Milagro de Navidad

By KrliDiaz

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Demasiado tiempo alejados, ¿puede un día de navidad realizar el milagro? More

Milagro de Navidad

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By KrliDiaz

—¡Demonios! ¡Funciona! —dijo Serena, golpeando el volante de su auto—. Tenías que malograrte justo ahora que llueve —protestó de nuevo, comenzando a llorar.

Había salido de su departamento a primera hora de la mañana para llegar lo más temprano posible a su pueblo natal, deseaba pasar esa navidad junto a su madre, hacía mucho que había abandonado su hogar de infancia, todo para tratar de olvidar a aquel amor de adolescencia que se había marchado un par de años antes que ella.

Por lo que tenía entendido, Darien había desaparecido del radar social del pequeño pueblo de su infancia, al ser un par de años mayor que Serena, al cumplir la mayoría de edad había decidido alistarse al ejército para defender a su patria, poco supo de él en los años que aún permaneció en el pueblo, así que ella decidida a forjarse un futuro decidió aprovechar la oportunidad que un pariente suyo de la capital le había ofrecido.

—¡Tengo todo listo para tu gran debut como modelo de alta costura, Serena! —dijo Minako, su madrina que vivía en la capital—. Te aseguro que te formarás una gran carrera, tienes que aprovechar ese precioso cuerpo que Dios te dio —afirmó, para conversarla—, te aseguro que esta es mi mejor apuesta porque estoy segura que no perderé —concluyó la mujer, de eso ya cinco años atrás.

Desde ese día, a Serena no le fue posible visitar a su madre, pero sí se comunicaban por correo electrónico y llamadas telefónicas, ella siempre estuvo pendiente de que su madre viviera cómodamente, ya que después de la muerte de su padre, cuando ella era niña, las cosas no habían sido tan fáciles para ambas; al ser un pueblo pequeño, ambas recibían la caridad de sus vecinos cuando su madre no lograba conseguir trabajo.

Darien y su familia siempre habían colaborado con ellas, y Serena y él se hicieron amigos desde la infancia, habían sido muy unidos desde pequeños, pero tras la muerte del padre de Darien unos meses antes de su reclutamiento, él se había alejado totalmente de la rubia y ella había perdido toda esperanza de declararle su amor; no había sabido nada de él desde que se fue, hasta hace dos años que le llegó la mala noticia de la muerte de la madre de Darien.

Serena miró por la ventana del auto recordando la última vez que había visto al moreno, había sido un día como este, con una lluvia que caí a cántaros, ella lo había acompañado al cementerio para el entierro de su padre, estuvo con él el día completo, pero él no había dado ni rastro de interés; tenía días que lo notaba raro.

Unas semanas antes, ella había planeado declarar sus sentimientos hacia Darien en una fiesta a la que asistirían juntos, sin embargo, él no llegó a la cita con ella y Serena terminó bailando toda la noche con su amigo Seiya, que en esa oportunidad buscaba poner celosa a su novia Kaiyu.

Al día siguiente de esa fiesta, Darien había dejado de visitarla como siempre lo hacía, esa ausencia le extrañó mucho a Serena, así que decidió visitarlo ella; fue la madre de Darien quien le explicó que él tuvo que salir de urgencia para la ciudad en donde su papá trabajaba en ese tiempo; al saber esa noticia, ella se sintió decepcionada y se mantuvo expectante a su regreso, pero eso no ocurrió hasta el día en que ocurrió aquel accidente desafortunado.

Serena se limpió el rostro, no se había dado cuenta en qué momento las lágrimas comenzaron a emanar de sus ojos; a pesar de los años, aquellos recuerdos aún hacían mella en su corazón; deseaba de todo corazón tener alguna noticia de Darien, durante todos esos años lejos, Serena le había pedido a la vida alguna noticia sobre él, pero desafortunadamente su deseo no se había cumplido y había perdido toda esperanza de saber si aún seguía con vida.

Darien no estaba atado a Juban, su familia ya no existía y a Serena la había dejado de lado en cuanto se fue del pueblo, así que ella había tenido que hacer lo mismo y gracias a los cielos le fue de lo mejor, en la actualidad era una modelo de alta costura y que ahora lo único que necesitaba era el abrazo cálido de su madre; la rubia cogió la cajita de música que tenía a la mano en ese momento, había sido un regalo de él en su última navidad juntos, se acomodó en el asiento algo somnolienta, acercó la cajita a su oído para escuchar la melodía que emitía a pesar de los años.

Serena se despertó sobresaltada debido a unos golpes en el vidrio de la ventana del carro, se quedó quieta mirando al exterior y se dio cuenta de que la lluvia había menguado, hizo un movimiento leve y miró de reojo hacia su ventana, pudo distinguir una sombra fuera de la puerta de su auto.

—¡Oiga! —Escuchó que alguien le decía.

Agarró la cajita con mucha fuerza, tenía miedo de encontrarse con personas indeseadas en medio de la carretera desértica.

—¿Está bien? —Volvieron a insistir desde el exterior—. ¿Necesita ayuda? Creo que llamaré al 911 —dijo el sujeto.

Al escuchar aquello, Serena se levantó de golpe y terminó golpeando su cabeza con el timón del auto.

—¡Oiga! Tenga cuidado —exclamó la persona, forzando la puerta para ayudar a Serena.

—No se preocupe —respondió la rubia, abriendo las ventanas del auto.

—¿Se encuentra bien? —interrogó el hombre, asomando la cabeza—. ¿Serena? —Fue lo que escuchó la mujer que tenía una de sus manos en la parte golpeada.

Abrió sus ojos y giró el rostro muy despacio, rogando en su interior que la voz que escuchaba tuviera el rostro que había añorado por cinco años.

—¿Eres tú? ¿De verdad eres tú? —preguntó la rubia, pálida como un papel.

—Sí, soy yo —contestó Darien, estupefacto—, pero, ¿qué haces aquí? —preguntó sacando la cabeza del vehículo y golpeándose la parte superior en el marco de la ventana—. ¡Aah! —murmuró.

—¿Estás bien? —cuestionó Serena, abriendo la puerta del auto con premura.

—¡Aaauu! —exclamó el hombre, sujetando su abdomen y retrocediendo debido al golpe.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! —lamentó la joven, cerrando de nuevo la puerta y teniendo cuidado para volver a abrir.

Serena se bajó del vehículo, apretó la cajita que tenía entre las manos y se quedó mirando al hombre delante de ella.

—No fue mi intención, la verdad es que me sorprendió mucho encontrarte ahora y justo aquí, quien diría que nos encontraríamos a medio camino de nuestro antiguo hogar —balbuceó Serena, con nerviosismo.

—Sí, la verdad que es una gran sorpresa.

—Espero que grata, después de tantos años, ¿no? —consultó, esperanzada.

Darien se la quedó mirando por varios segundos, que para Serena fueron eternos.

—Sí —contestó, inexpresivo.

Serena tenía los nervios a flor de piel, con tantas cosas en la cabeza para decirle, pero que al ver sus ojos azules hicieron que en ese momento ninguna llegara a su mente; al principio de su charla recordó las múltiples escenas que se imaginó a lo largo de los años si en algún momento se encontraba con él, sin embargo, la que ocurría en ese instante no era parte de la lista.

—¿Aún la tienes contigo? —preguntó Darien, mirando el pequeño objeto que la joven tenía entre las manos.

—¿Qué?

—La cajita musical —dijo él, haciendo señas hacia las manos de ella—, el último regalo de navidad que te hice —concluyó, con algunos rastros de ternura en sus ojos.

—Sí, ni loca la perdería, siempre me acompaña, es mi amuleto de la suerte —explicó Serena, entusiasta.

—Pensé que... —Dudó, antes de continuar—, no creí que necesitaras nada para tener suerte, y menos algo que yo que te hubiera dado.

—Tienes razón, no necesito nada para tener suerte, porque no la tengo, date cuenta donde y como estoy —explicó la joven, con molestia.

—Deja que lo revise —solicita el moreno—, tengo experiencia en mecánica.

La joven abrió el capó de su auto y el hombre puso manos a la obra. Tras un tiempo revisando, Darien concluyó que no había solución.

—Lo mejor será llamar a la grúa, vamos en mi camioneta hasta el pueblo, en el camino haces la llamada —ordenó el hombre, limpiando sus manos.

En el trayecto, Serena se comunicó con la aseguradora para que se encargaran de su auto.

—¿En dónde pasarás la navidad? —interrogó Serena, con sus cosas en mano.

—Iré al cementerio, luego pondré en orden algunas cosas en la casa de mis padres para ponerla a la venta.

La noticia tomó por sorpresa a Serena, sabía que esa casa era la única conexión de Darien con el pueblo, con ella, pero al venderla... No, eso no podía ser.

—¿Ya tienes comprador?

—No, aún no, sacaré todo lo que tengo ahí y me comunicaré con la inmobiliaria.

Recorrieron el resto del camino en silencio, cuando estaban por llegar a la casa de la madre de Serena, ella pensó un poco y decidió hablar.

—Pasa la navidad con nosotras —dijo, en cuanto la camioneta se detuvo.

Darien la miró, sorprendido, después su gesto cambió a ofuscado.

—No creo que mi presencia le agrade mucho a tu novio.

—¿Mi novio? ¿De dónde sacaste eso?

—Las revistas están inundadas de fotos tuyas.

Serena comenzó a reírse tomando por sorpresa a Darien que lo miraba intrigado.

—Se puede saber, ¿qué es tan gracioso?

—Tus celos, tus adorados celos —expresó la joven, risueña.

—¿Celos? ¿Cuáles celos?

—Los que tú estás sintiendo ahora, de verdad creí que ya no sentías nada por mí. ¡Dios! Creo que se me cumplió el deseo —concluyó la joven, dando palmadas con ambas manos.

Darien la miró desconcertado, no entendía nada de lo que ella le hablaba.

—Se puede saber de qué hablas.

—Pues que hoy acaba de ocurrir el milagro, ¡mi milagro de navidad! Tenerte conmigo para siempre —declaró ella, lanzándose a los labios del hombre.

Al inicio, Darien se quedó estupefacto, luego se dejó llevar por el momento y tras un instante de lucidez, alejó a Serena bruscamente.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me alejas? —cuestionó la joven, confundida.

—No entiendo que es lo que ocurre contigo, ¿qué pensaría tu novio si te viera dando besos a desconocidos? ¿Dando besos a otro hombre? —interrogó, molesto.

—Nada, no puede pensar nada.

—¿Estás en una relación abierta?

—¿Abierta? Dios, si serás bruto, como te hago entender que no-ten-go-no-vio —declaró, muy despacio.

Se quedaron mirando por varios segundos, Darien vio las mejillas coloradas de Serena, se veía tan hermosa como siempre, las revistas no la hacían justicia y verla junto a aquel tipo era lo peor que le había pasado, mucho más que aquella ocasión en la que la había visto acompañada de Diamante antes de irse del pueblo.

—¿Qué quieres que haga para que me creas? Sabes qué, lo mejor es no vernos más y para que sepas no tengo novio, aunque lo intenté, no te creas, pero yo ahí de bruta, pensando solo en un estúpido que me dejó hace cinco años sin ninguna explicación —habló, comenzado a llorar.

Daien se quedó atónito ante aquella confesión, miró a la joven que no dejaba de sollozar, la reacción de Serena lo había agarrado con la guardia baja y no sabía cómo reaccionar.

—¿Ya no estás con Diamante? —preguntó el hombre, recordando la última afirmación de la joven—. ¿Y las fotos de ustedes dos juntos en las revistas? —cuestionó de nuevo.

—No tengo nada con él, nunca lo tuve —respondió ella, calmando su llanto solo un poco—. ¿Por qué sigues insistiendo con eso?

—Porque lo último que vi cuando fui a buscarte hace cinco años, fue a ti besándote con Diamante.

—¿Cómo? ¿Fuiste a verme?

—Fui a verte para pedirte que me esperarás, a decirte que regresaría por ti, pero creo que lo mejor fue no hacerlo, gracias a eso te convertiste en la mujer que eres ahora —afirmó Darien, con ternura.

—Pero, ¿por qué no lo hiciste? ¿Por qué no te vi? —reclamó Serena, sorprendida.

—Porque cuando llegué a tu casa estabas en el jardín con Diamante, besándote con él, ¿qué podía yo hacer ahí encontrándome con aquella escena? —cuestionó, furibundo.

—Quedarte a ver en que terminaba porque Diamante se ganó un buen golpe en el rostro después de su atrevimiento.

—Pero... ¿por qué continúas viéndote con él hasta ahora?

—Porque ese idiota aprendió a respetarme y después se convirtió en mi jefe de seguridad personal, ¿quién mejor para cuidar de mí que alguien que creció conmigo? —preguntó, limpiando los rastros de lágrimas.

—Pero...

—No hay pero que valga, idiota, has sido un verdadero imbécil, ¿por qué no hablaste en ese momento? Me hubieras evitado tantas penas —declaró la joven, saliendo rauda del auto.

Darien espabiló y salió del vehículo detrás de la rubia.

—¡Espera! —dijo, cogiéndola del brazo—. Tienes razón, fui un imbécil, pero hasta hace un momento hablaste sobre un milagro —continuó, abrazándola con fuerza—, y coincido contigo, este día ha sido un milagro, desde que nos encontramos en medio de la carretera hasta ahora que las cosas se aclararon.

—¿Qué cosas se aclararon? ¿Tu estupidez? —preguntó, forcejeando—. Esa sí que está muy clara —exclamó con coraje.

—Perdón, perdóname, mi amor —suplicó el hombre, asegurando el agarre.

—¿Mi amor? ¿Ahora soy tu amor? Eres un tonto, me tuviste cinco años pensando en ti, sufriendo por ti, sin saber si vivías o... las cosas no se pueden olvidar así nada más —expresó la joven, volviendo a llorar.

—Perdóname, de verdad perdóname, nunca he dejado de amarte, en ese momento yo creí que lo mejor era alejarme, dejarte construir tu futuro con alguien que si podría estar contigo siempre — declaró, estrechando el rostro de la joven para limpiar sus lágrimas—, en todo este tiempo siempre estuviste en mi mente y además de mi corazón, eres mi vida, mi primer y único amor, te amo Serena —finalizó, besando a la rubia en los labios.

La joven se quedó quieta debido a la sorpresa, pero después correspondió al beso abrasador que calaba en su alma herida.


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Hola a todos, llegando con una pequeña historia de navidad, con un pequeño milagro, saludos.

Karli D.

Publicado: 23/12/2020

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