Something (Adaptación Camren)

By LoloMasen

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"-Si decido ayudarte, no habrá peligro alguno de que termine enamorándome de ella, ¿no? -bromeé dándole un co... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14: Epílogo

Capítulo 9

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By LoloMasen


Lauren's Pov

Tras aquella nueva muestra de pasión nos metimos en la ducha pues estábamos pegajosas a causa del helado, que finalmente habíamos usado bastante. Allí dentro descubrí que Camila tenía muchas cosquillas y que se reía mucho según dónde la tocara, y ella encontró la marca de nacimiento con forma de nuez que yo tenía justo en el centro de la espalda. Pasamos casi una hora en remojo, dedicándonos besos interminables y caricias llenas de pasión hasta que finalmente nos atrevimos a salir envueltas en una nube de vapor. Después de secarnos nos metimos en la cama dispuestas a dormir aunque fuera un rato, y me sorprendió muchísimo el hecho de no querer separarme de Camila cuando se acomodo a mi lado apoyando la cabeza en mi hombro y dejando su mano sobre mi abdomen. Al contrario, pues rodeé su cuerpo con uno de mis brazos y entrelacé la mano que me quedaba libre con la que ella tenía sobre mí.

—Lauren —murmuró con los ojos cerrados, a punto de quedarse dormida.

— ¿Qué pasa?

—Mañana tenemos que hablar y resolver esto, ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Tenía que ser así. Tenía que hablar con Camila largo y tendido para explicarle de principio a fin todo lo que había sucedido con Shawn y lo que finalmente me había pasado a mí con ella. Era preciso que le contara que me costaba aceptarlo, pero que no me importaría pasar tiempo con ella para averiguar si realmente lo que sentía era lo que tanto temor me había provocado en el pasado por culpa de una mala experiencia.

Con esos pensamientos se me cerraron los ojos y acabé durmiéndome sin darme cuenta. El rostro desencajado de Shawn apareció en mi cabeza y su voz llamándome traidora hizo que se me acelerara el corazón y que me faltara el aire. Quería decirle que no, que todo era un error y que se lo explicaría si me dejaba, pero la dichosa palabra me agobiaba sin dejar de resonar en mi mente. Me desperté intranquila sobresaltando a Camila, que dio un respingo a mi lado y me miró medio dormida aún.

— ¿Qué pasa? —me preguntó frotándose los ojos e incorporándose lentamente en la cama.

Intenté recuperar el aire y normalizar los latidos de mi corazón. Me pasé una mano por el pelo y respiré hondo, dándome cuenta de que todo había sido una pesadilla y de que Shawn no estaba ahí.

—Solo… un mal sueño —murmuré con la voz pastosa.

Ella me acarició el rostro con suavidad y después me besó en la mejilla, acostandose de nuevo a mi lado. A pesar de que darme cuenta de que aquella pesadilla no era real me había aliviado, continuaba algo nerviosa porque la palabra traidora seguía repitiéndose en mi mente de manera insistente. Para Shawn podría ser una traidora, ¿y para Camila? ¿Qué sucedería si ella me consideraba una mentirosa o una desgraciada por haberla engañado? Lo entendería porque era una mentirosa y una desgraciada que la había engañado, pero el pensar que quizá jamás volveríamos a estar en aquella especie de burbuja íntima y perfecta me aterraba, por lo que la miré detenidamente, preocupada. Ella abrió un ojo al percibir que me movía y que la miraba, y después abrió el otro.

— ¿Qué te sucede?

Me humedecí los labios resecos y respiré hondo.

—Te necesito —admití sencillamente.

Ella entendió lo que le estaba pidiendo, pues se recostó boca arriba en la cama y abrió los brazos para que pudiera situarme entre ellos y rodearla con los míos. Después besé a Camila en la boca lentamente y dejé que me acariciara la espalda y los hombros, relajándome y haciéndome sentir viva. La acaricié de la misma manera, disfrutando de su piel y de su cuerpo sin ninguna prisa. Aquella bien podía ser la última vez que hiciéramos el amor y quería hacerlo bien, grabando en mi mente su olor y su sabor. Me recoste entre sus piernas, y cuando me rodeó con ellas mis dedos hicieron su recorrido hacia su intimidad, sintiéndome en casa de nuevo.

.

.

.

Me despertó el sonido del teléfono, por lo que levanté la cabeza de la almohada. Con los ojos todavía cerrados esperé hasta que dejó de sonar y después volví a acomodarme junto al cuerpo de Camila, que tenía su espalda contra mi pecho y que dormía profundamente. Al cabo de un rato el mismo ruido me volvió a molestar por lo que, tras incorporarme lentamente, me dirigí al salón. Con los ojos medio cerrados aún miré quién era el que llamaba, y al ver que era Shawn me desentendí del asunto. Era plenamente consciente de que tenía que hablar con él, pero lo haría al día siguiente cuando nos viéramos en la empresa. Antes tenía que hablar con Camila.

Me dirigí al cuarto de baño y me lavé la cara, pues había mirado el reloj y ya eran las once menos cuarto de la mañana, así que ya no tenía mucho sentido volver a meterme en la cama. Cuando estuve más o menos despejada encendí mi teléfono móvil y vi que tenía casi diez llamadas y un sinfín de mensajes de Shawn, por lo que suspiré. Tendría que esperar unas horas más, porque no me veía con corazón para hablar con él en esos momentos. Tras volver a apagar el móvil me dirigí a mi habitación y durante unos segundos contemplé a Camila, que dormía plácidamente de costado en mi cama, cubierta hasta el cuello con la sábana. Hasta ese momento no caí en cuenta de que había permitido que se quedara toda la noche y que, además, habíamos dormido abrazadas. No solía dormir con mis amantes, al menos no abrazada a ellas, y nunca durante toda la noche, pero con ella… había sido distinto.

Había sido distinto desde que nuestros labios se tocaron por primera vez la tarde anterior. Camila no era como las demás, y aunque pensé que darme cuenta de ello me preocuparía, lo cierto era que no lo hacía. Ella era especial y, a pesar de mi insistente negativa a mantener ningún tipo de relación que no fuera sexual con alguien, quería ver hasta dónde podía llegar con Camila. No lo sabría si no lo intentaba, y desde luego quería hacerlo.

Me puse los pantalones y salí de la habitación sin hacer ruido, cerrando la puerta a mis espaldas para dejar que durmiera. Habíamos pasado una noche un tanto movida y era normal que estuviera cansada.

Me preparé un café y me aseguré de que hubiera galletas y mermelada para cuando se despertara, y después desayuné de pie, dándole vueltas a lo mucho que había cambiado mi vida en apenas unas horas. El sonido del timbre me descentró y me puso nerviosa a la vez porque… ¿y si era Shawn? De puntillas me acerqué a la puerta y eché un vistazo por la mirilla. El corazón se me detuvo al ver a mi amigo parado frente a mi puerta y tragué saliva con dificultad. Volvió a llamar al timbre con insistencia y después le dio unos golpes a la puerta directamente.

—Vamos, Lauren, sé que estás ahí. ¡Levanta el culo de la cama de una vez, Gasparin! —alzó la voz, y para que no molestara a todo el edificio con sus gritos abrí la puerta de malas maneras y me lo encontré sonriendo—. Buenos días, desaparecida.

— ¿Qué haces aquí? —le pregunté, nerviosa, intentando mantenerlo fuera del piso. No obstante, él caminó hacia delante, entrando tranquilamente ajeno al malestar que acababa de instalarse en mí.

—Así me pagas el que me preocupe por ti, ¿eh? El viernes tu padre me comentó que tenías migraña y que no ibas a ir a trabajar. Te llamé ayer pero tenías el teléfono apagado y no me respondiste a las llamadas del fijo. Te he llamado antes pero también has pasado de mí, así que he optado por hacerte una visita. ¿Ya te encuentras mejor? —me preguntó sentándose en el reposabrazos del sofá.

—Eh… sí. Gracias por preocuparte.

—No es nada, para eso estamos los amigos —aquella frase me sentó como un balde de agua helada y comencé a sentirme como una verdadera cabrona—. ¿No me vas a invitar a desayunar? —preguntó al ver que no le respondía—. Me vendría bien una taza de café.

—Sí, ¿por qué no nos lo tomamos fuera?

—Vaya, veo que se te fue rápido la migraña —comentó entre risas, y me señaló la camiseta de mi pijama que había llevado Camila la noche anterior tirada en el suelo, cerca de la mesa donde continuaba el tarro del helado de vainilla completamente deshecho—. ¿Continúa tu acompañante aquí o ya la has echado como a todas las demás?

No sabía qué responderle, pues todo estaba a punto de irse a la mierda si no encontraba pronto alguna manera de remediarlo.

— Hola, Shawn —la voz de Camila me hizo palidecer, lo mismo que le sucedió a él cuando la vio saliendo de mi habitación. Gracias al cielo se había vestido, pero aun así el shock fue el mismo. Por lo visto ella era totalmente ajena a lo que su presencia acababa de provocar, pero de todas formas la culpa no era suya, sino total y exclusivamente mía—. ¿Qué tal estás?

Él me miró con lentitud, dedicándome una mirada que me dejó helada en el sitio, sin saber cómo reaccionar. Se puso en pie poco a poco y me encaró, apretando los puños a sus costados.

—Shawn, yo… puedo explicarlo.

—Eres una hija de puta —fueron sus únicas palabras justo antes de empujarme ligeramente, haciendo que perdiera el equilibrio lo suficiente   que me hizo trastabillar hacia atrás y asustó a Camila, que se tapó la boca con las manos, sin comprender absolutamente nada de lo que estaba presenciando—. No quiero saber nada más de ti —me dijo con la voz ronca, justo antes de darse la vuelta y de marcharse dando un portazo.

Sabía que seguirlo era inútil pues lo conocía lo suficiente como para saber que hasta que no se le pasara el enfado sería imposible hablar con él. Sus palabras dichas a media voz me habían dolido mil veces más que si me hubiera gritado como un loco. Me palpé la cabeza y me di cuenta de que no me había lastimado al caer de espalda, pero aquel dolor no se comparaba en absoluto al que las palabras de Shawn habían provocado. Camila se apresuró a acercarse a mí para asegurarse de que estaba bien pero yo me alejé de ella, siendo plenamente consciente de que el momento de ser sincera de una vez por todas había llegado.

—Oh Dios, Lauren, ¿qué le ha pasado? ¿Por qué ha reaccionado de esa forma al verme? —preguntó ella sin entender nada, con las manos temblorosas. Me las colocó en el rostro pero yo se las aparté con suavidad.

—Tengo algo que contarte… Algo que no te va a gustar.

Ella me miró con cautela, como si no supiera qué esperar.

—Claro.

—Tiene que ver con Shawn y… también contigo. Y conmigo, claro. Pero antes que nada quiero que me escuches y que… intentes mantener la mente abierta, ¿está bien?

—Sí.

Me senté en el sofá y ella me imitó, colocándose a mi lado, mirándome con algo de temor.

—Hace unas semanas Shawn me pidió un favor… porque está algo así como enamorado de ti —el rostro de Camila pasó de cauteloso a sorprendido en un instante—. Él es muy tímido y no se atrevía a acercarse a ti para hablarte, así que me pidió que lo hiciera yo para después presentarlos.

En aquel instante ella comprendió por dónde iban el tema, pues en su cara pude ver que se debatía entre hablar o permanecer callada para escuchar toda la historia antes de decidir qué hacer conmigo. Optó por la segunda opción, por lo que proseguí:

—Esa era mi intención inicial: hablar un poco contigo y después presentarlos de alguna manera, pero todo salió al revés. Aquella mañana fui a la tienda porque Shawn estaba nervioso y quería conocerte ya, así que lo único que se me ocurrió para acelerar las cosas fue fingir que necesitaba comprar algo y decirte que él me había recomendado la tienda.

—Me mentiste —habló Camila con la voz entrecortada aunque con los labios apretados.

—Sí. Nada salió como esperaba… Por la tarde te acompañé a tu casa y cuando me invitaste a subir me asustaron tanto las ganas que me entraron de decirte que sí que tuve que marcharme… Yo solo tenía que ser la intermediaria entre Shawn y tú, no meterme en medio —sacudí la cabeza—. Después, el lunes siguiente volví a la cafetería y a pesar de que no quería alargar las cosas yo solo quería hablar contigo, y me invitaste a cenar y no pude negarme…

—Pero huiste de todas formas —me reprochó ella sin mirarme.

—Sí… me di cuenta de algo que me asustó y no quise aceptarlo. El martes Shawn se decidió a ir a la cafetería al fin y no pude hacer más que acompañarlo para presentarlos de una vez. Me dije que sería una especie de despedida tácita entre tú y yo, y así fue hasta que viniste ayer aquí. Sé que me he portado como una mala amiga y que te he mentido, pero nada ha salido como yo lo esperaba, Camila. Yo no quería... No planee que esto pasara.

Ella continuaba sin mirarme, mordiéndose el labio inferior como si no supiera exactamente qué hacer.

—Te has portado mal con Shawn y también conmigo —musitó, y cuando al fin me miró me percaté de que le brillaban los ojos—. Le has mentido a él y también me has mentido a mí.

—Lo sé, lo sé, y de verdad que lo siento mucho, pero… —quise explicarle, pero ella me interrumpió:

—Pero no te negaste a acostarte conmigo anoche.

—No fue así, Camila. No me negué, pero… —tenía razón, pero lo último que quería era que pensara que solo la había utilizado para saciar mi lujuria. No había sido así en absoluto.

—Has jugado conmigo durante todo este tiempo y has traicionado a tu mejor amigo —masculló en voz baja y con la voz temblorosa justo antes de levantarse del sofá.

—No, espera, por favor. Deja que te lo explique —casi le supliqué poniéndome en pie también.

—No tienes nada que explicarme, me ha quedado todo muy claro.

—No, crees que soy una idiota por cómo me he portado y…

— ¡No sabes lo que creo y no sabes lo que siento! ¡No sabes nada! —gritó sin poder evitar que una lágrima le descendiera por la mejilla. Se la secó al instante, intentando serenarse—. Si lo hubieras sabido no me habrías mentido… O eso quiero creer.

—Camila, por favor, escúchame.

—No. Ya lo he hecho, y si sigo haciéndolo al final volveré a creerte y yo… necesito pensar en todo. Déjame en paz, por favor —se dirigió a la puerta, pero yo me negué a dejarla ir, por lo que corrí tras ella y la sujeté del brazo.

—No, Camila, por favor, por favor. No quiero que te vayas.

— ¿Y por qué no? Según ha dicho Shawn antes, sueles echar a tus amantes de tu casa —aquellas palabras me detuvieron al instante. ¿Lo había oído? Mierda—. Yo me voy sin que tengas que echarme, te lo ahorras.

—No, ¡no quiero que te vayas! Tú eres diferente a ellas, Camila. Eso es lo que intento explicarte y tú no me dejas.

Ella solo sorbió por la nariz y respiró entrecortadamente sin mirarme. Era como si le doliera el hecho de hacerlo.

—Por eso mismo me voy… porque no quiero creerte cuando me digas que soy especial. Será otra mentira entre todas las demás —negué con la cabeza frenéticamente, viendo cómo se me escapaba de las manos como si fuera agua entre mis dedos—. Por favor, no vuelvas a la cafetería y tampoco a la tienda. No quiero volver a verte, Lauren. Será lo mejor para todos.

Abrió la puerta del departamento y se marchó sin darme la oportunidad de decirle nada más. La escuché sollozar y quise correr tras ella, pero parecía que mis pies se habían quedado clavados en el suelo.

Al final había sucedido… Había perdido a mi mejor amigo y acababa de perder a Camila, la única mujer por la que había sentido algo más que simple lujuria y que me había hecho sentir viva por primera vez en muchos años.


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Hey, Feliz año nuevo! Que la pasen muy bien y gracias por todo. Este año ha sido un viaje muy loco para todo el mundo, pero siempre hay algo bueno en el futuro.

Este año no prometo nada, pero si estaré más activa por aquí ya que la vida es una mierda y aquí todos nos volvemos más auténticos, vendrán nuevas adaptaciones y seguiré mejorando en la escritura para que sea todo de su agrado, nuevamente muchas gracias por todo❤️

Y no olviden amarse, aceptarse y valorarse justo como son, no deseen cambiar por alguien que no vale la pena, el amor propio es oro puro.
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