Something (Adaptación Camren)

By LoloMasen

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"-Si decido ayudarte, no habrá peligro alguno de que termine enamorándome de ella, ¿no? -bromeé dándole un co... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 13
Capítulo 14: Epílogo

Capítulo 12

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By LoloMasen


Lauren' Pov

Apenas dormí por la noche pensando en Camila, en el plan y en lo que aún me quedaba por hacer. También pensé en Sara y en Shawn, pues no sabía qué habría sucedido entre esos dos, pero me dije que seguramente lo averiguaría al día siguiente. Me parecía imposible lo mucho que había cambiado mi vida en apenas dos semanas… Había pasado de ser un témpano de hielo en lo que al amor se refiere para convertirme en una mujer enamorada pidiendo que le correspondieran. Antes, aquello me habría parecido ridículo, pero en aquellos instantes no había nada que quisiera más que Camila me perdonara y me diera una oportunidad. No sabía si funcionaríamos como pareja, pero quería intentarlo. No había querido intentarlo con nadie hasta que llegó ella, algo tenía que significar.

Por la mañana, cuando entré en la oficina me encontré a Shawn sentado en una de las sillas que había frente a mi escritorio, repiqueteando sus manos en los reposabrazos de la misma.

—Buenos días —lo saludé dejando la chaqueta en el perchero y sentándome en mi silla.

—Hola —me devolvió el saludo sonriente. Al ver que no volvía a abrir la boca, suspiré:

—Bueno, ¿me vas a contar las novedades o voy a tener que suplicar?

—Estaría bien que suplicaras…

Rodé los ojos y después sonreí al ver a mi amigo hacerlo también. Parecía estar de buen humor.

—Entonces cuéntame. ¿Cómo fue con Sara?

—Pues… bien. Comimos juntos. Al principio apenas nos dijimos nada porque tanto ella como yo estábamos muy nerviosos, pero después me armé de valor y le pedí perdón por haber estado tan ciego y por no haberme dado cuenta de que lo que tenía delante era mucho mejor que lo que me rodeaba.

Abrí mucho los ojos sin poder evitarlo.

—Mira qué romántico nos ha salido el muchacho.

Él se echó a reír y se le pusieron rojas las orejas.

—Lo vamos a intentar. Creo que debemos darnos una oportunidad… para ver a dónde nos lleva todo esto.

—No sabes cuánto me alegro de oír eso, Shawn. Tanto tú como ella se lo merecen.

—Sí. No sé cómo pude dejarme deslumbrar como lo hice por Camila, sin ni siquiera conocerla.

—Camila tiene ese poder —murmuré mirándome las manos con atención.

Él me miró, afligido.

—Seguro que sí, pero al final entendí que no estaba hecha para mí. En cambio, parece ser perfecta para ti.

Sonreí levemente y me encogí de hombros.

—Ahora es ella la que tiene que darse cuenta de ello.

—Lo hará… tarde o temprano. Si quieres puedo hablar con ella y explicarle…

—Te lo agradezco, Shawn, pero he terminado con el tema de los intermediarios. La culpa fue mía, y yo lo arreglaré. Además, tú ya tienes bastante con recuperar todo el tiempo que han perdido Sara y tú.

Mi amigo volvió a sonrojarse y le entró la risa tonta.

—Lo cierto es que empezamos a recuperarlo ayer —admitió, más feliz que unas castañuelas.

Yo no pude hacer más que reírme entre dientes.

—Por eso estás tan contento hoy. ¿Ahora me crees cuando te decía que el sexo alegra la vida?

—Sí, tenías toda la razón. Y si lo puedes compartir con una persona especial…

—Te hace tocar el cielo —terminé la frase por él, pensando en lo verídica que era, pues con ninguna otra persona llegué a sentir lo que sentí cuando estaba con Camila.

— ¿Quién es la romántica ahora?

Nos comenzamos a reír y fue entonces cuando comprendí llena de felicidad que nuestra relación volvía a ser la misma de antes.

.

.

.

Aproveché a la hora del desayuno para salir de la empresa y dirigirme a una de las floristerías más reconocidas de la ciudad. Una vez allí encargué una docena de rosas rojas, las más bonitas que tuvieran, acompañadas de una nota que escribí de mi puño y letra. Les pedí que las llevaran a la tienda en la que trabajaba Camila por las mañanas, y que lo ideal sería que lo hicieran en aquel mismo momento. Me dijeron que tardarían unos veinte minutos en preparar el ramo y que en una media hora o así se lo entregarían, por lo que, tras pagar las flores, salí de la tienda y en mi auto me dirigí a la tienda de Camila. No iba a entrar, iba a ver el espectáculo desde mi vehículo porque era preciso que no me viera hasta que mi plan hubiese acabado. Pero claro que quería ver su cara al recibir el ramo de rosas. Era un cliché, lo sabía, y quizá si le diera la oportunidad Camila me colocaría el ramo de sombrero, pero tenía que intentarlo.

Aparqué el auto lo bastante lejos como para que ella no reparara en mi presencia, pero lo bastante cerca como para que pudiera ver su rostro al recibir el ramo. Estaba sola en la tienda, pues daba la sensación que no entraba mucha gente, pero Camila iba de acá para allá ordenando y limpiando las estanterías sin descanso. Al cabo de un rato el repartidor de la tienda de flores aparcó frente al establecimiento y, tras asegurarse de que la dirección que le había dado era la correcta, entró, consiguiendo que ella lo mirara con los ojos abiertos de par en par. Le entregó el ramo de flores (que había quedado precioso, todo hay que decirlo) y le aclaró algo, seguramente que entre todos esos pétalos había una nota que tenía que leer. El repartidor se marchó pocos segundos después y yo vi a Camila contemplando con detenimiento las rosas, buscando entre ellas la nota que le había dejado. Cuando dio con el sobre que la contenía, lo separó de las flores y dejó estas encima del mostrador. A continuación sacó la nota y la leyó mordiéndose los labios:

"'Woman, please let me explain I never meant to cause you sorrow or pain. So let me tell you again and again and again… I love you.'

Nunca te lo había dicho antes, pero es cierto. Lauren."

Para escribir aquella nota había sido John Lennon quien me había inspirado, y había agradecido enormemente sus palabras sencillas pero claras. Era la primera vez que le decía a Camila que la quería, y era consciente de que habría sido mejor decírselo cara a cara, pero no me lo habría permitido. La vi leer la nota una y otra vez, para después pasarse la mano por el rostro. Decidí que ya había visto bastante y que si continuaba allí al final me descubriría. Por eso arranqué y me marché de allí sintiendo que de momento iba por buen camino.

.

.

.

La última parte de mi plan la llevaría a cabo al día siguiente por la tarde, pero volvería a necesitar la ayuda de Sophie. Por eso, a la hora del desayuno del miércoles volví a ir a la cafetería aprovechando que Camila estaba en la tienda. Después de acercarme a la barra y de recibir la típica mirada mordaz de Sophie, le sonreí.

— ¿Aún no te has cansado?

—Mi plan no ha terminado, si todo va bien lo hará esta tarde… Pero vuelvo a necesitar tu ayuda.

Pensé que lo más probable era que Camila le hubiera comentado a su hermana lo del ramo de rosas y que le hubiera explicado cómo se sentía al respecto… Pero no. Lo mejor para mí sería no saber nada de lo que pensaba Camila, al menos hasta que el plan hubiera finalizado. Si se daba el caso de que estaba funcionando, me confiaría y quizá no me esforzaría como iba a hacerlo aún sin saber nada de los sentimientos de Camila.

— ¿Ahora qué quieres?

Era consciente de que lo que iba a pedirle era algo precipitado y que corría el riesgo de que Sophie se negara en absoluto, pero si había llegado hasta allí no podía dejar el plan a medias.

—Necesito saber si… tienes una copia de las llaves del departamento de Camila.

Ella se puso muy seria y me fulminó con la mirada al instante.

— ¿Me estás jodiendo?

—Ya sé que suena raro, pero necesito entrar en su casa solo durante unos minutos.

— ¿Crees que te voy a dar las llaves del departamento de mi hermana para que entres? De verdad creo que eres idiota.

—No le voy a hacer nada malo, te lo juro. No la voy a asesinar, ni a violar, ni la voy a esperar desnuda en su cama.

—Por favor, haz que se me vaya esa imagen de la cabeza.

—Sophie, es la última parte de mi plan y la más importante. Si quieres déjamelas ahora y te las traigo en media hora.

— ¿Y cómo sabré que no vas a hacerte una copia para tenderle una trampa a Camila?

—No soy ninguna asesina, solo tengo que dejar una nota en su casa. Te juro que solo es eso. Por favor, Sophie.

— ¿Sabes que me das grima?

—Ya lo sé, y sé que no te caigo bien, pero quiero a tu hermana, la quiero de verdad, y necesito las llaves de su departamento. Estaré allí solo cinco minutos, nada más.

Ella resopló y, tras pensárselo durante unos segundos, se dio la vuelta y se fue al almacén. Volvió al cabo de un par de minutos con unas llaves en la mano.

—Espero que valga la pena y que mi hermana te perdone, porque yo no puedo aguantarte más.

— ¿Y qué pasará si me perdona y al cabo de unos años nos casamos? Tú y yo seremos cuñadas formalmente.

—Quizá cuando me dé cuenta de que realmente la quieres y las vea juntas te acepte. Hasta entonces te tendré entre ceja y ceja —me aclaró antes de ponerme las llaves en la mano—. Las quiero de vuelta en menos de una hora.

—De acuerdo… Camila no va a comer a su casa, ¿no?

—No, viene aquí cada día o va a casa de nuestra madre.

—Genial. Gracias, Sophie.

—Sí, sí…

Me fui de allí sonriendo, deseando que la última parte del plan funcionara a la perfección. Al llegar al edificio de Camila saqué las llaves y abrí la puerta para después subir en el ascensor. La última vez que estuve allí salí huyendo asustada, como si hubiera visto a un fantasma. Aquella vez volvía para conquistar a Camila… ¿quién iba a decírmelo?

Entré al lugar con algo de incomodidad, pues a pesar de todo sentía que estaba invadiendo su privacidad de manera extrema. Bien podía odiarme por haber entrado en su casa de aquella manera, pero al menos lo había hecho por la puerta y no por la ventana como una vulgar ladrona. Tras haber cerrado la puerta me saqué del bolsillo la última nota que le iba a entregar y me dirigí a su habitación. Una vez allí me arrodillé al lado de la cama y, apartando la sábana, busqué a George. Lo encontré bajo el lecho, mirándome con desconfianza.

—Hola, bonito. Ven, que tú me vas a ayudar a reconquistar a tu dueña.

Me costó un buen rato que saliera de allí, pero finalmente lo hizo con algo de reticencia. Cuando lo tuve entre mis brazos, lo llevé al salón y, con algo de dificultad, conseguí colocarle la nota en el collar que llevaba. Solo esperaba que no le diera por jugar con ella y quitársela, porque si no estaría perdida. Una vez me aseguré de que no se le caería ni nada por el estilo, me senté en el sofá y acaricié al gato distraídamente.

—Espero que me ayudes con esto, compañero. No seas malo y no te quites la nota, ¿de acuerdo?

El gato me miró con indiferencia y después bostezó sin hacerle caso al papel que llevaba colgando del cuello, por lo que me dije que no había peligro. Tras asegurarme de que todo estaba como lo había dejado, me fui del lugar cerrando la puerta con llave. Llegué a la cafetería con cinco minutos de retraso y, como no podía ser de otra forma, Sophie me miró mal.

—Ya está, gracias —le dije devolviéndole las llaves.

—Espero de verdad que funcione —me dijo por primera vez sin ningún tipo de mal humor, cosa que me sorprendió—. Me encantaría ver a mi hermana feliz.

—Si decide perdonarme, te aseguro que la haré feliz.

—Más te vale.

Le sonreí y, con un movimiento de cabeza me marché de la cafetería. Ahora lo que sucediera dependería única y exclusivamente de Camila.


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1. Mujer, por favor, déjame explicarte que nunca pretendí causarte pena o dolor. Así que déjame decirte una y otra y otra vez que… te quiero. (Woman, John Lennon, 1980).

2. Grima: Sensación molesta de intranquilidad, disgusto o desagrado causada por una cosa.
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