GOSSIP

By MJaneOx

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Bienvenidos de vuelta a la clase alta del lado este de la ciudad de Nueva York, Disculpen ¿Dije Nueva York? o... More

Prologo
Capitulo 1: Los Nuevos
Capitulo 2: El renacer del fenix
Capitulo 3: El Chico es Mio
Capitulo 4: El Rey se escribe con H
Capitulo 5: Champagne VS Chardonnay
Capitulo 6: Él tenía una Hermana
Capitulo 7: El efecto Targaryen
Capitulo 8: Si Mahoma no va a la montaña...
Capitulo 9: Todo el mundo odia a Cyrell Bernard (Parte I)
Capitulo 11: The Devil Wears Prada
Capitulo 12: En caso de emergencia... presione B
Capitulo 13: Dilema
Capitulo 14: Novias y Esposas
Capitulo 15: Manhattan se divierte con París
Horoscopo Chismoso
Capitulo 16: Llamas en el Lobby
Capitulo 16: El Novio

Capitulo 10: Todo el mundo odia a Cyrell Bernard (Parte II)

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By MJaneOx

“Deprisa Lyla, Barb me pidió que nos encontráramos aquí”

Henry Bass, tomo la mano de su media-hermana y arrastro el diminuto cuerpo de bailarina de Dalila; por en medio de una multitud completa de reporteros, que esperaban por ellos, como hienas hambrientas en la entrada del imponente palacio. Lyla dejo que las suaves manos de Bass se fundieran con las suyas, como si hubieran sido perfectamente creadas para estar entrelazadas por el resto de sus días. Sintió el brillante piso de mármol bajo las suelas de sus zapatos baratos y giro su vista hacia todos lados, para poder darle un ligero vistazo al hermoso lugar en el que ella había aterrizado.

Para los que a muchos les parecía un sobrio, ruidoso, estresante y conglomerado lugar. Para Lyla, se convertía rápidamente en el lugar más hermoso que ella visto en su vida.

Aunque Dalila había vivido toda su vida, en el destino número uno de los insoportables turistas. Ella nunca había llegado a visualizar los maravillosos monumentos arquitectónicos que tenía su ciudad, tan de cerca.

Toda su vida, había transcurrido de la manera más rápida y trágica posible, Dalila no había tenido un solo segundo para disfrutar de su infancia, ni mucho menos  de su adolescencia. Ella había estado tan ocupada tratando de sobrevivir, que a la pequeña rubia se le había olvido por completo lo que realmente era vivir.  

Ella debía ser dulce y amable bajo cualquier circunstancia, porque nadie podría querer a un perro callejero con rabia como el miembro más reciente de su nueva familia. Callada, pulcra y obediente, porque había una larga vara de madera que esperaba por ella bajo el mugriento suelo de algún sótano. Irrelevante, invisible y sin pensamientos propios; porque quien querría escuchar los inalcanzables sueños de una triste bastarda.

Había una inmensa línea que separaba los recuerdos más oscuros de Dalila, de los que hacían iluminar el inmenso cofre polvoriento en la cabeza de la chica.

Como cuando su madre le había prometido que pasarían su cumpleaños número siete, fuera de un deprimente cuarto de hospital.  

La noche anterior a su cumpleaños, Eva se las había ingeniado para esconderse junto a su pequeña, en uno de los coloridos arbustos del jardín de Versalles.  Ambas habían pasado la noche en vela, susurrando canciones francesas de cuna y contando las luciérnagas que se posaban sobres sus pálidas cabelleras. Sus cuerpos habían sido calentados por las hermosas gardenias que las rodeaban a sus lados y sus estómagos se habían alimentado con brillantes estrellas que iluminaban todo el cielo parisino en esa noche de septiembre. Dalila aún recordaba las últimas palabras de su madre le había dicho esa noche: “Hazle saber al mundo quien eres mi amor. Tú has sido bendecida con talento y esa, es una de las grandes cosas que ellos jamás te podrán arrebatar”.

Los ojos de Dalila, aún se llenaban de lágrimas al recordar esa noche. La última noche que ella había visto sonreír a su madre. Y la noche anterior en la que los ojos de Eva, habían perdido su brillo al igual como lo habían hecho las hermosas estrellas con la llegada de la alborada.

“Un minuto, ¿Acaso no es este el lugar, en donde se está llevando a cabo la audiencia de nuestra directora? “Pregunto Dalila, con la mirada fija sobre el lindo rostro de su medio-hermano “Bueno, supongo que eso explica las hienas hambrientas que nos esperaban en la entrada” Henry giro sus profundos ojos marrones hacia la iluminada comisura de los labios de Dalila y pudiendo morder los suyos, el respondió: “La retorcida mente de Barb, siempre quiere estar en el obligo del mundo. No me preguntes a mí, yo solo culpo a Jack y a Georgina” Lyla fruncía su seño y sus ojos azul cielo, eran casi invisibles bajo la luz de la inmensa araña del siglo XVI. “¿Jack y Georgina?” Bass casi se atragantaba con su propia lengua, él había quebrantado una de las reglas principales de la lista de cosas prohibidas que él había elaborado en su inestable cabecita. Si, él le había hablado a Dalila de sus familiares, SUS FAMILIARES en letras mayúsculas. “Ellos son mis tíos, los padres de Georgina. Ya sabes, la chica castaña que te visito mientras estabas en el hospital” Lyla comenzaba a asentir lentamente con su cabeza. “¿Sabes qué? Te dejo la historia para otro día. Ahora, creo que debemos enfocarnos en encontrar a Barb”.

Dalila frunció una vez más su seño y clavo sus brillantes ojos azules en los labios temblorosos de su medio hermano. Bass sintió como si estuviera siendo hipnotizado por dos inmensos icebergs, un pequeño escalofrió recorrió todo su cuerpo. Era como si Dalila pudiera leer cada uno de sus pensamientos, cada uno de sus grotescos, indebidos y muy deprimentes papelillos que revoloteaban por toda la superficie de su desordenada mente.

“Esto va mal Stass, muy, muy mal” Sebastien Fountenuir, mordía el borde del contenido, del Latte con espuma que hervía sobre sus manos. Apoyando todo su cuerpo, sobre la pared con el exclusivo diseño en papel tapiz, en donde descansaba la humeante máquina de café instantáneo. “Si lo sé, sé que a veces quisiera estrangular el cuello de Cy con mis propias manos. Pero, tampoco me gustaría tener que verlo con un deprimente enterizo, por el resto de su vida”. Dijo Anastasia, presionando el botón número 3 (descafeinado con vainilla) de la pequeña maquina azul real “Además, Papa tiene razón. Todo es culpa de la zorra de Camille, no es como si Cy la hubiera apuntado con una pistola y la hubiera obligado a despojarse de todo su honor” Sebastien seguía incrustando sus dientes sobre el envase de cartón bio-degradable. “Bueno, el en realidad si utilizo su arma contra ella” Seb llevo sus pupilas hacia el cierre de su pantalón y sus ojos verdes brillaron con  picardía. “¡Idiota! ¡No encuentro una razón coherente por la cual me gustes tanto!” Pequeñas y lindas mentiras blancas querida. Pequeñas y lindas mentiras blancas. “Eh… tal vez porque soy irresistible, y soy el trofeo que todas esperan obtener y…” los labios de Seb se seguían moviendo, pero Stass estaba dispuesta a hacerlos detener con su propia voluntad. “Ya cállate” Anastasia acerco su rostro al de Seb y con el aroma de leche de almendras, azúcar y cacao molido que salían por los labios del chico, ella estaba totalmente convencida en crear el primer Des-latte con sabor a Steb del mundo.

“¡¡Stass!!” Exclamo una chica desde el otro lado del pasillo. “¡Mira Bass! ¡Es Stass!” la rubia tomo el brazo de Henry y lo arrastro como el pedazo de plástico flotando en el aire, en el que Bass se convertía, cada vez que estaba junto a su hermosa media-hermana.

“¡Lyla! Respondió Stass, encontrándose con los rostros de Dalila y Henry Bass frente a ella “¿Pero qué haces aquí?” Sebastien y Henry cruzaron miradas “Seb, ella es Lyla Noel” las pupilas de Stass se llenaban de alegría. “La más nueva adquisición de la academia y la mejor bailarina que hemos tenido en nuestro año” Lyla ponía una dulce sonrisa sobre el rostro de Sebastien. “Un momento, ¿Ustedes dos… se conocen?” Una pequeña gota de sudor bajaba por la frente de Bass. El solo esperaba, con que los pedazos de su sucio secreto no tuvieran que lidiar con más piezas descompuestas. “Por supuesto; Lyla y yo estamos juntas en la clase de la Srta. Blanchard”Contesto Stass, acomodando un pedazo de su cabello dorado detrás de su oreja. “Un minuto, ¡Yo ya te conozco! ¡Tú eres la chica del Catering! La chica que Cy trato de conquistar mientras estábamos en el ascensor” Los ojos de Sebastien volvían a brillar y los de Henry Bass se llenaban de furia, celos y otras adicciones. “¡Vaya! En realidad el mundo es un pequeño pañuelo” «Si lo es, y yo podría romperle la cara a tu amigo» Pensó Bass. “Pero Lyla, no me habías comentado que tú y Bass ya se conocían” Continuo Anastasia, con la desesperante intriga corriendo por toda su cabeza. “¿Bass? ¿Tú también conoces a Henry? ¡Vaya! Parece como si nuestros caminos estuvieran destinados a encontrarse”

¡Oh la pequeña e inocente Dalila!  Por supuesto que lo están, rubiecita. Esa, es la verdadera teoría del todo. 

“¡Él dijo que me amaba, él dijo que me amaba!” Decía una de las bailarinas del tercer año de la academia. Con sus ojos llorosos y rojos, mientras dejaba imprimidos todos sus fluidos nasales sobre el brillante pañuelo, que el empedernido retratista le había ofrecido amablemente. “¡Ese chico es bestia, un mentiroso, un criminal!” La competencia pelirroja de Arthur, lucia bastante maravillada desde el asiento que ocupaba junto a su “inocente” cliente en la larga mesa de roble. “Solo me utilizo como un pedazo de papel y luego me tiro a la basura, como una ficha más en su juego de ajedrez”.

Deborah Forbes, había reclutado a un ejército completo de: Todo el mundo odia a Cyrell Bernard; como el anhelado equipo de testigos que apoyaban su teoría.

Luego de Briggite Martell, vinieron las gemelas Durand. Clara y Claire Durand, habían sido  las dos hermanas que encabezan el grupo de hippies más afamado de toda la academia. Y las hijas del conocido secretario de estado Christopher Durand; le habían prometido a Cy, que en su grupo liberal tenían la mejor y más fresca hierba de toda la ciudad, aquella que lograría poner a todos a volar, y lo haría salir excelente en todos los exámenes finales de la academia.

Así que Cy había mantenido un romance con ambas, sin que la otra se enterara.  De nueve a tres con Clara y de cuatro a siete con Claire. ¿Parece un buen plan, ciertos pequeños? Bueno, lo que no planeaba Cyrell es que un día mientras se acostaba con Clara en la cama de Claire, las gemelas habían creado un plan para grabar todo el asunto y hacerlo quedar en ridículo frente a toda la escuela. Cy rogó y rogó, pero cuando las gemelas no pudieron desistir, el finalmente las amenazo con la única arma que jamás le fallaba (No, no hablo de su miembro pervertidas) hablo de su fortuna.

Cy invento una dramática y muy elaborada historia, sobre el multimillonario hermano de su padre que trabajaba en Londres para la DEA. Y con una simple y silenciosa llamada, ellas y todo su grupo de narcotráfico podrían pudrirse por toda su vida en una cárcel de alta seguridad, muy lejos de ver la luz brillante de la Torre Eiffel en su esplendor más especial.

Eso, había logrado mantener a las gemelas en calma por un par de meses; pero cuando ellas descubrieron que todo lo que había salido de los labios de Cyrell, era una rotunda mentira. Las chicas estaban totalmente dispuestas a vender el vídeo sexual de Cy a todo el planeta si fuera posible. Entonces, allí fue el momento en que el Frank Underwood interno de Cy despertó. Él se disculpó con las chicas y juro que las amaba a ambas (como si eso fuera posible) y cuando logro recobrar la confianza de ambas, el las manipulo para que abusaran de todas las drogas y el alcohol que su amado príncipe azul había comprado especialmente para ellas.

Así que las gemelas finalmente mordieron el anzuelo. Y cuando Cy las volvió a tener en la palma de su mano, el grabo todo el desastre en el que ellas se habían convertido y lo envío amablemente a su poderoso padre. Y con una reputación tan impecable como un alto miembro del gobierno francés debe mantener, el importante hombre no tuvo más remedio, que exiliar a sus hijas de Paris e internarlas en una clínica de Rehabilitación, en la fría y alejada ciudad de Estambul. 

 “Lo que Cyrell Bernard nos hizo a mi hermana y a mí, es totalmente inaceptable” Dijo Clara, con una expresión de tristeza y rabia que se reflejaba sobre el lienzo del artista que permanecía en un rincón de la sala. “Claire y yo fuimos sus muñecas de juego durante muchos años, obedecíamos a todas sus órdenes, incluso nos mantenía drogadas para que pudiéramos terminar todos sus deberes de la escuela a tiempo” Y el óscar es para… “Nos juró amor verdadero al mismo tiempo que nos engañaba con la otra” Agrego Claire Durand, luego de haber tomado el puesto de su hermana. “Estoy segura, que hizo lo mismo con nuestra respetada ex-directora”. Los ojos grises de Camille De La Rouse, permanecían tan limpios como el agua y tan brillantes como una victoria imprevista. “Sé que algún día pagara por todas sus acciones y espero con ansias… que este sea el momento”.

Las dos gemelas, plasmaron una amplia sonrisa de satisfacción sobre sus rostros e hicieron su salida de la sala, como dos niñas ingenuas que descubren el brillo labial por primera vez.  Los padres de Cy, mantuvieron sus pies entrelazados por debajo de la mesa como muestra de mutuo apoyo y el espíritu de cazador del padre de Stass se mantenía brillando por su ausencia.

Pronto, fue el momento para el cuarto testigo a favor de Camille De La Rouse. La implacable pelirroja, sabía que estaba a tan solo segundos de poder mandar a la ególatra cabeza de Cy a la Horca, todo su plan maléfico estaba saliendo a la perfección y tan solo faltaba su llave maestra para asegurar su victoria.

 “Repita su nombre, Srta.” Pronuncio el fiscal del distrito, con su uniforme de soldadillo en Barbie Cascanueces mientras hacía levantar la palma derecha del cuarto miembro en el equipo diabólico de Deborah Forbes. 

La mente de Cy, estaba flotando por el subsuelo de su conciencia. El sentía como si estuviera cargando con el peso de cien hombres, bajo sus hombros. Mantenía su mirada fundida sobre la brillante mesa de roble, como si sus ojos pudieran quedarse incrustados en ella para siempre. Seguía cabiz-bajo, y con su corazón de chico malo severamente aplastado, no quería escuchar a nadie, hablar con nadie, ni mirar a nadie. Ni siquiera a la pesadilla que acaba de tomar asiento en el estrado.

“Katrina Katherine Black” Repitió la profesora de improvisación musical, con una ligera sonrisa en su rostro, dibujada sobre el labial Russian Red de Mac que contenía en sus labios. “Entonces Srta. Como ya se le debe haber informado, la abogada defensora de la Srta. De La Rouse. Ha planteado una teoría sobre la verdadera razón por la que su cliente ha sido incriminada” Las Manos de Kathleen Bernard comenzaban a sudar. Analizaba en su cabeza cada pequeño minuto en el que su hijo se había transformado de un simple e inocente testigo, a un posible acusado en el caso más comentado de toda la ciudad. “En donde el Señor Cyrell Bernard, inicio una relación romántica con la acusada. Manipulándola con su deshonesto afecto para que ella pudiera sentir lastima por él, y así lograr cambiar el rumbo que estaba tomando su futuro académico” Continuo el juez de la corte, observando a Katrina por encima de sus lentes en forma de media luna. “Así que Srta. Black; que nos podría usted aportar en la teoría planteada por la abogada Forbes”.

Arthur permaneció a un lado de Katrina, totalmente preparado para la tormenta eléctrica que la profesora iba a dejar caer sobre su impecable cabellera dorada. Deborah cruzo sus piernas desde su puesto, y masajeo las puntas de su cabello rojizo como símbolo de abstinencia.

“Bueno, Su Señoría” Katrina continuaba hablando con una pequeña sonrisa en su boca. “Desde mi punto de vista, no me parece descabellada la teoría que ha planteado la respectada abogada de la Srta. De La Rouse” Deborah y Camille cruzaron miradas. “El Joven Bernard, siempre ha mantenido un espíritu escolar muy bajo de lo esperado” Cy subió a un poco su cabeza y se encontró con el rostro de su profesora en total éxtasis. “Llega tarde a todas mis clases, hace el ridículo en cada una de ellas. Si le soy franca, Su Señoría; le podría decir que no recuerdo alguna evaluación artística del Señor Bernard, que no haya terminado en un completo fracaso” « Tal vez Cyrell Bernard, es un completo fracaso» murmuro Cy, en su mente. “Y el único motivo por el que el Joven Bernard continua en nuestra academia, es por los supuestos trabajos comunitarios con los que el chico consigue la mitad de la nota en todas sus evaluaciones.” Los labios de Katrina se habían detenido por un segundo, sus grandes ojos color avellana se habían dirigido al cuarteto que entraba por la puerta principal de la corte.

El corazón de Katrina comenzaba a alborotarse como el de una desesperada adolescente. Cy giro su cabeza hacia atrás, y se encontró con la inesperada distracción de La Srta. Black. Imprimió una gran y muy cínica sonrisa en su rostro y saludo a sus tres amigos y la desubicada chica del catering desde su puesto. 

Cada noche en sus sueños más salvajes, el cuerpo de Katrina Black se impregnaba de un jugoso y joven perfume con el nombre de Henry Charles Bass. El desconocido chico de Manhattan, la acompañaba en cada uno de los alocados escenarios que la negra mente de Black reproducía para ella hasta el amanecer: Al desayuno con jugo de naranja, orquídeas puestas en agua y tres macaroons para cuidar la figura. En año nuevo, con el cielo de Champ de Mars cubierto de fuegos artificiales, palabras de amor y el olor a marihuana de los vacacionistas tumbados en el césped con su propio vomito como su más preciada compañía.  ¿Bastante romántico, cierto queridos?  ¡Oh mis hermosos y retorcidos parisinos! Ustedes hacen que mi trabajo se vuelva tan simple…

“¿Pero qué está sucediendo? ¿Acaso Cy… nos está saludando?” Susurro Stass entre dientes, luego de haber tomado asiento en la segunda fila de la inmaculada sala de justicia. “Y esta... ¿Feliz?” Sebastien lucia aún más confundido que ella. “Esto... es…  bastante confuso Seb ¿Qué debemos hacer?” Sonríen y saluden muchachos, sonríen y saluden. “Te lo dije…  fue una pésima idea invitar a Henry y a Lyla a acompañarnos en la audiencia” Seb empezaba a levantar su brazo, intentando poder agitar su mano en el aire tan triunfantemente como se suponía que él debía hacerlo. “¿Pero qué estás haciendo? Estamos en una corte ¡Por amor a Christian Louboutin!”Anastasia pellizco la piel erizada del brazo de su eterno enamorado, y lo devolvió a su posición inicial. “¿Por amor a Christian Louboutin?” Pregunto Sebastien, quitando su mirada del rostro enmudecido de su amigo. “Si, bueno… tu entiendes mi punto” Anastasia rodó las pupilas de sus ojos azul-verdosos de la magnífica manera en la que su “mejor amiga” solía hacerlo. “Eh… seguimos aquí” Pronunciaron Henry y Lyla al mismo tiempo, mientras Bass se convertía en el próximo blanco fácil de las chiquillas, hijas de cupido en el jurado.

Katrina seguía manteniendo su atención sobre Barney y sus amigos, perdón Henry y sus amigos.

 “¿Acaso ha perdido el curso de su declaración Srta. Black?” Arthur dio un paso al frente, sus ojos combinaban con el traje azul marino de Gucci, que la zorra pelirroja había recogido para él, en la tintorería más cercana a su diminuto apartamento (solo media hectárea). “No… yo… yo…” Kathleen Bernard aplastaba el pie de su primogénito por debajo de la mesa mientras este se reía a carcajadas con su boca tapada en los incómodos asientos de roble. “¿Qué sucede Srta. Black? Pensé que el testimonio que me aseguro la Srta. Forbes iba a ser un más duradero de lo esperado…”El juez llevo  sus ojos vidriosos hacia el rostro enfurecido de Deborah Forbes. “Por supuesto, Su señoría. Lamento el haberme distraído por un segundo” ¿Es mejor pedir perdón o pedir permiso? “Como venía relatando su Señoría;  Siempre me pareció sospechosa toda la situación de los créditos especiales por el trabajo de filantropía que realizaba el Joven Bernard.” Katrina intento recuperarse de su shock emocio-bass. “Así que no me sorprende del todo, que el Sr Bernard haya aprovechado de su situación sentimental con la Srta De La Rouse para poder cambiar el rumbo de su futuro académico” «Lo único que te sorprende, es el rostro del líder de la mafia neoyorquina ¿Cierto perra?» Si Cy pudiera hacer dinero con las veces que llamaba Perra a Katrina en su mente. Él, claramente se volvería millonario. Oh esperen… el egocéntrico testigo/acusado ya lo era. “Srta. Black, ¿Alguna vez escucho hablar a mi cliente sobre el supuesto plan maléfico que tenía contra su directora?” Katrina hizo una mueca de disgusto con sus labios. “¡Objeción su Señoría!” Exclamo Deborah Forbes, levantándose de su puesto. “Cuando el Sr Roux-Rigardi emplea la palabra: Supuesto, en su oración. Tan solo quiere quitarle validez a la teoría que he planteado” Arthur evito reírse en la cara de Forbes. “Tan solo estoy una simple pregunta al testigo, Su Señoría” Contesto el padre Stass con ironia. “Desde luego Sr Roux-Rigardi, puede proseguir” El padre de Stass había recuperado su confianza, necesitaba hacer el movimiento adecuado para poder hundir la ridícula teoría de Forbes de una vez por todas. “Entonces Srta. Black ¿Podría estar usted cien por ciento segura, de que la teoría planteada por mi colega es totalmente válida para este caso en particular?” La cabeza de Katrina, comenzaba a moverse a la velocidad de una ruleta rusa a punto de salirse de su eje principal. “Eh... no... supongo que no” Arthur plasmo una invisible sonrisa de oreja a oreja en su mente. “Gracias Su Señoría, eso era todo lo que quería escuchar”.

Arthur giro todo su cuerpo, y se dirigió de manera triunfante al puesto que ocupaba en la larga mesa de Roble. Kathleen respiro profundo y dejo salir un suspiro mientras entrelazaba su mano con la de su poderoso esposo.

Todo parecía haber cambiado para la suerte de Cy, Tal vez el destino había mandado a el intruso americano para poder salvar el sucio trasero de nuestro por siempre chico malo.

Se había hecho justicia, no había ningún testigo que la necesitada pelirroja pudiera convertir en el mazo de madera que determinaría en futuro penal de Cyrell  y la zorra de Camille, podría pagar felizmente en la cárcel sus deseos de Cougar incomprendida.

Incluso una pequeña canción improvisada, se inmiscuía en la mente de Cy:

Este es el Blues al estilo Bernard

Puta Camille un enterizo tendrás que usar

Y el lindo Cyrell de la cárcel se podrá librar

No estés triste siempre me podrás llamar

Pues un chico malo nunca puede descansar

“Terminando con el testigo de la Srta. Forbes, creo que es hora de que la acusada pase al estrado” Dijo el Juez, llevando su mirada hacia la hora local en su pulso de oro. “Espere un minuto Su Señoría, creo que tengo en línea un muy importante testigo en la teoría planteada” Deborah incrusto sus uñas acrílicas sobre los botones de su teléfono celular. “Pues entonces hágala pasar lo más rápido posible Srta. Forbes” El intimidante hombre volvía a ponerse su disfraz de lobo feroz “Como ordene, Su señoría”.

La pelirroja llevo sus malévolos labios hacia el oído culpable de Camille De La Rouse. Arrojando un par de palabras en los orificios sonoros de la acusada, para que ella pudiera sacara una siniestra sonrisa de su rostro y así continuar con el bendito plan maléfico que se traían en manos.

Cy continuaba buceando en las profundidades y tumultuosas aguas de su felicidad. No necesitaba un tanque de oxígeno o un traje de látex especial, para poder mantenerse a flote. Todo lo que el necesitaba en ese instante, era el poder absorber la serenidad que brotaba uniformente por toda la superficie de los rostros de sus padres. Balthasar y Kathleen Bernard al fin se mostraban en calma; la pesadilla que ellos estaban viviendo, estaba muy cerca que llegar a su final. Cyrell podía visualizar la línea de llegada al final del pasillo, sus días de tambalearse en la cuerda floja se habían desvanecido. El lucia feliz, mas que feliz.  Hasta había agregado un par más de versos a su canción improvisada:

Cy es el mejor, Cy es el peor

Fiesta en la suite será el reventón

De Cartier a Vivier lo que quieras será un millón

Conquistar a Belle ese será el problemón  

Los stilettos de imitación de Deborah Forbes, atravesaron toda la sala de la corte de justicia.  Murmullos y especulaciones invadieron el lugar mientras la pelirroja se dirigía hacia su destino.

Dos de los reporteros despiadados de la cuarta fila, intentaron estirar sus narices de ancianas fisgonas, lo más que pudieron para poder olfatear hasta el más minino extracto de perfume que podría delatar la identidad del nuevo testigo de Forbes. Las incomparables hijas bastardas de cupido, seguían vistiendo sus rostros de rosa pastel mientras deleitaban su paladar ocular escaneando el código secreto que Henry Bass ocultaba bajo su perfecta e indestructible anatomía.

“¿Qué les sucede a esas chicas? Parecen una manada de San Bernandos en celo” Dalila Noel cruzo de mala gana sus brazos, y conecto sus dos grandes icebergs con los ojos azul-verdosos de Anastasia. “Dímelo a mí… yo casi pierdo la paciencia con Sebastien” Stass canalizaba su espíritu de cazadora observando a las chiquillas desde su puesto. “Qué bueno que tu no estés interesada en Bass. Un chico como él… lo único que lograra es hacer quebrar en dos tu corazon.” Dalila guardo el consejo de Stass, como una carta sin remitente para su conciencia. “Y dime Bass ¿Pudiste encontrar a tu misteriosa y desaparecida hermanita? La última vez que nos vimos, todo parecía estar un tanto confuso” Un inmenso escalofrió se adueñó de todas las entrañas de Henry Bass. “¿Una hermana? Pensé que eras hijo único Henry. Dime, ¿Cuándo tendré el privilegio de conocerla?” No necesitas conocerla pequeña Dalila, con mirar tu lindo reflejo creo que bastaría. “Eh… yo…” Bass intentaba buscar las palabras que lograrían zafarlo del dilema que Stass habría creado con sus labios color rosa. “¡Stass!” Exclamo Sebastien, apretando fuertemente la mano de Anastasia e intentando señalar hacia la entrada de la corte con la otra.

Stass giro su mirada hacia donde estaba apuntando el dedo de su amado, y su corazón se comprimió lentamente. Era imposible de creer lo que sus pupilas estaban observando. Briggite, Clara, Claire, Katrina; todas esas perras no tendrían ni la mitad de importancia del testigo que Forbes había encontrado.

 Solo las personas que realmente conocían a Cy sabían que su destino estaba a tan solo minutos que cambiar por completo. Un gran shock invadió los rostros de quienes realmente conocían a Cyrell.

Sebastien temía por el futuro de su amigo, La ira tomaba el cuerpo de Stass como suyo, los padres de Cy no tenían ni la menor idea de lo que estaba pasando y Arthur Roux-Rigardi estaba aún más perdido que todos ellos.

Deborah Forbes acompaño a el cuarto miembro de su equipo fatal hasta el gigante estrado de madera pulida, y lo presumió como el deslumbrante trofeo que ella obtendría al final de la audiencia.

Las notas musicales en la cabeza de Cy se habían caducado.

Todo lo que él podía escuchar, era un gran crujido que provenía desde su interior y que amenazaba con quebrase por completo. Sus ojos oscuros habían perdido su brillo especial, ya no había lugar para una típica media sonrisa. La persona que él creía conocer, se había esfumado de su mente.

Ahora, en su lugar; estaba una gran estatua de hielo. Aquella que lo miraba fijamente desde su puesto, sonría como si estuviera disfrutando de su dolor y pronunciaba claro y fuerte para todo el jurado:

“Isabelle Felicity Fournival”. 

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