a volver a casa, ella había estado más que emocionada por ayudarle. Lastimosamente, la paciencia de la joven era limitada con quienes no tenía la suficiente confianza, y Tucker como si lo adivinara, había estado curioseando todo aquello que se encontraba en la sombría habitación desde que habían llegado hacía unas horas atrás, después de una larga jornada de compras.

Henrietta ingresó de nuevo al cuarto tras ir a hurgar al de su madre por el maquillaje que le hacía falta. Cerrando la puerta tras de sí, su mirada no reflejaba más que disgusto al encontrarse con Craig tomando entre sus manos su delicada bola de cristal, la cual le arrebató con desdén para regresarla a su sitio con cuidado.

—¿Podrías dejar tus sucias manos de conformista fuera de mis cosas por un momento? —Bufó mientras retomaba su labor de dar los últimos detalles al maquillaje de Tweek.

Su ceño se fruncía con molestia, y murmuraba por lo bajo lo estresante que era Fucker, sin notar los quejidos de molestia que se escapaban de los labios del chico delante suyo.

—Henrietta... —murmuró el menor.

El agarre a su mentón le incomodaba; más aún cuando las uñas postizas de la gótica llegaban a clavarse por accidente sobre esta zona, mientras ella empezaba a difuminar bruscamente la sombra sobre su párpado superior.

—Me estás...

—Tweek, no es que me queje. —Craig interrumpió—. Pero, ¿Que no había una opción más decente a la cual pedirle ayuda? Tomando en cuenta que aquí solo hay una niña quejosa y malcriada. —Espetó, como si cada palabra fuese un golpe intencional a la única chica en la pieza.

—La verdad... —titubeó el blondo.

—Pues no había mejor persona que yo para este tipo de asuntos. ¿No soy yo aquí la que sabe del tema? ¿Acaso no soy yo la que conoce a Pete desde hace mucho y reconoce qué le gusta?

—La verdad no estoy muy seguro de que est-

—Bueno. ¿Y qué es lo que te hace mejor que los otros dos? Cualquiera que opinara diría que ellos están en las mismas condiciones. ¿No? —Se impuso el azabache.

La voz de Tweek era fácilmente opacada por la disputa, a pesar de que toda esa situación era a causa suya.

Aunque en su interior anhelaba que los sucesos de aquella noche se desarrollaran como lo planeado, no le parecía que el plan de Henrietta y Craig fuese el mejor de todos a seguir. ¿No resultaba algo irónico y vacío ante todo lo que había estado buscando durante aquellos años?

Había estado toda la tarde eligiendo el mejor vestuario, leyendo y escuchando atentamente los explícitos resúmenes de la cultura gótica y todo lo que aquello abarcaba, según Henrietta. Porque ella decía que de esa manera las cosas funcionarían, ya que de todas formas tenía a favor años de relación con Pete, y este abiertamente declaraba su molestia a todos aquellos chicos que denominaba conformistas. Tweek sólo se dejaba guiar por los nervios que le nublaban la mente, impidiéndole hablar o actuar con la mayor coherencia posible aunque lo intentase.

Aún recordaba el rostro confundido de Pete cuando había inventado una excusa muy poco convincente para evadirle durante la hora de estudio, pero para el pobre cafeinómano eso había sido inevitable. Al fin y al cabo, en los últimos meses temía terminar siendo demasiado obvio, y asimismo, temía cómo pudiese reaccionar Pete. Como si no fuese más que una chica puberta de secundaria a la cual le avergonzara gustar de alguien que probablemente estaba fuera de su alcance.

—Ni siquiera tienes la capacidad de responderme porque sabes que no tienes la razón. —Se regodeó Craig.

— ¡Cállate, Starbucks! —La voz chillona de la joven regordeta provocó que el de cabellos alborotados regresara de sus pensamientos—. ¿Quieres una prueba de que soy mejor que ellos? ¡Pues estoy segura de que ellos nunca habrían logrado esto! –Las manos de Henrietta se posicionaron bruscamente sobre el rostro del rubio, obligándole a girar hacia el espejo.

Y Tweek no podía estar más sorprendido por el resultado; era evidente como la sutil sombra gris difuminada en su párpado superior hacía resaltar sus ojos sumándole la ayuda del delineador negro, el cual estaba aplicado cuidadosamente en el contorno. Y asimismo, el maquillaje se esforzaba en acentuar las partes de su rostro que más le beneficiaban: como las pequeñas pecas que se distribuían delicadamente sobre su nariz y mejillas.

Hubo un minuto de silencio, en el que el joven cafeinomano se dedicó a admirar el trabajo hecho sobre sí mismo. ¿Cómo era posible que su cabello pudiera acomodarse en ángulos que él completamente desconocía? Además la ropa que está le había escogido se acentuaba perfectamente a su cuerpo. Y lo bien que lucía de aquella forma le pasmaba. Su corazón no dejaba de agitarse imaginando la reacción que el otro podría tener cuando lo viese de aquella manera.

–¿Eso es todo lo que puedes hacer? —Volvió a sonar la voz monótona del amante de los cuyos–. Mi novia pudo haberlo hecho incluso mejor.

–¿¡Podrías dejar de ser tan chocante, Craig Tucker?! Entonces la próxima vez ve y pídele a la zorra de tu novia, si es tan buena, a que les ayud-

– ¡Agh! ¡Basta ya dejen de pelear por cosas insignificantes como si fuesen niños pequeños, Maldita sea! ¡¿No ven que no ayudan?! – El rubio exclamó entre gritos por primera vez en la noche, dejando a los otros dos chicos desconcertados. Mientras se dejaba caer sobre la cama abrazando a una de las almohadas cercanas a él en aquel momento– ¡No estoy completamente seguro de lo que haré esta noche, y si funcionara o terminará siendo un completo fiasco! ¡Solo puedo imaginarme siendo brutalmente rechazado por el mientras se burla en mi cara, y sé que es completamente ilógico pero aún así los nervios me sofocan! –Volvió a respirar profundo tratando de calmarse, en su cuerpo ya se hacía evidente el que estaba temblando – ¡Necesito un café, una tarde entera sin el me esta afectando!

– Tranquilízate Tweek, todo va a salir bien – El tono de voz de Craig se tornó a uno más calmado, intentando relajar al paranoico – Es imposible que ese tipo te rechace, y si lo hace, no creo que sea capaz de reírse en tu cara o algo por el estilo.

– ¿En serio crees eso? – El menor dejo asomar su rostro de debajo de la almohada.

Tucker se encogió de hombros – No se, Tu eres el que lo conoce ¿Acaso es ese tipo de persona?

El hijo único de los Tweak se incorporó nuevamente en el lecho, negando ligeramente con su cabeza.

Pete a primera impresión, aparentaba ser un chico bastante difícil. Y actualmente lo era, Con quienes estaban fuera de su círculo social más cercano. Pero el gótico realmente era incapaz de lastimar a las personas que lograban obtener su confianza y lealtad más sincera. Si en verdad Pete le consideraba su amigo, y no lo dudaba -No demasiado-;iba a tener el tacto suficiente como para no herirlo.

Tweek se dio el trabajo de recordarse a sí mismo, que no debía ahogarse en un vaso de agua. Y tan solo esperar a que la suerte jugase a su favor ese día.

– Además, estás que ardes Tweek! – Henrietta ahora hablaba con picardía – Y si acaso Pete no quiere echarte un polvo al verte vestido así, de todas formas estoy segura de que podremos conseguir a alguien que sí quiera – Esto fue dicho en compañía de un guiño. Craig chasqueo la lengua con disgusto.

Sin embargo, El blondo ya no estaba prestando atención a lo que los otros dos comentaban.

La única forma de llevar esto a cabo era imaginando que había una audiencia al otro lado de la habitación, todos a la expectativa del personaje principal de la historia. Mientras la verdadera personalidad del actor se desvanecía hasta llegar a desconocerse a sí mismo en el escenario. Ya no era más el nervioso e inseguro Tweek el que estaba delante del espejo, era alguien más; alguien quien sabía lo que quería y estaba dispuesto a conseguirlo.

– Entonces Tweek ¿Estás listo? – Cuestionó el peruano.

El nombrado se volvió ante el llamado, y con una ligera sonrisa confidente, replicó: –Solo una última duda, ¿Cual era la diferencia entre el estilo Edwardiano y el Victoriano?

...

El sonido provocado al cerrar la puerta de la camioneta de la madre de Henrietta le tomó de imprevisto. Tuvo que hacer un esfuerzo para disimular su sobresalto bajo la mirada acusadora de la joven voluptuosa.

Acababan de arribar al sitio de la presentación de esa noche; un club ilegal con apariencia de mansión abandonada, ubicado en medio del trayecto entre Denver y South park, con otros pueblos en medio del camino.
Diversas personas de gustos alternativos -en su mayoría godos- solían reunirse allí cada fin de semana para disfrutar de las bandas independientes que realizaban covers de sus grupos favoritos, o que probaban suerte, atreviéndose a demostrar sus ideas originales ante las demás personas.

No era la primera vez que Tweek visitaba el lugar, bien sabía que apenas se cruzaba la puerta, ibas a encontrarte con una especie de "paraíso liberal" donde la mayoría estaba en alguna droga y muchos otros presionados contra las paredes dejándose llevar por la calentura; chicos besando chicas, chicas besando chicas y chicos besando chicos de un lado a otro aprovechando la diversidad de espacios oscuros. A nadie le molestaba realmente. Acceder allí era ser totalmente consciente de aceptar las consecuencias.

Pero hoy el estómago del cafeinómano no se revolvía inquieto por lo que se fuese a encontrar allí en el establecimiento; sino porque ahora el sonido de la música que lograba escaparse, le recordaba que el espectáculo estaba por comenzar prematuramente.

Henrietta le dio unas palmadas en la espalda intentando devolverle coraje, pero Tweek titubeó nuevamente.

–Relájate de una vez por todas, chico. ¿De qué tienes miedo? –Preguntó, encendiendo uno de sus cigarrillos–. Pensé que ya habías superado el tema después de lo de mi casa.

–Lo sé, es irónico. –Suspiró. ¿De qué tenía miedo? ¿De que probablemente este no era el preciso momento para decírselo? Realmente nunca iba a serlo, si se era sincero–. Ya sabes, temo a que no sienta lo mismo. A que no le gusten los chicos y que... –Ladeó sus labios en una expresión de disgusto, su voz bajaba de volumen a medida de que hablaba–. Cambie conmigo. No quiero eso.

La risa de la de cabellos azabache irrumpió como si fuese el mejor chiste que hubiese oído en la vida. El de ojos esmeralda elevó el rostro perplejo por su reacción, algo molesto de que le estuviese tomando el pelo mientras él sentía el asunto muy serio.

–¿A-acaso eres idiota? –Las carcajadas apenas le permitieron terminar la pregunta. La gótica se limpió una lágrima imaginaria y después volvió a regular su respiración para retomar a dirigirle la palabra–. Tweek, conozco a mis chicos. – Su voz se acentuó con mucho énfasis al pronunciar la palabra 'mis'–. Y créeme que Pete no va a rechazarte. Estoy más que segura de eso, así que deja de dudarlo tanto.

La distancia fue acortada entre ambos por un paso dado por la más alta. Henrietta posicionó su mano sobre la mejilla del menor y ahora hablaba con una sinceridad no muy vista en ella. Aquello se reflejaba en sus ojos, que le brindaban una mirada dulce hacia él en aquel momento. Como si fuese un extraño tipo de hermana mayor–. Y créeme cuando te digo que los chicos y yo estaríamos muy felices de que estuvieras con Pete. No lo decimos mucho, pero nos agradas, Tweek. Y preferiríamos que te escogiera a ti antes que a ese patético vampiro que tiene como opción.

–Espera, qué... ¿Pete también le va a los chicos?

La pregunta quedó suspendida en el aire, Henrietta ya se había encaminado al club dándole solo un guiño como respuesta y dejándole en medio del improvisado estacionamiento, intentando procesar la nueva información como si fuese lo más complicado de entender.

Cuando no lo era en lo absoluto.

¿Como no lo había notado antes? Ahora muchas cosas que recordaba cobraban sentido desde ese punto de vista.

Algunos meses atrás, cuando le había pedido al susodicho gótico que le ayudara a ensayar sus partes para la nueva obra teatral de la escuela, había surgido la pregunta por parte del mismo blondo. De si no le incomodaba interactuar con el chico raro con fama de homosexual en la escuela. Pete había reído a causa de esta, ladeando ligeramente su cabeza hacia atrás mientras lo hacía. Verlo reír era un privilegio que se repetía cada vez que el Cometa Halley pasaba cerca de la tierra.

"Eres uno de esos chicos que folla chicos".

Eso fue lo que dijo el godo. Sus ojos notándose de un intenso verde gracias a los rayos de sol que se colaban entre los vidrios del salón de arte a las diez de la mañana.

"Algunos chicos lo hacen".

Y se encogió de hombros, como si fuese lo más insignificante del mundo.

Se le había olvidado comentar que él también era uno de esos chicos.

Tweek sonrió para sí mismo.

...

– Por fin se dignaron a llegar. ¿Les importó más verse bien que llegar puntuales a la presentación? – Michael bufo cuando se percató de ambos jóvenes -y el evidente cambio de look del blondo- llegar hasta su ubicación en la parte trasera del escenario. Su ceño estaba fruncido y le estaba brindando largas caladas a su cigarro, notoriamente aún exasperado por la anterior tardanza de la joven, mientras esperaba a que el set de la banda que se hallaba tocando en aquel momento culminará.

Los góticos solían de vez en cuando presentarse en él establecimiento con la única intención de ganar dinero rápido y fácil, Pero resultaba casi imposible negar el que la música que los chicos producían era buena. Tras haber pasado por un largo proceso de maduración, era evidente la mejora hasta en la voz de Michael. Pete gustaba describir el sonido de la banda como una mezcla de Rock lírico, Dark wave y algo de synthpop.

– Calma Michael, luego te consigo un vestido de tu talla a ver si eso compensa la espera – Sentenció Henrietta iniciando a instalar su sintetizador, sin darle más importancia a las recriminaciones del más alto.

– Jesucristo, luces como si puedieras aparecer en la portada de un álbum – Dijo Firkle, bajando de su taburete – ¿Desde cuando tienes esas botas, Tweek?

– Ehm... No lo sé – El nombrado se encogió de hombros algo avergonzado, asomándose disimuladamente para observar la aglomeración de personas en el lugar. La mayoría estaba al rededor del bar comprando bebidas, siendo casi un milagro que aún estuvieran sobrias para aquellas horas.

– Tarde. – La voz cortante de Michael volvió a hacerse presente.

– Lo sé, No hace falta que lo resaltes – Pete estaba apoyado en la pared tratando de recuperar el aire que le hacía falta después de apresurarse en llegar. Él estaba usando un cardigan de lana largo de color carbón, el cual le llegaba hasta algo más abajo de las caderas y hallándose bajo este; tenía una camiseta de algodón gris neutro junto a unos jeans ajustados negros, calzando botas del mismo tono – Tuve que llevar a mi padre hasta Denver para una junta de negocios – Comentó, entretanto se apresuraba en desempacar su bajo e intentaba encontrar un sitio donde acomodarse.

– ¿Firmará un nuevo contrato? – Tweek pregunto llamando la atención del recién llegado, a quien un brillo de sorpresa atravesó sus ojos al ver el gran cambio que había hecho el cafeinomano con su apariencia.

Pero inmediatamente su expresión fue remplazada -y bien disimulada- con incredulidad, respondiendo algo titubeante –Ehm, Si. La empresa está interesada ahora en trabajar en Alaska.

– ¿Alaska? – El gótico más pequeño silbo en exageramiento de la distancia a la que se encontraba el susodicho estado – ¡Eso es muy lejos! ¿Entonces va a llevarte consigo?

El adicto al café trago en seco. Más Pete inmediatamente negó con la cabeza, aún afinando su instrumento – Neh, dice que South Park apenas me tiene controlado como para llevarme a Juneau. Así que estoy estancado en en ese lugar, hasta que entre a la universidad – Se encogió de hombros restándole relevancia al tema.

Tras ello cada uno regreso a sus respectivos trabajos. Con el rubio ayudándoles de vez en cuando. Aún así sentía la mirada del teñido sobre si, haciéndole sentir que probablemente la idea de Henrietta y Craig no había sido una muy buena alternativa. Pero si aquella noche, aun con las medidas tomadas no era suficiente para el, eso significaba que nunca lo sería.

Al otro lado del sencillo telón sonaron los últimos acodes de una canción, y después les siguió la voz del cantante principal agradeciendo al público presente.

...

– Creo que no hay palabras suficientes para describir que tanto repudio los pogos – Pete dio un largo sorbo a su vaso de vodka mientras ambos observaban desde el punto más alejado la banda screamo que les había seguido a los góticos, y como la gente bailaba agrupada empujándose bruscamente los unos a los otros.

La presentación de los chicos se había desarrollado adecuadamente. Habían recibido varías felicitaciones e incluso lograron de alguna forma, que les pagaran un poco más de lo acordado como premio.

Ahora el gotico descansaba sentado sobre una mesa y con la cabeza reposando contra la pared contando con la compañía del paranoico a su lado. Las gotas de sudor se escurrían entre sus cabellos teñidos y se deslizaban por su cuerpo hasta perderse en medio de la camiseta.

– Lucen tan patéticos golpeándose los unos a los otros como si fueran bestias – Pete chasqueo la lengua – No entiendo cómo es que Michael y los otros sacan provecho de ello.

– Lo se, la última vez termine tan malherido que no se distinguía el color de mi piel por tantos moretones – Tweek respondió recordando como había quedado en medio de la multitud junto con el, antes de que siquiera les hubieran dado la oportunidad de escapar del sitio.

– No me lo recuerdes, la mayoría que estaba al rededor de nosotros tenían botas de plataforma. Milagro el que aún saliéramos con piernas – El otro río por el comentario, mientras que Pete apenas se molesto en mostrar una ligera sonrisa de labios juntos – Pero ya en serio ¿Vas a explicarme por fin por qué estás vestido así? – Se giró hacia el retomando su expresión indiferente de antes. Tweek sintió como todo su estómago se revolvía de los nervios al toparse con la profunda mirada del otro – La última vez me pareció entender que querías dejarnos ¿O me equivoco?

Por alguna razón, su tono de voz pareció escucharse dolido al pronunciar la palabra "dejarnos"

–U-uh, yo... – su voz tembló por un momento, pero el interrogado se las apaño para retornar a su tono neutral – Realmente dude por unos días, pero es imposible negar lo que soy. Soy yo contra un mundo opresor y doloroso, lleno de conformistas que se dejan llevar por el sistema. Allí yo no encajo, nadie me entiende. Estoy mejor refugiándome con ustedes...

– Ajá, un mundo desolado e intolerante – El contrario blanqueo los ojos dejando a un lado el vaso de cristal, ahora vació – ¿En serio crees que me voy a tragar eso? Tweek, he esperado escuchar esas palabras de muchas personas, pero a ti simplemente no te quedan.

– ¿Acaso la tristeza encaja con el alma de una persona? Solo los desgraciados, tuvimos que someternos a vivir bajo la presión en el pecho por que la vida nos escogió para ser esclavos de la melancolía. Creo que me he vuelto muy bueno aparentando estar bien...Pretendiendo que todo lo que dicen de mi esos normies no me lastima, y que la indiferencia de mis malditos padres no me hace bajar la mirada – El rubio dio un suspiro dramático – Perdí la esperanza hace mucho tiempo.

– Lo que dices esta completamente fuera de lo común en ti – La voz del chico gótico parecía desvanecerse por un momento entre las palabras. Y cuando lograban ser pronunciadas, lo hacían de manera abrupta. Tweek sabia bien la razón de ello: Sucedía cada vez que Pete se obligaba a ser sincero con asuntos que le involucraban sentimentalmente –Tu no eres así, te conozco Tweek. Un año y medio me bastó para hacerlo y se que aun involuntariamente, siempre estas esperando ver algo bueno en medio de tus paranoias.

– En este mundo no hay razón para cre-

– ¡Basta ya! – Pete tuvo que frenarse por un momento para darse cuenta que había elevado el tono de su voz innecesariamente. Intentando recuperar su compostura respirando profundamente – Podrías dejar de ser tan deprimente? Nunca antes te había escuchado hablar de ese modo – inesperadamente el rió.

Y el cafeinomano para ese momento no sabia que hacer, iniciando a sentir como por dentro le llenaba el temor. Se mordió el labio inferior con fuerza intentando mantenerse centrado en sus pensamientos.

– Normalmente soy yo el que es así, no puedo creerlo. –El teñido también repitió esa acción de aprisionar su labio inferior entre sus dientes – ¿Estas jugando conmigo, Tweek? Por que espero que te estés divirtiendo en esta ensayada parodia, más de lo que yo lo estoy haciendo.

El menor bajo la mirada, observando cómo se había vestido para el. Fijándose en las botas que se había estado midiendo en la tienda decidiendo si acaso el amaría verlo en ellas. Pero no había sido suficiente, apenas y había dicho algo ¿Estaba haciendo algo mal? ¿Acaso así no era un gótico, o debía impresionarlo aún más hablándole sobre la historia de cómo apareció la cultura? Sencillamente no lo sabía y aún siguiendo los consejos de Henrietta, el otro pensaba que solo se estaba burlando de el y su ideología. Sintió en sus adentros como su estómago se revolvía, y el nudo en la garganta iniciaba a formarse impidiéndole respirar debidamente.

– Voy a ir al bar por otro trago ¿Quieres algo? – Pete se levantó sin más. Y Tweek consideró en qué tal vez quería golpearlo por su total indiferencia, por qué no comprendía como era posible que aún insinuándole que le estaba ofendiendo; minimizará el tema y ahora simplemente lo esquivaba.

Pero muy por el contrario, al mirarlo, sabía que no era capaz. Por qué aún con el sentimiento de rabia inexplicable carcomiendo al paranoico; Pete seguía viéndose hermoso ante sus ojos.

Igual de espléndido a como cuando se colaba en su habitación ante el insomnio compartido de las tres de la mañana -Sus mejillas y labios de color carmín a causa del frío, junto con su cabello alborotado con copos de nieve adornándolo. Pero aún así, dándole un aire de frescura a su aspecto-; Para terminar ambos escuchando hasta el amanecer canciones que iban desde 'Bela Lugosi's Dead' de Bauhaus hasta 'Sweater Weather' de The Neighbourhood. Se veía igual de bien a cuando lo encontraba en el salón de arte, orgulloso de su trabajo aún cuando fuesen varias las manchas de pintura sobre sus manos. O cuando escuchaba con total atención sus incoherentes historias sobre gnomos y otros espantos; con sus ojos pardos siguiendo cada movimiento que Tweek hacía con genuina curiosidad. Y aún con todas las locuras del cafeinomano, el gótico nunca antes le había juzgado.

La mano de Tweek se cerró con fuerza sobre la muñeca del contrario para impedir que se fuera.

Pete arqueo una ceja sin comprender la intención de las acciones del blondo. Pero todo pareció cobrar sentido en su mente cuando se vio aprisionado contra la pared y el cuerpo del adicto al café, quien se esforzaba en esconder su nerviosismo a toda costa.

Tweek tragó en seco. Sus ojos se toparon con los ajenos percatándose de la mirada oscurecida del godo; La misma mirada que le brindaba cuando apenas se conocían, y Pete dudaba de la capacidad del rubio. Lo estaba retando y el menor no estaba dispuesto a ceder.

¿Sería capaz de besarlo?

Al demonio con esas dudas y con continuar aparentando. Al demonio con los consejos y con ser un anti-conformista. Lo único que sabía es que quería hacerlo y no iba a salir de ese lugar sin haberlo cumplido.

El paranoico respiro profundo tratando de convencerse a sí mismo que un beso no era la gran cosa y no iba a morirse por hacerlo. Pero allí fue cuando sus labios encontraron los contrarios.

Sus labios se encontraron y ya no era un maldito juego.

Pete trago en seco, mientras que el estómago de Tweek se revolvió ansioso. Haciendo el roce apenas leve, sorprendiéndose de lo suaves que eran los labios del gótico ante el contacto. Más sintió que su corazón esquivo un latido cuando se percató del teñido correspondiéndole.

Una corriente eléctrica de emoción recorrió toda su espina dorsal al captar la armonía de los movimientos de ambos. La cabeza del godo inclinándose ligeramente hacia un lado, la forma en la que sus cuerpos se presionaban ante la cercanía y la fascinante manera en la que se reflejaban el uno al otro. Sus labios se cernían, buscando algo, y después encajaban. Debían encajar por qué volvían a sentirse entre ellos.

El beso era frenético, necesitado. Pero la mente de Tweek estaba demasiado nublada en la sensación como para preguntarse desde cuando ambos habían sentido la necesidad de esto. Y ahora solo estaban ellos dos desfalleciendo ante sus deseos más banales. Quedando solo del mundo exterior el eco de como la banda screamo arruinaba una canción de Marilyn Manson.

Pete se separó intentando recuperar aire, oportunidad que fue aprovechada por el cafeinomano para hacer lo mismo; Ambos adornados de las mejillas con un ligero sonrojo a causa de la agitación del momento.

Los brazos de Pete estaban posicionados al rededor de la cintura del rubio mientras que este le abrazaba por el cuello. Y cuando por fin sintieron sus respiraciones calmarse, retomaron la unión de sus labios de manera más pausada y tranquila.

– Ehm...Disculpen – La voz de un chico interrumpió el momento, con Tweek y Pete separándose abruptamente mientras el tercero observaba nerviosamente la escena que acababa de deshacer – T-tú eres el bajista de The Belladonas ¿Verdad? Los dueños me mandaron a preguntar sobre...Si puedes recoger el equipo que quedó de ustedes en el backstage. Por eso estoy aquí..

– Agh, Se suponia que hoy tenía que hacerlo Firkle – Pete murmuró llevándose una mano al rostro, meditando de si ir a hacerlo por sí mismo o no. Sin embargo cuando se percató de la expresión de expectativa del muchacho; apenas soltó un suspiro cansado y accedió a ir a regañadientes. Dandole una mirada de disculpa al blondo para después retirarse. Encaminándose junto al chico al debido sitio -con las mismas ganas que tiene un niño cuando le obligan a bajar a cenar cuando está en medio de un nivel de su videojuego nuevo-; Mientras que los ojos del desconocido aún iban de Pete a Tweek notoriamente intrigado.

El menor se quedó allí, solo.
Totalmente anonadado y tratando aún de procesar todo lo que había pasado.

...

El olor a café en la mañana era una de las cosas que Tweek más disfrutaba en su vida.

Tal vez por ello mismo, el poner a funcionar la máquina de café en el negocio familiar, fue lo único que hizo que su cuerpo perdiera cierta de la tensión acumulada durante la noche anterior. Y ahora lo único que quedaba de su casi moderna versión de la Cenicienta eran los recuerdos y la sensación de un beso, Después de que el nervioso chico hubiese decidido que no estaba lo psicológicamente preparado en ese momento como para volver a ver el gótico a la cara, y por consiguiente tener que sincerarse ante el.

Tras deshacerse de su anterior estilo con algo de ayuda, ahora solo quedaba Tweek Tweak tanto por dentro, como por fuera. Con sus jeans holgados, sus chucks rojos y una simple camisa verde. Tal vez para lo que algunos era su ideología, para el había sido tan solo una etapa que no combinaba exactamente con su personalidad. Pero realmente, aquello le había ayudado a ya no temer sobre quién se quedará o no en su vida por no ser lo que querían.

– No lo voy a negar, te veías muy atractivo cuando usabas negro. Y el conjunto de ayer era sexy – Pete se llevo la taza de café americano recién servida a los labios – Pero así también luces bien. Q-quiero decir, no estás tan mal.. – El gótico trato de corregir su comentario tan impulsivo. Tweek rió por este.

Porque la gente que en verdad le apreciaba, le iba a buscar.

– Se nota que anoche bebiste de mas ¿no? – El hijo único de los Tweak se apoyo sobre la barra para mirarlo fijamente – Hoy estas mas hablador que de costumbre. Deberías comer algo para minimizar el efecto del alcohol...

– Por lo menos soy el único que esta dispuesto a hablar.

– Pete...

– ¿Por que siempre actúas como si no confiaras en él conocimiento que tienes sobre mi? Hubiese sido muy sencillo decírmelo y evitarte toda esa molestia, por qué también me atraes Tweek. Y si no lo hicieras, aún así no te haría a un lado. Por qué me agrada estar contigo Y...–El joven más pálido hizo una pausa intentando hallar las palabras más correctas para el asunto – Me encanta que seas diferente en medio de el ambiente tan melancólico que me rodea.

El cafeinomano tuvo que reprimir su necesidad de morderse el labio inferior ante aquella revelación, sintiendo como su pecho daba un vuelco.

– Entonces...¿Estas diciendo que no te importa que no sea gótico?

– Desde el primer día que te apareciste ante nosotros, supe que eras un conformista completo.

– Joder, Pero te gusto. – La mano del Rubio se posiciono con delicadeza sobre la mejilla del contrario, dándole ligeras caricias con el dedo pulgar. Entre el cristal de la puerta, se podía ver como el pueblo comenzaba a cobrar vida un sabado en la mañana. Algunas personas encaminándose a la cafetería con los rayos de sol rozando sus pieles.

– Así es – el gótico provoco el leve roce de sus labios – Y por eso eres, el peor de todos.

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