The firstborn | Jujutsu Kais...

By daaisxke

272K 39.9K 15.8K

𝐓𝐅𝐁 (Pausada) | ❝ Un demonio en el útero de una mujer ❞ Por el corto tiempo que el grupillo de hechiceros... More

Prólogo
I
II
III
V
VI
VII
VIII
IX
X | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XI
XII
XIII
XIV
XV
𝔈𝔰𝔭𝔢𝔠𝔦𝔞𝔩 𝔡𝔢 𝔖𝔞𝔫 𝔙𝔞𝔩𝔢𝔫𝔱𝔦𝔫
XVI | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIII
XXIV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII
XXXIII
XXXIV
XXXV | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
XXXVI
XXXVII
XXXVIII
XXXIX
XL
XLI
XLII
XLIII
XLIV
XLV
XLVI
XLVII
XLVIII
XLIX
L
LI
LII | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
LIII | 𝔪𝔢𝔪𝔬𝔯𝔶
LIV

IV

7.7K 1.1K 284
By daaisxke

El azabache miró hacia su derecha, la eterna oscuridad dominaba al final del pasillo, no se le hacía escalofriante a decir verdad, pero de alguna forma le causaba algo de incomodidad. Luego giro a su izquierda, y se encontró con exactamente lo mismo, solo en el centro, donde se encontraban los ventanales del pasillo a su espalda, la luz brillante de la luna, tenue y serena, iluminaba una pequeña parte del pasillo.
Había algo que lo tenía inquieto, y no, no era su propia sombra con la cual se exaltó un par de veces, sino el increíble silencio y serenidad que había en el lugar a pesar de encontrarse con un aura maldita tan increíblemente grande.

— Encontré un par de maldiciones en el tercer piso, pero ya me encargué de ellos —habló la castaña haciéndose presente en el pasillo, llevaba dos clavos entre sus dedos y rascaba su cabellera con el martillo suavemente.

— ¿Dónde están Gojō sensei e Itadori? —preguntó sin perder tiempo, y dio unos cinco pasos hacia el frente desde la mitad del pasillo para llegar al salón 2-A.

— En el gimnasio, este lugar es enorme, Gojō sensei dijo que no nos iríamos hasta acabar con lo que sea que haya en este lugar, ese idiota se veía realmente emocionado —refunfuñó, probablemente bastante agotada de pasar horas en aquel lugar exorcizando cada cosa que se le cruzará en el camino, pero para el azabache no era demasiado relevante.

— Bueno, es comprensible luego de sentir tal energía maligna en un instituto, si bien es de esperarse, después de todo son los lugares que suelen atraer a más de esas cosas, pero este parece ser una maldición de categoría especial o... Sea lo que sea.

Observó el lugar, el salón también era un tanto iluminado, pero no demasiado. Habían algunos anuncios de eventos escolares, meses de exámenes y horarios escolares ordenadamente en el mural del fondo, unos bajos casilleros también en el fondo, y parecía ser un salón bastante ordenado, incluso demasiado ordenado para que la institución estuviera vacía. Parecían tener buenos estudiantes.

Miro nuevamente a su alrededor en total silencio, analizando cada detalle, cada rincón, procurando no perder nada a simple vista. La castaña permanecía tras de él en silencio, cruzada de brazos y apoyada tranquilamente en el marco de la entrada.
El azabache paseó entre los espacios de cada banco, y finalmente se detuvo en seco, la línea del medio, justo los dos bancos del medio, emanaban energía maldita de una manera atroz, tanto así, que podía ser capaz de llamar a cualquier maldición de cualquier grado a su alrededor, y aunque en su mayoría son estúpidas y no siempre suelen encontrar el objeto maldito, ese lugar seguía siendo bastante peligroso para los estudiantes presentes en el salón.
Las flamas morada-negra que emana tanto el mesón como la silla le causaron algo de incomodidad, una sensación extraña lo recorrió de pies a cabeza, y luego tomo el suficiente valor para inspeccionar. Fue con el primer banco, pues tenía que haber al menos un objeto maldito como para que aquellos muebles se encontraran de dicha forma.
El primer banco tenía unos cuantos libros y cuadernos ordenados en la rejilla del pupitre, no encontró nada en especial, así que se dispuso en tomar uno de los cuadernos y abrirlo, pero en el momento en que sus manos tocaron dicho cuaderno, una presión desagradable se sintió en su pecho, provocando que soltara un quejido de sorpresa mientras un nudo se formaba en su garganta. Una etiqueta con el nombre del respectivo dueño capto su atención; Nakerama Takeshi. El mismo nombre que había visto incontables veces en trofeos y premios de los estantes de reconocimiento del alumnado en los pasillos del lugar.
Los apuntes eran ordenados, con una caligrafía impresionante y desarrollo extenso incluso para ser apuntes, algunos contenían dibujos bien desarrollados.

Dejó este cuaderno sobre el mesón, y luego pasó al siguiente pupitre. Este, en comparación al otro, tenía múltiples hojas de tareas y exámenes desparramadas en la rejilla del pupitre, al igual que los cuadernos desordenados y amontonados sin cuidado.
Tomo una bocanada de aire y agarro uno de los cuadernos, y ocurrió exactamente lo mismo, como aquella sensación que tuvo la primera vez que se cruzó con el pelirosa-palo comprendiendo que tenía un objeto maldito encima, pero aquel cuaderno parecía como un objeto maldito en tal. Las flamas morado-negro que emanaba y aquella presión en el pecho y nudo en la garganta que le causaban era ahogador.
Pero ¿Qué tenía ese cuaderno como para tener tal energía maldita? Nada, nada realmente a simple vista, pero la etiqueta blanca en la tapadura del cuaderno tenía el nombre de la dueña de dichos cuadernos, y un extraño escalofrío lo recorrió de pies a cabeza tras leerlo; Ryōmen Yashiro.

— ¿Yashiro? —habló la castaña que apareció junto a él repentinamente, sin embargo, esta parecía estar extremadamente tranquila y desinteresada en la energía de dicho cuaderno—. ¿La que traicionó a los dioses?

— ¿La que traiciono a los dioses? —se cuestionó el azabache algo confundido, y la castaña se apresuró en asentir.

— Ese es el significado del nombre, aunque no había escuchado a alguien llamado así en mucho tiempo, como la mayoría de las personas son bastante religiosas no suelen ocupar demasiado el nombre.

El azabache se limitó a asentir comprendiendo sus palabras, pues en realidad, miles de ideas se pasaban por su cabeza y algunas, si eran dichas en voz alta, probablemente solo serian centro de burla.
El cuaderno en sus manos provocaba que estas hormiguearan, y el peso sobre sus hombros al igual que en todo su cuerpo seguía haciendo presión, empujando hacía algún lado pero sin saber hacia donde ni el por qué.
No podía tratar de un objeto maldito, era imposible, pues era un simple cuaderno de una simple estudiante. O al menos eso creía él.

Ryōmen Sukuna... Ryōmen. Fue su pensamiento, y finalmente optó por abrir dicho cuaderno como si aquello fuera a darle una pista, sea lo que sea. Y lo primero que captaron sus ojos fue un dibujo difícil de descifrar. Probablemente trazado con lápiz de gel negro, pero las cosas en dicho dibujo eran tantas que, cada vez que enfocaba una pequeña idea, otros miles de imágenes se hacían presentes, formando un laberinto, o un rompecabezas sin amar de dibujos, pero que de alguna forma se encontraban conectados.

— Que... escalofriante —comentó la castaña, y el azabache alzó una ceja incrédulo observándola, puesto que no podía considerar un simple dibujo escalofriante cuando veía y exterminaba con cosas fuera de lo normal para el mundo humano—. ¿Qué me miras? Es verdad, digo... te deja una sensación rara —volvió a comentar, y esta vez giró sobre sus talones para dirigirse directo a las afueras del salón.

Fushiguro volvió su mirada al cuaderno, hojeó este pero todas las demás páginas estaban completamente en blanco, solo la primera hoja tenía dicho dibujo escalofriante.

Frunció levemente su ceño, dejó sobre la mesa dicho cuaderno y luego se apresuró en rebuscar los demás cuadernos bajo el mesón, y ocurría exactamente lo mismo.
Esencia maldita, tapadura negra, pegatina blanca, Ryōmen Yashiro, primera hoja completamente dibujada con trazos que te dejaban una extraña sensación.
Siete cuadernos con exactamente el mismo formato, pero cada dibujo era diferente, tenía trazos diferentes. Y todas las demás hojas completamente en blanco.

— Oi, Fushiguro, nos vamos ya —fue el pelirosa-palo, exaltando un poco al nombrado.

Estaba demasiado concentrado como para percatarse del chico en el salón, observó sobre su hombro y este mantenía una sonrisa levemente cansado, apoyado en el marco de la entrada mientras a sus espaldas se cruzaba el mayor por el pasillo, y la castaña lo seguía rápidamente.

— Entendido —se limitó a responder, ganó otra leve sonrisa y luego se retiró del salón.

Pero desde luego que el azabache no se iba a ir si como así, claro que no, esa sensación de pavor, ese nudo en la garganta, esa molestia en el estómago y su piel de gallina no eran par nada algo normal, ni siquiera síntomas de encontrarse de alguna forma enfermo.

Arranco cada hoja rayada de los ocho cuadernos en total, luego doblo estás rápidamente y las guardo en el bolsillo de su abrigo, miró el banco una vez más, luego a su alrededor, un escalofrío le recorrió el cuerpo completo, y su mirada volvió a fijarse en la pegatina con el nombre de la estudiante.

Ryōmen.

— ¡Takeshi, el amor de mi vida! —la castaña se lanzó a los brazos del alto chico de hombros anchos y cuerpo esculpido, quien no tardó en colocar una expresión malhumorada y suspirar ante la abrupta llegada de la muchacha.

Siempre se lanzaba a sus brazos sin siquiera avisar.

— Cierra la boca —espetó, y se dejó abrazar unos cuantos segundos más para luego alejarla como se debe a regañadientes y continuar su camino a la entrada del instituto.

— ¿¡No es hoy un buen día!? —habló la muchacha con entusiasmo, mirando a su alrededor como si el día no estuviera nublado y probablemente a punto de llover, cosa que colocaba de mal humor al pelinegro, pero de un humor maravilloso a la castaña.

— ¿En serio? Porque parecer ser la única bastarda egoísta con energías —comentó su compañero sin una pizca de gracia, pero como era de esperarse de la muchacha, solo rio levemente sin darle demasiada importancia al comentario.

— Bueno, fue gracias a ti.

— Vaya, resulta que ahora tengo algo de crédito —comentó nuevamente, mientras detenía a la castaña, abotonaba los botones de su blusa blanca y luego ajustaba su corbata—. ¿Cuándo vas a aprender a vestirte bien? Sabes que es parte del reglamento escolar.

— Sí, sí, reglamento escolar una mierda, ¿No te ahogas con esta jodida corbata y camisa? Hombre, quiero sentir la luz del día sobre mi piel —se quejó, mientras metía sus dedos índice y corazón por el cuello de su blusa para estirar este, en un intento de que fuera menos ahogador para ella, sin embargo su esfuerzo fue en vano.

— Ya hablamos sobre estar con poca ropa en público, estamos en el instituto, tendrás que aguantarte de esta forma hasta llegar a casa —regañó rodando sus ojos, y la castaña solo atinó a soltar otra leve risa mientras ambos ingresaban al pasillo—. Y quítate esos lentes de sol, ¿Puedes ver siquiera con esas mierdas?

— Suenas como un padre, es lindo de tu parte —comentó con orgullo, y el pelinegro se exaltó un tanto girando rápidamente hacia la castaña.

Y es que tenía razón, pero ella le había salvado el trasero a ese pelinegro demasiadas veces como para estar en deuda con ella hasta lo que dure su propia vida, pero tampoco le agradaba tener que estar tan al pendiente de la castaña, como si realmente tratase de un padre. Pero no lo podía evitar, simplemente era un instinto. Justo como hace unos segundos cuando arreglo su uniforme, no lo pudo evitar, su cuerpo reaccionó antes de pensarlo.

— Yashiro —saludó astutamente un alto chico del club de baloncesto pasando junto a la nombrada, quien no dudó dos veces en mirarle con lujuria sobre la orilla de sus lentes de sol.

— ¡Hirata-sempai! Podrías invitarme este sábado a tu departamento y-

— Deja de coquetear y camina —regañó el pelinegro, rompiendo el lujurioso ambiente mientras jalaba con fuerza a la castaña, quien solo rio mientras caminaba a trompicones para finalmente llegar a su respectivo salón.

Indicó su banco con una mirada seria e irritante y ella rodó sus ojos dirigiéndose directo hacia este, dejó su mochila sobre su banco mientras miraba a su alrededor a los alumnos presentes, luego se sentó en su respectiva silla, soltó un suspiro rebuscando su teléfono celular, y detuvo cualquier acto en el momento en que vio todos sus cuadernos sobre el banco, no le daba el espacio suficiente para apoyarse en este y dejar su mochila a la vez.

Su ceño se frunció levemente, ella había recordado dejar todo en la rejilla de la mesa, como siempre solía hacer.

— Oye, ¿Tomaste mis cuadernos? —se cuestionó la castaña girándose hacia atrás, el banco de su fiel amigo quedaba tras ella, y este negó con un rostro confundido.
La castaña volvió a sus cuadernos, alzó una ceja confusa dejando su mochila entre sus piernas para tener más comodidad y tomó uno de los cuadernos, lo abrió creyendo qué tal vez no eran los suyos (cosa que creía poco probable), y la primera hoja estaba completamente en blanco—. ¿Segura que no tomaste mis cuadernos? —se volvió a cuestionar, y el azabache rodó sus ojos.

— Ayer vine al salón por mis cosas y luego te esperé en la entrada, no he tomado nada tuyo —aclaro, pues se le era irritante que le preguntaran más de una vez la misma cosa en tan solo segundos, minutos u horas.

La muchacha gruñó, se volvió a voltear, pasó su dedo índice por la orilla interna del cuaderno, entre la primera hoja y la tapadura, allí quedaba el resto de las hojas arrancadas que ella había dibujado, luego observó todos los demás cuadernos, y cada dibujo fue arrancado.

— Mierda, algún bastardo arranco mis dibujos.

— ¿Fue así? —la castaña tomó tres cuadernos, los abrió con dificultad entre sus manos y se los mostró a su compañero, quien alzó sus cejas un tanto sorprendido—. Bueno, te dije que te debías comprar un cuaderno borrador para tus mierdas.

— ¿Para qué? Estos están en blanco, no iba a comprar más.

— Exacto, están en blanco cuando deberían estar llenos al menos hasta la mitad de la materia escolar, pero te la pasas dibujando tonterías —aclaró su compañero con obviedad, a lo que la castaña respondió rodando sus ojos.

— No son tonterías —bufó.

El profesor no tardó en llegar, y a la castaña no le quedó de otra que guardar los cuadernos bajo su banco y sacar algunos libros para fingir que prestaba atención en clases cuando en realidad probablemente ya estaba en su quinto sueño o imaginándose alguna escena yaoi.

Las explicaciones del profesor eran largas y aburridas, su tono de voz era lento y hacía que los estudiantes terminaran aburriéndose de sus clases, incluso Takeshi, el azabache, que es un mateo deportista, con un futuro asegurado.

No era un Don Juan ni nada por el estilo, nunca le interesó conocer a nadie y tampoco tenía amigos, hasta que la castaña se metió a su vida pegándosele como una garrapata. Y aunque no le molestaba tener algo de compañía, con ella era más que suficiente (habló en serio).
Y Yashiro por otra parte, también tenía notas excepcionales pero le importaba una mierda la escuela y el deporte no era lo suyo, ni siquiera se pregunten como es que mantiene su cuerpo en forma. Le gusta ir de fiesta en fiesta y aunque los chicos son su fuerte, batea para ambos lados. Era incluso tan popular como Takeshi, pero la diferencia estaba en que ella era sociable y Takeshi solo alzaba la voz cuando tenía sus partidos de volleyball o cuando debía dejarle algunas cosas en claro a la castaña luego de repetírselo veinte veces seguidas.

— Oye —susurro con disimulo, inclinándose hacia atrás para apoyar su espalda en el respaldo de su asiento—. ¿Quieres escaparte en el receso?

— Piérdete —espetó el azabache, aunque la idea se le hacía tentadora no lo quería admitir. Pero ya había faltado a clases tres días seguidos, los primeros dos se retiraron temprano por caprichos de la castaña, y el tercero faltaron por la increíble resaca que se cargaron ambos luego de ir a un karaoke (en el cual cabe destacar que Takeshi solo se sentó en una esquina a beber y Yashiro a arruinarle los tímpanos cantando a todo pulmón).

— Compre entradas para la película que querías ver el otro día... Comienza en media hora.





























Bonus

— ¡QUEDAN QUINCE MINUTOS, BASTARDA! —alzó el azabache jalando el brazo de la castaña que con suerte había resistido correr diez minutos seguidos, pero solo debían subir las escaleras para llegar al segundo piso del centro comercial.

— ¡TÚ NI SIQUIERA QUERÍAS FUGARTE, AL MENOS DEJAME RESPIRAR!

Continue Reading

You'll Also Like

255K 17.8K 91
Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.
349K 39K 81
✮ « 🏁✺ °🏆 « . *🏎 ⊹ ⋆🚥 * ⭑ ° 🏎 𝙛1 𝙭 𝙘𝙖𝙥𝙧𝙞𝙥𝙚𝙧𝙨𝙨𝙤𝙣 ✨ 𝙚𝙣𝙚𝙢𝙞𝙚𝙨 𝙩𝙤 𝙡𝙤𝙫𝙚𝙧𝙨 ¿Y si el mejor piloto de l...
78.1K 12.7K 53
nacido en una familia llena de talentos aparece un miembro sin mucho que destacar siendo olvidado sin saber que ese niño puede elegir entre salvar o...
50.1K 4.3K 37
Ella llega al Área sin saber nada de si misma. Sin recuerdos. Vacía. Su primer instinto fue buscar el cielo al verse en una caja encerrada. Luego -po...