Más que enemigos [Editando]

By escSOL2004

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Hanna, chica de veinticinco años que ha trabajado tres años en el FBI, vio a su mejor amigo, Bruno, morir en... More

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Narra Hanna

Me encontraba con Bruno en mi oficina viendo las pistas sobre el asesinato de Nicole Hernandéz, una española de 27 años de edad, su cuerpo fue encontrado en un callejón por un anciano que pasaba por ahí y se percató del estado putrefacto de la mujer.

Llegamos en el auto y colocamos una cinta amarilla para que nadie pasara, me acerqué al cadáver por primera vez y observé que tenía marcas de golpes por toda la cara y parte de los brazos, también tenía un hoyo provocado por algún cuchillo que fue lo que la mató. También cortadas profundas por toda la espalda y parte de sus piernas. Un gran camino de sangre se encuentra debajo de ella, debíamos llevarla con los forenses para ver que podíamos encontrar sobre ella.

Encontramos que su única familia era su novio Alessandro Coppolo con el que vivía en un apartamento pequeño al sur de Grosetto antes de morir. Tendríamos que ir a hacerle unas preguntas sobre la muerte de Nicole.

—Tenemos que ir Hanna, mientras más rápido hablemos con él más oportunidad tendremos de encontrar al o los culpables—dice Bruno, asiento sabiendo que tiene razón y que mientras más rápido acabemos con esto mejor.

—Vamos— digo colocandome mi chaqueta de cuero negra sobre mis hombros, hace mucho frío afuera y no estoy acostumbrada al clima de Italia todavía.

Me llamo Hanna Marshall, tengo 24 años y nací en los Estados Unidos, para ser más específica en Atlanta, Georgia. Me gradué de Quantico a los 22 años y viví en Oregón por un tiempo antes de mudarme a Grosseto por una oferta de trabajo que me pareció excelente. No sabía lo que me esperaba, pero estaba muy feliz de haber conseguido este puesto. Unos meses luego de mudarme a Italia conocí a Bruno D'alonzo quien me enseñó muchas cosas sobre el pueblo que no sabía ya que en mi país no nos enseñan cosas de otros lugares, solo de los Estados Unidos. Nos volvimos amigos además de ser compañeros en la estación de policía, realmente aprecio su amistad a pesar de conocerlo desde hace poco.

Salimos de la estación y subimos al auto, el empieza a manejar hasta llegar a la dirección que Dante, uno de nuestros compañeros analistas, nos otorgó luego de buscarla en la computadora de la estación.

Bajamos del auto y subimos por las escaleras del edificio para llegar al piso de Carlo. Al no ser un sospechoso no lo tenemos que interrogar en la estación, podemos hacerle las preguntas aquí.

Bruno empuña una mano y toca dos veces a la puerta de Carlo. Esperamos un rato y no hay respuesta de su parte, nadie nos abre.

-Policía, ¡abra la puerta!- grita Bruno con su perfecto italiano que me encanta.

Siguen sin abrir o contestar. Bruno y yo nos miramos, el tira la puerta de una patada.

Cuando entramos al apartamento vimos a Carlo intentando salir por la ventana. Corrí detrás de él y justo cuando lo iba a atrapar el salta al basurero. Sale de ahí y corre. Miro a Bruno y ambos corremos bajando las gradas del apartamento. Salimos del lugar y nos subimos al auto de policia.

Empezamos una persecución y llamamos a todas las unidades para detenerlo. Seguro él la mató y la tiro en aquel lugar para no levantar sospechas.

Ibamos detrás de él en la calle, llegamos al muelle y ahí saltó al óceano para que no lo pudieramos atrapar. Demonios.

Bruno se parqueó y alquilamos un bote para seguirlo en el óceano y poder atraparlo, mi compañero aceleró hasta quedar a la par de Carlo. Bruno se detuvo y yo sin dudarlo salté de nuestro bote al del fugitivo.

El me intentó dar un pupetazo, pero lo esquivé, me empujo y casi pierdo el equilibrio. Por suerte pude sostenerme del jalador para no caer al agua. El oceano y yo no somos muy amigos.

Le doy una patada en el torso a Carlo sacandole el aire, esto hace que se distraiga y aprovecho su distracción para colocarle las esposas. Paro el bote para que Bruno pueda subirse.

Cuando el castaño lo hace me ayuda con Carlo y lo subimos a nuestro bote.

-Todo lo que digas puede ser usado en tu contra, sino puedes pagar un abogado uno te será otorgado por el estado- le digo al fugitivo y lo dejo sentado, vigilo que no se escape por nada del mundo.

Bruno da la vuelta para regresar al muelle. En donde nos esperan el resto de los agentes de policía en Grosseto. Llegamos a la orilla, me bajo del bote y Bruno se baja con Carlo agarrandolo por los hombros.

—Buen trabajo agentes—nos felicita nuestro jefe, un hombre alto de tez blanca, ojos avellanados y cabello negro.

-Gracias señor- dice Bruno abriendo la puerta de la parte de atrás para meter al fugitivo en este. Cierra la puerta y nos subimos cada uno en su lado.

Vamos a la estación, bajamos del auto y entramos en esta. Llevo al señor Coppolo a su celda, lo meto ahí y cuerro con llave para que no salga.

Me da hambre y decido ir a la sala de descanso donde comemos donas y tomamos cafe en una mesa circular que hay en esta. Abro la puerta, agarro una dona de chocolate con anicillos y me sirvo una taza de café. Me siento en una de las sillas de la mesa y como.

Tiempo después llega Bruno, se sienta en frente mío y platicamos un rato. Acabamos con la comida y nos dirigimos a mi escritorio, en donde doy por concluido el asesinato de Nicole Hernandéz. Me dedico a hacerle una ficha a Carlo Coppolo con asesinato en segundo grado, solo falta el arma homicida una declaración y el testimonio de algún testigo para ppder meterlo en la carcél por mucho tiempo.

—¿Encontraron el arma?—me pregunta Helen, una compañera de trabajo, niego con la cabeza.

—Todavía no, Bruno fue a buscarla. Me dijo que me quedara haciendo el papeleo—le digo y ella asiente, sale de mi oficina y la pierdo de vista.

Decido que es momento de interrogar a Carlo por lo que bajo al área de las celdas, llego a la suya y la abro. Lo llevo a una puerta en donde él se sienta enfrente mío. Le muestro fotos de como encontramos a Nicole y él no dice nada, solo se queda callado mirándolas sin ningún sentimiento ni de culpa, tristeza o arrepentimiento.

—Señor Coppolo necesito que me ayude a entender porque mató a su novia—le digo firmemente.

—Yo no la maté—dice frío, lo miro con cara de pocos amigos y él me levanta la mirada.

—Sino fue usted, ¿Por qué huyó de su apartamento?—le pregunto seria.

—No le puedo decir— me dice serio, anoto en mi libreta que no copera para dar por concluido el caso.

—¿Por qué no?—le pregunto con curiosidad.

Silencio de su parte.

¿A quién esta protegiendo?

—Usted tiene un historial de drogas y narcotráfico, ha sido puesto en libertad condicional una vez y ha pasado varias noches en la misma celda donde lo puse hace rato. Es obvio que la mató, solo tiene que escribir que le pasó a Nicole y su sentencia puede que baje cinco años— le digo, el niega con la cabeza.

—Quiero a mi abogado—dice serio. Suspiro.

Guardo las cosas en una carpeta y salgo de ahí. Hago una llamada al que sería el abogado de Carlo, para que viniera con el anteriormente mencionado.

—Voy en camino—dice, me despido y cuelgo la llamada.

Bruno llega e indica que no han encontrado el arma homicida, me ofrezco a ayudarlo después de todo soy su compañera en este caso.

—Revisamos en todo el apartamento y no encontramos nada, en el callejón tampoco. Seguramente la tiró en algún lugar y sin eso no podemos inculparlo— dice Bruno manejando, sus tatuajes resaltan cuando mueve sus manos como las manecillas de un reloj.

—¿Revisaron el basurero detrás de su apartamento?, puede ser que esté ahí— le pregunto, el niega.

Llegamos al edificio y fuimos a la parte trasera de este para encontrar el cuchillo con el cuál mató a Nicole. Nos ponemos unos guantes y sacamos las bolsas de basura del contenedor. Rompo una y saco su contenido, botellas de plástico, latas de cerveza papel higiénico de todo menos el cuchillo. Seguímos abriendo bolsas que tenían lo mismo cajas de pizza, latas, cartones de huevos, pero no encontramos el arma homicida. Pensé que estaría aquí, al parecer me equivoqué.

Tiramos la basura en el contenedor y subimos al auto, pasamos por otros contenedores de basura cerca de la calle del homicidio, no lo encontramos.

Luego de preguntar a las personas cerca del lugar si habían visto algo sospechoso la noche anterior y recibir un no como respuesta decidimos regresar a la comisaría.

Tendríamos que dejar a Carlo en la noche y liberarlo en la mañana. Sin pruebas suficientes más que una persecución y un historial de narcotráfico tendríamos que soltarlo.

—Hiciste un buen trabajo Hanna, ya encontraremos el cuchillo—dice Bruno colocandose su chaqueta que lo hacía lucir muy bien.

—Tu también lo hiciste Bruno, ojála tengas razón— le sonrío bufando y me levanto del escritorio.

Salimos juntos cada uno se va a su auto, entro en el mío y voy a mi apartamento que queda cerca de la estación.

Entro a este y me encuentro con mi perrita de raza volpino, la adopté luego de encontrarla en el sótano de una casa abandonada por sus dueños.

—Hola amor, ¿quieres algo de comer?— le digo y rio por mis ocurriencias. Los perrps no pueden hablar.

Coloco el plato enfrente de su cara y le sirvo unas galletas especiales para perros, le sirvo agua en otro plato y se lo doy para que tome.

Sonrío y voy a mi cuarto,me lavo los dientes, me coloco mi pijama y me quedo dormida.

Me despierto por el rington en mi celular, me restriego los ojos con los puños y respondo sin percartarme de la hora hasta después. Abro mis ojos de par en par cuando veo que son las tres de la mañana.

—¿Bueno?— pregunto adormilada

—Soy Helen, han matado a Carlo—dice y me levanto de mi cama. Me coloco una blusa gris con un pantalón negro y unas vans negras.

—Voy para hallá—le digo y cuelgo.

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