OJALÁ...

By LeslieLaFuente

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Él necesitaba una esposa, ella necesitaba dinero. Enamorarse no era una opción...pero el destino tenía otros... More

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Personajes
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Asesino: Parte 1
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Asesino: Parte 2
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Asesino: Parte 3
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Ian
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Epílogo
Extra - Ian
Booktrailer
Extra II: Ian.

Capítulo 27

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By LeslieLaFuente

—No creo que esto sea buena idea.

Mi voz se escucha aterrada mientras observo a Ian de pie frente a mí colocándome el casco de seguridad junto a las rodilleras y coderas. Casi ni puedo moverme bien debido al gran número de accesorios, sin embargo, el vikingo insiste en que debo utilizarlos, al parecer son obligatorios para alguien que nunca en su vida ha montado en un caballo. Para colmo, era necesario que utilizara pantalones y una simple camiseta con el pelo atado en una alta coleta, todo como cuestión de que no ocurriese algún accidente mientras intentaba montar a Sombra, incluso debo de utilizar unos zapatos cerrados con un poco de tacón en la suela para no caerme de la montura.

Habían pasado tres días desde las continuas lluvias y fuertes vientos en los que me escapé de la casa para estar con Sombra, Ian al inicio estaba que echaba chispas del enojo, sin embargo, en el fondo reflejaba el temor y miedo que tenía de que me hubiese podido suceder algo. Finalmente llegamos al acuerdo de que, si iba a seguir cuidando de la yegua, al igual que el resto de trabajadores de la hacienda, debo de aprender a montar un caballo y, como al único que yo era capaz de acercarme sin salir corriendo es a Sombra, nos estaban preparando a ambas para comenzar la practica juntas. Para darme ánimos Cooper no paraba de decir que si alguien podía domar a la yegua esa era yo.

Todos estaban alrededor del espacio de entrenamiento dispuestos a ver el espectáculo, incluso Mason y Roger estaban aquí para presenciarlo, intentaban aparentar seriedad, pero las risas les ganaban a todos, incluso a espaldas de Ian circulaban las apuestas sobre las veces que terminaría yo de bruces en el suelo.

—¿Quieres echarte atrás? —pregunta Ian como respuesta a mi queja inicial, alza la ceja y muestra una sonrisa a modo de reto, sabe perfectamente que no voy a dejar a Sombra de lado.

—Jamás.

—Esa es mi chica valiente. —Besa suavemente mi mejilla.

—¿Estarás ahí si te necesito? —No puedo disimular el miedo en mi voz, en verdad les tengo temor a los caballos, gracias a Dios con Sombra poseo más confianza.

—Siempre estaré cerca de ti cariño, aunque te caigas miles de veces ahí estaré para sostenerte antes de que llegues al suelo.

No puedo evitar sonreír ante el comentario, desde que descubrí la gran posibilidad de que Ian me quisiese de la misma manera que yo a él la esperanza no había abandonado mi interior. Ahora entiendo porque en las antiguas leyendas la esperanza venía encerrada en la caja de pandora, es un mal poderoso, nos engancha a los sueños y deseos más anhelados a la espera de que puedan suceder, pero de no ser así puede destruirnos desde el interior. Por lo menos siento que no me equivoco al pensar que Ian me quiere, si no fuese el caso no me dedicaría palabras tan tiernas o me cuidaría como una prioridad, no se hubiese enojado tanto ante mi fuga...la pregunta es: ¿Lo sabría él? ¿Estaría dispuesto a aceptarlo?

—Bien cariño comencemos por lo básico. —Se aleja un poco sin dejar de dedicarme su tranquilizadora sonrisa, no obstante, su voz adopta un tono más serio—. Lo primero que debes hacer es familiarizarte con el caballo, que te tenga confianza, de ser necesario susurrarle en voz baja palabras de calma cuando estés montándolo. En tu caso será bastante sencillo debido a que de antemano ya estabas en contacto continuo con Sombra.

Me encojo de hombros, sin embargo, debido a su sonrisa sé que no me juzga.

—Aun así. —Prosigue su explicación—. Intenta no realizar ninguna acción o movimiento brusco cerca de ella, son animales que por instinto huyen si se ven en peligro o sobresaltados, tampoco debes gritar cerca de ella para que no la sobresaltes.

Intento asimilar de una vez todas las instrucciones que el vikingo me dicta cuando de reojo observo como Cooper trae a Sombra ensillada y le entrega las correas a Ian.

—Suerte, no sabes el trabajo que ha costado ensillara, han hecho falta cinco hombres para ello. —Trago en seco a medida que este se aleja junto al resto de trabajadores, sus palabras no me brindan mucha calma exactamente.

—Tranquila—dice Ian a mi lado—. Seguro que si hubieses sido tu habrías podido sola con ella.

Sonrío en agradecimiento y me giro a Sombra para acariciarle el hocico.

—No seas muy cruel conmigo amiga. —La yegua resopla en una respuesta, se ve nerviosa, incluso más que yo.

—¿Lista? —Me pregunta el vikingo y yo asiento.

Ambos nos colocamos por el lado izquierdo de Sombra, Ian tiene una mano en mi cintura para ayudarme y la otra aun sostiene las riendas.

—Cuando vayas a montar afina bien el pie en el estribo para que seas capaz de impulsarte. —Ante mi mirada de perplejidad él explica—. El arito de metal donde colocas el pie.

—Muy chistoso. —Hago una mueca—. No tienes que hablarme como si tuviese cinco años, no soy idiota.

—Lo sé. —Su sonrisa maliciosa se amplía—, Pero me encanta tu rostro cuando te enojas, no puedo evitarlo.

Volteo los ojos y fijo la vista enfrente intentando ocultar el placer que me causa su respuesta. Hago caso de sus indicaciones y apoyo fuertemente el pie en el estribo para liego impulsarme hacia la silla ayudada de la otra pierna y de mis manos, Ian también me ayuda a sostenerme y, para sorpresa mía, lo logro al primer intento. Justo como dijo el vikingo intento no hacer movimientos exagerados ni hablar en voz alta.

—Intenta mantener el equilibrio—comenta el vaquero mientras me entrega las riendas sin apartarse mucho de mi lado.

Cuando Sombra siente el peso sobre ella se remueve incomoda y yo aprieto más fuerte los arreos. Paso una mano por su cuello para calmarla mientras le susurro palabras tranquilas y sorprendentemente la yegua se calma un poco.

—No estés asustada pequeña. —No me sorprende su miedo, después de todo no ha sido montada desde que perdió a su familia y, por lo que me dijeron, eso fue hace demasiado tiempo.

—Bien hecho. —Felicita Ian y no puedo ocultar mi orgullo—. Aprieta suavemente ambos costados de Sombra con las piernas para que comience su paseo. Los caballos presentan tres pasos: Paseo, trote y galope, siempre que quieras avanzar en uno aprietas suavemente a los costados o tocas con ambos talones. ¿Entiendes?

—Creo que sí. —La verdad no mucho, es demasiada información para procesar y estoy demasiado nerviosa, miro en la dirección que se encuentran todos. Mason tiene una sonrisa de oreja a oreja, sin embargo, Cooper y Roger están más serios.

Cuando Ian me hace una señal aprieto un poco los costados de la yegua, al principio Sombra se retuerce y se niega a moverse del lugar, da pequeños golpes en el suelo en negativa. No obstante, después de varios intentos, la yegua comienza a caminar, para mi desgracia salta directo al galope y corre. Jamás esperé que esta situación fuese fácil para ninguna de las dos, pero tampoco imaginé que se echase a correr conmigo encima al primer intento. Sin embargo, me niego a gritar, me niego a darle el gusto a todos aquellos espectadores a la espera de que lo haga, solo me agarro más fuerte a Sombra e intento mantener el equilibrio para no caerme. En el fondo de mi mente, estoy disfrutando de la situación, me encanta la brisa que da contra mi cara, la adrenalina que sube por mis venas es exquisita.

Las risas a lo lejos van más dirigidas a Ian que a mí, quien se la ha pasado corriendo tras de Sombra desde que esta comenzó a galopar, no puedo evitar reírme yo también de la situación, mi subconsciente me grita que estoy loca por disfrutar de todo esto, pero acepto el insulto con gusto. Nunca pensé que podría gustarme tanto cabalgar. Sombra solo cambia el rumbo de su carrera cuando se acerca a una valla y gira en dirección contraria.

A pesar de la buena sensación, no estoy preparada mentalmente para que, al llegar al otro extremo de la cerca, es donde están todos los espectadores mirando fijamente, por alguna razón Sombra se asustase provocando que se alce en sus dos patas traseras y yo caiga de bruces al suelo. No estaba sujeta tan fuerte como para mantenerme en la montura. La yegua se aparta mientras yo con cuidado intento ponerme en pie a la par que deposito suaves movimientos circulares con la mano en la zona del golpe para amortiguar el dolor.

—¡Harley! —Escucho la voz de un preocupado Ian a mis espaldas y me giro con una sonrisa en la cara para tranquilizarle, ahora es mi turno de consolarle a él.

—Tranquilo cariño, estoy bien. —Muevo mis manos señalándome para que vea que es cierto, pero aun así él insiste en revisarme.

El resto de chicos también se ha acercado hasta nosotros para asegurarse que me encuentro en una sola pieza y luego de comprobarlo todos empiezan a reír y a felicitarme por mi fiereza a la hora de montar. Para mi sorpresa, Cooper recoge una buena cantidad de dinero del resto de hombres, resulta ser que fue el único que apostó que duraría más de cinco minutos sobre Sombra y que no gritaría en el proceso ni pediría ayuda.

—¿Por qué hiciste eso? —Le pregunto cuando el resto de trabajadores comienzan a marcharse entre quejas y solo quedamos Ian, Mason, Roger, Cooper y yo.

—Eres demasiado testaruda como para quejarte o admitir que estabas asustada, por ello sé que no gritarías, además, tenías demasiado público anhelando que te cayeses al suelo repetidas veces, con lo que te gusta ir a la contraria era obvio que aguantarías mínimo más de cinco minutos para no darles el gusto a estos.

Todos reímos ante esta explicación.

—Creo que debo darte las gracias por confiar tanto en mi terquedad. —Las carcajadas salen por si solas.

—Un placer hacer negocios a costa de ello. —Vuelve a contestar el rubio y se aparta unos minutos para traer a Sombra a nuestro lado.

—Lo has hecho bien pequeña. —Le susurro a la yegua antes que se la lleven para después proceder a quitarme el casco—. Creo que regreso ya a casa.

—Si esperas a que termine unas cosas voy contigo, no quiero que vires sola. —Ian no lo dice al pie de la letra, pero está preocupado porque me suceda algo como lo de la ventana o que vuelva a escaparme como el día de la lluvia, incluso en varias ocasiones me ha nombrado como un imán para los problemas.

—Quiero ir tomando un baño—explico—. No pasará nada, estaré bien, te lo prometo.

El vikingo no parece creer del todo mi juramento cuando otra voz masculina se hace escuchar.

—Ya yo voy a regresar a la ciudad y debo ir a por mi coche a la casa, si quieren yo acompaño a Harley.

Roger me guiña un ojo y le agradezco con la mirada, Ian parece relajarse al saber que no voy a regresar sola a la casa sino en la compañía de alguien tan cercano a él.

—Entonces nos vemos en un rato. —Me da un efímero beso es los labios que no dudo en aceptar.

El vikingo continúa hablando con Mason y Cooper mientras que Roger y yo emprendemos el camino de regreso, son casi veinte minutos de caminata desde la pista de prácticas hasta la casa. Los primeros diez nos los pasamos en silencio, a paso constante sin apenas decir nada, en el último tramo es donde Roger me dirige la palabra.

—Ha sido bastante asombroso como montaste, incluso los jinetes más atrevidos de la hacienda temen montar a Sombra, es impresionante, debo felicitarte, Melanie nunca se hubiese atrevido a tanto.

Sonrió agradecida por los elogios, pero la curiosidad me lanza a peguntar.

—¿No le gustaban los caballos?

—¿A esa mimada? Ni muerta se hubiese acercado a uno. —Ante mi gesto de contrariedad explica—. Tu les tienes miedo, pero aun así te acercas a Sombra, Melanie les tenia asco...ya te digo, un poco mimada, no iba a acercarse a nada que pudiese manchar su nuevo conjunto de ropa.

—En serio les caía muy mal—afirmo.

—Era demasiado entrometida y creída para mi gusto.

Me era más que sabido que la mayoría, por no decir todos los trabajadores de la hacienda, odiaban a la morena por todo lo que le hizo a Ian; no obstante, las palabras del hombre a mi lado llamaron demasiado mi atención. Utilizo entrometida y creída...quizás aún me faltaba demasiado por descubrir de esa mujer, sin embargo, al ver la oscura nebulosa que se forma en los ojos de Roger, prefiero cambiar de tema.

—Es un camino bastante largo del establo de prácticas hasta la casa, la hacienda es más grande de lo que se puede imaginar.

—Seguro. —Vuelve a chispear un enorme brillo en los ojos de mi compañero—. Los terrenos abarcan kilómetros a toda la redonda, no solo en una única dirección, además es de las mejores tierras de todo el condado, ni siquiera tu marido las utiliza en todo su potencial.

—¿Sabes mucho de ellas?

—Prácticamente, crecí aquí y luego me convertí en el arquitecto oficial de esta hacienda, es mi trabajo conocer sobre el lugar en el que desempeñaré una labor y como te conté, hay mucha materia prima para aprovechar.

Parecía realmente entusiasmado ante este hecho, en sus ojos destellaba una admiración inimaginable, principalmente por la hacienda, se notaba que le tenía mucho afecto al lugar. Finalmente llegamos a la casa, me despido de Roger quien se dirige a paso firme hacia su coche, sus hombros se ven tensos, debe estar preocupado por todo el trabajo, últimamente ha estado demasiado seguido por acá. Entro por la puerta delantera y subo directamente a la habitación, necesito un baño para retirar de mi cuerpo toda la mugre y sudor de la equitación.

Tomo unas bragas limpias y un sencillo vestido largo de tirantes y sin pensarlo dos veces me encamino a la ducha. Aprovecho para lavar mi cabello que comienza a estar sucio debido al polvo y sudor. Dejo que el agua resbale libre por mi espalda y mi trasero, en especial la zona en la que caí de la yegua y de esa manera se alivie el dolor del golpe, de seguro en pocas horas tendré un pequeño morado en los glúteos. Termino de bañarme unos diez minutos después y regreso fresca a la habitación, el pelo aun cae suelto y mojado sobre mis hombros.

No me sorprendo cuando veo a Ian sentado sobre la cama esperándome, su camisa se encuentra en el suelo al igual que sus zapatos, solo lleva puesto los pantalones.

—Haz llegado rápido. —Me acerco a él para besarle, como está sentado en la cama me es más sencillo sostener su rostro entre mis manos.

—Date la vuelta y ponte de espaldas. —Me pide, cuando ve que alzo la ceja con duda me sonríe—, Compláceme.

No puedo negarme a esa manera de mirarme, por lo que sin decir palabra hago lo que me pide y doy la vuelta en el lugar de tal forma que quedo de espaldas a él. Cuando menos lo espero siento sus manos subir por mis muslos levantando suavemente mi vestido y robándome un gemido de los labios. Detiene su ascenso justo cuando mi trasero queda al aire y roza con delicadeza la zona del golpe.

—Siento no haber podido sostenerte como prometí. —Deposita un suave beso en la zona provocando que varias descargas eléctricas recorran mi espalda, su voz se escucha cargada de pesar y no puedo evitar sentir mi corazón enternecerse.

Vuelvo a girar y me siento sobre su regazo para quedar cara a cara. Beso sus labios y me deleito suavemente en cada uno de ellos, saboreándole con pequeñas mordidas.

—No es tu culpa cariño. —Le respondo con voz suave—. Con lo rápido que iba no podrías haber estado a mi lado a menos que fueses en otro caballo. —Sonrío para calmarle, pero parece no dar resultado.

—Eso no va hacer que deje de sentirme culpable o de preocuparme por ti.

—¿Por qué me quieres? —pregunto sin pensar y rápidamente me maldigo por ello cuando veo que Ian se tensa un poco bajo mi agarre.

Sus ojos se abren de par en par sin apartar la mirada de los míos. Su gesto es serio, difícil de descifrar, me cuesta decir en que está pensando. Voy a levantarme de su regazo cuando sujeta más fuerte mi cintura impidiendo que lo haga, le observo confundida.

—Escucha Harley. —Su voz es suave—. Creo que te quiero, pero aun continúo muy confundido como para hablar claramente de lo que siento, ha pasado demasiado tiempo desde que he necesitado proteger a alguien o sentirme querido por esa persona—explica—, Pero algo si tengo seguro, hasta que descubra lo que siento realmente, te quiero a mi lado, no importa si pasa el año, deseo que sigas viviendo aquí, quería decírtelo el día que estábamos en el despacho, pero llego Cooper y...

No le dejo continuar, no necesito saber nada más, mis labios están fuertemente pegados sobre los suyos. Lucho por contener el nudo de emociones en mi garganta, no quiero llorar ahora. Paso los brazos alrededor del cuello de Ian para acercarme más a él y este me carga para tumbarme en la cama bajo su cuerpo. Comienza nuevamente a subir mi vestido hasta retirármelo por completo, el deseo que se forma en mi interior tan solo va en aumento.

Mis dedos se mueven torpes a la hora de desatar su cinturón para retirar sus pantalones, pero finalmente lo logro. Ian desciende por todo mi cuello hacia mi pecho es un reguero de mordidas y besos mientras que con una de sus manos arranca las finas bragas de un solo tirón. Es salvaje, es fiera y a mí me gusta.

No hay demora cuando le siento introducirse en mi interior, estoy preparada para ello, el deseo nos ciega a ambos. Encajo mis uñas en sus hombros, mi piel arde bajo su contacto, quiero más y dejo que mi cuerpo se lo demuestra intentando apegarme más a él. Ian comprende mi deseo y coloca mis piernas a cada lado de sus hombros para adentrarse más. El ritmo de sus embestidas solo va en aumento, me siento llena y completa, no solo por el espectacular sexo sino por sentirme querida y deseada, por ver las reacciones que provoco en el vikingo. Finalmente, ambos llegamos al éxtasis al mismo tiempo. Terminamos uno sobre el otro, desnudos y abrazados, besándonos fuertemente.

—Creo que necesitaré otro baño—digo con una pícara sonrisa.

—Pues tomémoslo juntos—responde antes de volver a besarnos para marcharnos a la ducha.

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