Mi guardaespaldas

Por escSOL2004

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Stella Evans le ha tenido miedo a su padre por 18 años, sus pesadillas de volver a verlo se vuelven realidad... Más

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Por escSOL2004


Narra Stella

Me miro al espejo por última vez hasta que estoy conforme con mi imágen. Mi cabello rubio liso y suelto me hace ver formal, pero sin exagerar del todo. Mi maquillaje resalta mis ojos azules esmeralda, mi enterizo azul resalta mi figura y mis tacones de aguja negros me hacen ver más alta.

Abro la puerta de mi cuarto y salgo al pasillo. Bajo las gradas con cuidado de no caerme con estos zapatos y me dirijo a la cocina, ahí se encuentra mi madre tomando café y mi padrastro leyendo el periódico.

-Buenos días- los saludo con una sonrisa y ellos voltean a verme.

-Buenos días, Stella- dicen ambos, me siento al lado de mi padrastro. Bajo mi mirada a mi plato con un omelet de queso con tocino, mi desayuno favorito.

-¿Aún no te han arreglado tu departamento?- pregunta mi padrastro curioso, niego con la cabeza.

Hace una semana mi vecina me pidió favor de cuidar a su hijo ya que la niñera había cancelado y era urgente.
Accedí a cuidarlo por unas horas, el niño es un demonio con cara de angél. No le tomó mucho para tapar mi bañera y llenarla de agua hasta que ser rebalsó de esta, me dieron ganas de ir y cuando abrí todo el agua salió mojando mi departamento entero. Han estado secandolo, pero no hay modo de que terminen.

-Todavía no, seguro dentro de un par de días lo tendré como nuevo- le sonreí.

Ese engendro del demonio las pagará muy caro cuando regrese.

- Vale, ¿pero no sería mejor que te mudaras?- pregunta mi madre

-Tendría que pensarlo, gracias por dejar que me quedará aquí- digo comiendo mi omelet y dandole un sorbo al jugo de naranja frente a mí.

-No hay de que- dicen ambos al unísono

Ambos se conocieron hace 18 años en una reunión de padres del colegio en donde estudiaba Jacob en ese entonces antes de graduarse, ella era la maestra encargada de mi ahora hermanastro. Un día antes de la reunión, Jaime había tenido un problema con un chico ya que este mencionó el suicidio de su madre unos meses atrás, Jacob le dio un golpe en la nariz y los padres del otro chico querían que se expulsara a Jacob, mi madre peleó por Jacob con el director para que no expulsaran al adolescente apiadandose de la historia de su madre así que se hizo esa reunión con los padres, los chicos, el director y ella para no expulsarlo. Quedaron en suspenderlos a ambos 4 días, colocandolos así en el reporte actitudinal. Ryan se acercó a mi madre después de la reunión y la invitó a salir. Mi madre se negó al principio, luego aceptó y salieron a un restaurante italiano muy famoso en esa época. Yo apenas tenía cuatro años, luego de salir varias veces se hicieron novios, mi madre hizo lo imposible para divorciarce en Italia sin tener que regresar a su país natal y hacerlo todo desde Miami, Florida. Un año después de esto, Ryan le propuso matrimonio y se casaron en el vinero de los padres de él. Mi madre se cambió su apellido de Blanca Rossi a Blanca Evans y le preguntó a Ryan si podía yo obtener su apellido ya que mi padre no se cansaría de buscarnos nunca. El rubio aceptó sin darle muchas vueltas al asunto y desde entonces me llamo Stella Evans.

Sigo comiendo mi omelet evitando incomodarme por el silencio que hace en la mesa, soy muy extrovertida y a veces irrito a mis padres o amigos por hablar tanto. Me incomodan los silencios. Cuando era niña recuerdo que pedía hablar aunque ya estuvieran hablando y nunca decía nada, era solo para molestarlos sin saber que les molestaba que interrumpiera.

-¿Cuándo viene Jacob?- les pregunto intentando hacer conversación.

-Seguro que el sábado, tiene mucho trabajo Stella así que no te ilusiones por verlo- dice Ryan y yo suspiro medio enojada, no he visto a Jacob en mucho tiempo ya que nunca me va a visitar al apartamento. Lo extraño tanto. Y a mis sobrinos igual.

-Bueno hija sino te apresuras no llegaras a tu trabajo temprano- dice mi madre apurandome, miro la hora en mi reloj digital y abro los ojos de par en par.

Me levanto de la mesa rápidamente y me despido de ambos con un beso en la mejilla, abro la puerta de mi Mercedes-Benz negro que pagué con mi propio dinero. Amo ser independiente y espero no tener que renunciar a mi independiencia cuando me case, si es que me llego a casar. Cierro la puerta, me coloco el cinturón de seguridad, enciendo el carro, quito el freno de mano, le pongo D con la palanca, coloco el acelerador y me voy a mi trabajo.

Podré no ser la CEO de mi propia empresa, pero tengo un buen puesto como gerente de ventas y llevo trabajando tres años en esta. Llego al parqueo de la empresa, apago el carro y salgo de este. Llevo mi bolsa en mi hombro, subo por el elevador hasta llegar al piso de mi oficina. Salgo del elevador, saludo a la secretaria y entro de una en mi oficina.

Tengo que crear un nuevo diseño inovador para la página de Instagram que tenemos ya que el que usamos se ha vuelto muy simple a comparación del resto de empresas en Instagram. Suspiro, dejo mi bolsa en el piso oculta detrás de mi escritorio blanco, me quito mis tacones y empiezo a planear el diseño.

Unas horas después he terminado el diseño, las letras y los colores. También he actualizado las historias, los posts y he editado los que ya habíamos publicado gracias a que la cuenta es para empresas y no para una cuenta normal.

Ya es hora de almorzar y decido ir con mi amiga Maddie a la cafetería del frente como siempre. La encuentro en su oficina unas puertas de distancia de la mía y entro sin tocar la puerta.

-Maddie, vamos a comer- le digo como hecho y no como pregunta.

Ella asiente guardando sus cosas en una carpeta, se levanta de su escritorio y me sigue a los elevadores. Se cierran las puertas y llegamos al primer piso del edificio, salimos de este y vamos a la cafetería. Entramos y tomamos lugar en la mesa de siempre, nos toman la orden.

-Quiero una pizza margarita con una limonada de hierba buena y un helado napolitano para después de que termine con mi pizza- le digo al mesero, entregandole el menú cuando termino de pedir.

-Y yo quiero quince porciones de sushi Oshi con te frío de limón por favor-dice la castaña frente a mí. El mesero toma su orden, el menú que la chica le ofrece y se retira.

Madeline Sage y yo nos conocimos hace tres años en el trabajo, estabamos peleando por la misma posición y yo gané el puesto. A ella le dieron un empleo muy bueno gracias a que impresionó al jefe con su currículum y nos hicimos amigas de esa manera.

-¿Cómo te fue hoy?- le pregunto a mi amiga, ella sonríe.

-Bien, terminé las cosas que tenía que hacer. Creo que me iré temprano ya que no tengo nada que hacer y pues eso. ¿Qué hay de tí?- pregunta mi amiga, sonrío.

-Igual que tú termine mi trabajo y pues tendre que quedarme a una reunión y de ahí podre irme- le digo, ella escucha detenidamente.

El mesero llega con las bebidas y la comida que le pedimos. Empezamos a comer como si no hubiera un mañana.

Terminamos y saco de mi billetera mi tarjeta de crédito, la cuál le entrego al mesero pagando por ambos almuerzos. Maddie me agradece y le digo que no es nada. Regresamos a la empresa.

***

Después de un largo día en el trabajo me dirijo a la casa de mis padres para poder dormir un poco. Llego a la entrada y abro la puerta.

Mis padres estaban sentados en la sala de estár, serios. Me acerco a ellos para ver porque están así.

-Hola- saludo, mi madre me mira y puedo ver en sus ojos un miedo profundo.

-Hija.....- empieza mi madre

-Tu padre las ha encontrado y quiere que vayas con él. Contrataremos un guardaespaldas para que no te pase nada y si sigue esto tendrás que irte al rancho de mi familia- dice Ryan sin rodeos, es un hombre que va directo al grano.

Me quedo en shock unos segundos, no he visto a mi padre desde la vez que intentó matar a mi mamá y tuvimos que irnos. Él era un alcohólico golpeador que no nos quería. Golpeaba a mi madre constantemente e intentaba golpearme a mí, mi madre nunca lo dejó hacerme daño. Esa noche que el intentó matarla fue cuando ella mencionó lo del divorcio, él se pusó histérico y tiro una botella de vidrio al piso. Luego empezo a ahorcarla para que se asfixiara y muriera. Yo le gritaba para que parara, no me hacía caso hasta que me subí a su espalda y empecé a morderlo en el hombro. Soltó a mi madre y me tiró al piso, yo lloraba y mi madre le pegó con un jarrón dejándolo inconsciente. Mi madre agarró mi mano y nos fuimos al aeropuerto, a los Estados Unidos muy lejos de Italia y nunca más volví a saber de el hasta hoy.

-¿Mi padre?- digo en un susurro, ese señor es un monstruo y no merece que lo llame así.

Mi madre asiente, entregandome una carta la cuál decía La venganza esta cerca de cumplirse - Arturo.

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