passionate innocence ึธึถ yum...

By sehogays

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๐“‚ƒ๏นŸ๐Ž๐Ÿ“ ๊ง‡ supermarket โœฐ
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๐“‚ƒ๏นŸ๐Ž๐Ÿ” ๊ง‡ dinner โœฐ

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By sehogays

     ─ ¿Desea pastel de arándanos o tarta de fresa en la cena?

     Yuta rodó ambos ojos, mientras apoyaba un codo sobre la mesa y elevaba una ceja, enviando una fría mirada a la anciana que tenía en frente.

     ─ Traiga lo que sea, me da igual.

     La mujer asintió, pero no se movió.

     ─ Le traeré una toalla para que se seque el cabello, está todo húmedo y puede coger un resfriado.

     ─ ¡Que no, joder! ¡No quiero nada! Solo métase en sus asuntos.

     Golpeó las palmas sobre la mesa, ‹¡estaba tan cabreado con todas las preguntas de la maldita vieja!› Tan sólo quería tragar, y la mujer estaba haciéndole una lista de preguntas y comentarios estúpidos, mientras su estómago hacía sonidos raros cada cinco segundos.

     ─ Está bien, joven Nakamoto, como usted ordene ─ empezó a marcharse a pasos lentos.

     Se había pasado toda la tarde en su cuarto: fumando, durmiendo y hablando con todos los del instituto. Al parecer, habían atrapado a YoonOh con el aparatito telefónico durante alguna clase y le habían echado del aula, pero esa no era su culpa ¿O sí?.

     Soltó una carcajada aburrida. Al final, todos los profesores eran unos jodidos demonios arruina vidas, ¡Todos eran igual!. Así que iban a echar de la clase al estúpido adicto al deporte con o sin celular.

     Su se quejó de nuevo, y Yuta estuvo a punto de gritar para que se apurasen con la puta cena, pero terminó cerrando la boca cuando se percató de la persona que entraba con una bandeja en sus manos, la mirada en el suelo y una suave sonrisa en sus labios.

     ‹esos malditos labios›.

     ─ Aquí tiene su cena ─ murmuró, colocando algunos platos sobre la mesa.

     ─ ¿Es tan difícil tutearme?

      Cuando los ojos de Mark se encontraron con los de Yuta, retembló un poco, colocando las brochetas de langostinos sobre la mesa y ruborizándose totalmente al recordar las palabras que había escuchado esa misma mañana. Inclinó la cabeza, aun sonriendo.

     Los oscuros ojos de Yuta se encontraban clavados en él, sin moverse, mientras tenía su rostro apoyado sobre su mano, totalmente entretenido.

     ─ Lo siento, creí que solo podía hacerlo cuando estuviera fuera de la casa.

     ─ Claro que no, nene ─ tomó una brocheta y se la llevó a la boca ─ Tutéame en todas partes, tienes todo mi permiso.

     Los langostinos estaban tan calientes que los sentía arder contra su boca. Yuta se relamió los labios, observando cómo el cabello de su criado caía sobre su frente y sus labios gruesos se entreabrían, aunque sus ojos aún no se volvían a mirarlo.

     ─ Está bien...

     Mark recogió la bandeja y volvió a mostrar una sonrisa tímida, dirigiéndose nuevamente hacia la cocina.

     Los ojos de Yuta recorrieron su camiseta blanca holgada y sus pantalones azules algodonados, moviendo rápidamente sus ojos hacia ese lugar que le atraía tanto. Se pasó la lengua alrededor de sus labios.

     ─ ¿A dónde vas, Mark?

     Mark se quedó quieto, regresando su confundida mirada hacia la de Yuta. Sus parecían tan buenos en comparación de los de Yuta.

     ‹¡qué lástima sería corromperlos!›

     ─ Iré a cenar también.

     ─ ¿Por qué no cenas acá entonces ─ Yuta le señaló el asiento frente al suyo ─ Conmigo. No quiero cenar solo.

     El rostro de Mark cambió enseguida, sentía cómo los nervios recorrían cada parte de su cuerpo, y cómo de costumbre, su rostro empezó a arder con más fuerza. Quería que la tierra se lo tragase completo.

     ─ No creo que sea correcto, pero si te sientes solo, puedo estar acá mientras cenas.

     ─ ¡Al diablo con lo que sea correcto o no! Vamos, nene, siéntate un rato y compartamos esto, es mucho para mí solo.

      Mark estuvo al borde de decir algo, pero retembló al ver cómo Nakamoto Yuta se levantaba de su asiento, soltando sus cubiertos y moviéndose hasta su lado para jalar la silla toscamente y estirar su mano para indicarle que se siente. Yuta tenía una media sonrisa en sus labios y aunque no era más alto que él, su cuerpo se imponía contra el suyo, que era tan delgado y menudo.

     Mark sintió que todas las respuestas posibles se le borraban de la mente.

     ─ Siéntate, nene ─ la voz gruesa de Yuta hizo eco en el ambiente.

     ─ Muchas gracias...

     Yuta no se movió hasta observar cómo su nervioso criado se sentaba sobre el asiento, con el rostro más enrojecido que nunca, sin saber exactamente qué hacer. Le colocó un plato a su lado y colocó dos brochetas sobre él, regresando a su sitio luego.

     ─ Está algo caliente, ¿No?

     ─ Está bien.

     ─ Está bien cagado ─ soltó, mientras se daba cuenta que Mark también reía un tanto ante su comentario ─ Se supone que ya es tiempo que el resto del personal vuelva.

     Estuvo al borde de añadir algo más cuando el timbre de celular resonó nuevamente, anunciándole que había llegado un nuevo y maldito mensaje. Tras leerlo unos dos segundos, lanzó el aparato hacia la mesa, tomando un trago de su bebida y regresando su mirada hacia el único punto de importancia en ese momento: Mark.

     ─ Es uno de mis amigos, está que me jode con el pretexto de que lo suspendieron dos días por contestarme en clase. Pedazo de miércoles, sólo debería agradecerme de que lo libré de estar calentando el asiento tanto tiempo.

     Sin embargo, la supuesta broma no pareció hacer efecto en Mark, quién había abierto sus ojos repletos de preocupación. En su caso, ser suspendido era algo impermisible.

     ─ ¿Lo han suspendido? Eso es algo muy malo, puede tener consecuencias luego en su promedio...

      ─ No es mi culpa que el estúpido ese no sepa cómo cubrir un celular.

     Mark se mantuvo callado, y volvió sus ojos hacia la comida, sin saber qué más decir o comentar. Se sentía demasiado diminuto sentado en esa mesa, a la que suponía que solo debía servir.

     ─ ¿No vas a comer? ─ Yuta se mordió el dedo pulgar, echándole una mirada al plato completo del menor ─ ¿No te gustan los langostinos?

     El muchacho se apresuró a responder.

     ─ No-No... No es eso, claro que me gustan.

     ─ Qué bueno, nene.

     Yuta esbozó otra media sonrisa, mientras lo observaba llevarse una brocheta a los labios, mordiéndola suavemente con esos malditos labios provocativos que tenía.

     ‹oh, carajos, mirar eso era insoportable›.

     ─ ¿Y tu bola de pelos? ─ preguntó con una sonrisa fingida, aclarándose la garganta.

     El rostro de su criado pareció iluminarse de pronto y en sus ojos apareció un brillo extraño, mientras sonreía con esas sonrisas algo patéticas. Yuta sintió ganas de levantarse, tomarlo de la cintura con violencia y comerle toda la boca, pero se contuvo.

     ─ Está adentro, ya ha comido mucho y la he metido en mi cuarto.

     ─ Tu cuarto se va a convertir en un asco muy pronto con ese bicho ahí.

       ─ No lo creo. Didi está muy bien educado ─ Mark soltó una risita, cubriéndose los labios nuevamente, al tiempo que se ruborizaba de nuevo.

     Yuta tosió una vez más, escuchando cómo el celular timbraba de nuevo.

     ─ Oye, Mark, ¿Te parece si mañana vas conmigo a comprar un nuevo celular? Este se me malogró esta tarde, creo que la pantalla está jodida.

     ─ ¿Ir contigo a comprar un celular? ─ la sonrisa de Mark se desvaneció, siendo reemplazada por un semblante de confusión ─ ¿Salir afuera?

     ─ Claro, salir afuera, no vendemos celulares dentro de esta casa que yo sepa...

      ─ Lo siento, es cierto...

     Yuta se bebió el resto de su bebida de un trago, aun sonriendo, mientras observaba cómo su criado centraba su mirada sobre el plato, algo pensativo.

     ─ ¿Qué dices entonces?

     ─ No sé si me darán permiso, hay muchas cosas que hacer mañana...

     ─ Nene, yo estoy al mando de esta casa, y si yo te estoy pidiendo que vayas es porque te estoy dando permiso.

     Mark se mordió el labio, mientras asentía con la cabeza, ruborizándose más.

     ─ Está bien, si es así no hay problema.

      Yuta sonrió finalmente, levantándose del asiento y exhalando con cansancio al notar que el celular continuaba timbrando y timbrando. Notó cómo su criado intentaba imitarlo y lo detuvo, mostrándole una palma, mientras se colocaba su chaqueta de cuero negra.

     ─ Termina de cenar, no te levantes ─ indicó, guiñándole un ojo y observando cómo el menor descendía rápidamente su chispeante mirada con una sonrisa en sus labios ─ Duerme bien, precioso.

     Y entonces, tras darle una última mirada, Yuta se marchó rumbo a la puerta. Qué irónico era ver cómo el otro sonreía de esa manera tan patética y se colocaba nervioso con su presencia, ‹¿de verdad le estaba creyendo todo el cuento?› Lo único que buscaba era tirárselo, y pensó que quizá si era un poco amable su criado con apariencia de santo se le iba a abrir un poco más e iba a resultar ser una zorra como todas, pero ahora resultaba que lo único que hacía era sonreírle con un extraño brillo en sus ojos, rehuirle la mirada y colocarse tan malditamente rojo.

     Lanzó una carcajada, mientras sentía cómo el aire le golpeaba todo el cuerpo con violencia. Al parecer, el jueguito estaba poniéndose bueno.

     Yuta escuchó cómo el claxon de un auto sonó cerca de él y cuando volvió su mirada, encontró a la castaña que le había estado acosando toda la maldita noche en el teléfono.

     ─ Te he estado esperando tanto tiempo, Yuta, ¿Por qué te demorabas tanto?

     ─ ¿Y tú por qué carajos me llamabas tanto? No me gusta que me acosen, preciosa.

     Yuta sonrió enormemente, mientras se subía en el auto, y el vehículo se puso en marcha enseguida.

     El pub, los tragos, la noche y las mujeres lo estaban esperando. La noche recién empezaba.



¡holAA! FELIZ AÑO NUEVO ATRASADO. ^_^♡

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