Estaba sentada en la sala de mi hogar, la temporada había acabado bastante bien. Estaba viendo la ventana, los copos de nieve caían como si de una sinfonía se tratase, Falling de Harry Styles de fondo solo ayudaba a que en cualquier momento tuviese otra crisis de ansiedad.
No odiaba la Navidad, de hecho, me encantaban todas las sensaciones que le producía a uno, arreglar toda la casa, los colores rojos – mi favorito-, verde y blanco por todos lados, gente comprando y los más importante, familias reunidas. Podías no llevarte bien con tu familia, pero volver a ver a tus primos, tíos, abuelos o cualquier persona que uno decidiera que era su familia, porque incluso los amigos eran familia en esta época del año. Pero para mí las cosas habían cambiado, ya no tenía a las personas más importantes.
Mi departamento estaba decorado, había un pino navideño, había comida en la mesa, se podía sentir en el ambiente. El problema era que yo no estaba allí, mi cabeza estaba en otro lugar, quizás ni las personas cercanas a mi lo entendían, pero ya no encontraba esa chispa de alegría a estas fechas. Sebastian, Spencer, incluso Lando me habían invitado a pasar las fiestas con ellos, pero quería pasar el 24 sola, además mi padrastro estaba en la casa de Irlanda y no deseaba que los recuerdos me abrumaran. Mañana en la mañana viajaría a Suiza para poder estar con los Räikkönen's y Vettel's.
Mi vista estaba fija en las luces navideñas, titilaban y desprendían colores brillantes, vida y alegría ¿Por qué yo no podía sentirme así? Levante mi vista al horrible reloj, regalo de mi abuela, eran las 23:59. Abrase más la almohada de mi madre a mi pecho, una imagen bastante cómica, estaba vestida con una polera de Ferrari de mi padre, unos joggers negros y unas medias de renitos, regalo de Dani.
Le di otra calada a la hierba, si estuviese en Alemania sería legal, me recordé. Quizás ahí estaba el motivo por el que parecía ida.
Me levante del suelo y me acerque a la foto que estaba posada en la mesita al lado del sofá.
– Feliz Navidad. – La acaricie lentamente, era la única foto que tenía con mis dos padres.
Luego de eso me fui a acostar, estaba muy ida para seguir deprimiéndome.
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Si ayer en la noche estaba triste, hoy en el aeropuerto me iban a internar por intento de suicidio. Las únicas personas que se paseaban en él, eran empresarios, ¡Por todas partes! Cuando aborde el avión éramos quince personas.
En la mañana había ido hasta la casa de los Norris, deje regalos y desayune con Lando, habíamos planeado pasar año nuevo juntos. El inglés me había obsequiado un gorro de su merchandising, el cual tenía puesto en este momento, y unas botas para la nieve. Al contrario, le regale el FIFA 20 y el Call of Duty: Modern Warfare, estuvo hablando de ambos juegos desde su cumpleaños y quería malcriarlo un poco.
La pequeña valija de viajes que tenía entre mis pies en estos momentos, estaba repleta de regalos para los niños, para ser sincera me daba un poco de miedo colocarlos en la maleta que había despachado.
Con los auriculares puestos llegue al Aeropuerto Internacional de Zúrich Flughafen, en él no me esperaría nadie o eso es lo que pensaba cuando salí del área de vuelos internacionales. Varías chicas y chicos estaban allí con carteles con mi nombre y algunas remeras de Lotus y Ferrari.
Una sonrisa gigante surgió de mis labios cuando una de las chicas se lanzó a mis brazos. En voz más elevada dije, - A veces me asustan cuando saben a dónde voy.
Varios de ellos se rieron y comenzaron a contarme como se habían enterado de que estaría allí, aparentemente un serio empresario era fan de la Formula 1 y había subido a su historia una foto mía. Extraño, pero el hombre de traje venía en el mismo vuelo que yo.
Estuvimos hablando un rato más, mi ánimo había cambiado después de eso. Saque de mi bolso unos caramelos de chocolate que había comprado para los hijos de mis "padres sustitutos", autodenominados así, para dárselos a los chicos que habían ido. Firme unas cosas más y me dirigí a la casa de los Räikkönen, ahí me quedaría por tres días.
- MAGGY – Los gritos de Robin estoy segura que se escucharon en toda la ciudad. El pequeño rubio venía hacia mí, seguido por su hermana.
Me arrodillé en el piso y recibí a ambos mocosos entre mis brazos, habían crecido muchísimo desde la última vez que los había visto.
Nos dirigimos dentro de la gran casa, porque ambos niños estaban en pijama y descalzos. Mientras nos adentrábamos, ambos me contaban lo que habían recibido de regalos.
- ¿Y si los buscan y me los muestran? – Ambos infantes salieron disparados a sus habitaciones o a la habitación de juegos, no tenía ni idea.
Me acerque a la cocina donde estaba Minttu cocinando algo y Kimi tomando café, cuando no. Al verme entrar el piloto se levantó de su silla para abrazarme.
- Oh maldita niña malcriada, estaba preocupado.
- KIMI. – La voz de la castaña hizo que el rubio se encogiera de hombros.
- ¿Miento acaso? – Una carcajada salió de mis labios, una alegría abrumadora se posó en mi pecho.
El finlandés agarró con ambas manos mi cara y miró fijamente mis ojos.
- Si digo que es por llorar ¿Me crees? – le regale una tímida sonrisa, mis pupilas seguían dilatadas.
Hizo una mueca, también típica de él. Mientras que Minttu me ofrecía un chocolate caliente, los niños llegaron con sus regalos.
- Miren me cruce a Santa ayer por la noche, dijo que estaba algo cansado y que había olvidado darles unos regalos más. – Saque de mi maleta dos regalos envueltos. – Entonces le dije que me los diera a mí, que yo los vería hoy.
Una sonrisa y sus ojitos iluminados basto para que mi actitud de grinch navideño terminara. Robin abrió sus ojos al máximo cuando se dio cuenta que era, un casco rojo como el que usaba mi papá en Ferrari – solo que en la parte que decía Malboro estaba puesto su apellido-. La carita de Rianna también se iluminó cuando vio el vestido de Elsa junto a una tiara de verdad.
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Nos encontrábamos yendo a la casa de Sebastian, le pedí a Kimi si podía dejarme una cuadra antes. Obviamente después de molestarme con que tenía un amante y engañaba a Lando, el finlandés aceptó.
Me acerque a la casa de la esquina, no voy a mentir estaba muy nerviosa. Toque la puerta y espere a que alguien me atendiera.
- ¿Maggy? – La voz me saca de mi pequeño ataque de nervios. – No te esperaba. Pasa.
Al adentrarme al hogar un olor familiar se coló por mis fosas nasales.
- ¿Quieres verlo? – Tras la pregunta un nudo se instaló en mi garganta.
- Si... pero-
- ¿Qué hace ella aquí? – La voz de Corinna retumbó en las cuatro paredes del recibidor.
- Mamá...
- Yo solo... yo quería... yo-
- Tu nada, no debes estar aquí y lo sabes. – El tono enojado de la rubia hizo que diera un paso para atrás.
Al hacerlo, mi corazón se rompió un poquito más, Ralf, David, Gina-Maria, Rolf, hasta incluso Sebastian* se encontraban almorzando en la residencia Schumacher. En ningún momento, ni mis tíos o mi abuelo había intentado contactarse conmigo en estas fechas.
Di la vuelta, miré a mi medio hermano y salí por la puerta.
- Maggy – me llamo Mick. – Peggy. – Utilizó el apodo que usaba papá.
Gire para verlo. – No voy a rogar por la atención de nadie Mick, no importa. – Abrí la mochila que tenía conmigo, y estiré dos paquetes. – Feliz navidad hermano.
El rubio me miro anonado mientras recibía el regalo.
- Uno es para ti y el otro para Gina, papá siempre mencionó que les gustaba mucho.
Tras esas palabras me retire de la casa de Michael Schumacher.
Obviamente yo demorándome con las cosas y haciéndolas tristes, gg. En verdad esta navidad a sido muy triste para mi, no se ustedes, pero el hecho de no haber podido pasarla con mi familia fue algo tiste. Espero que ustedes lo hayan pasado mejor.
Es obvio que hay segunda parte, seguro la subo a la noche o mañana.
Sebastian Stahl: es ex piloto y medio hermano de Michael.
Espero que hayan disfrutado, no sean put@s y pongan la estrellita (⭐)