La chica
—Tú eres como la Navidad —comparo.
—¿Una mentira capitalista llamada Santa Claus?
—Más bien un día que nadie olvida. Es imposible porque estás en todos lados.
—Eso es mentira. Nadie se acuerda de mí.
—¿Y por qué te oigo quejarte de las personas que ocupan la caja rápida cuando tienen más de 15 productos siempre que estoy en el supermercado? Te recuerdo en cada esquina donde venden manzanas acarameladas porque te encantan. Te siento cuando el viento es demasiado fuerte y me empuja como si quisiera que caminara más rápido, justo como tú y tu impaciencia. Te veo cuando cierro los ojos por la noche e intento irme a dormir con una sonrisa. Te huelo en las mañanas cuando las tostadas recién hechas se acumulan en la cocina, como te gusta. Te pienso más de lo que crees. Así que no digas que nadie se acuerda de ti, porque yo lo hago por todos los que no lo hacen e incluso un poco más.
Sonríes.
—La parte donde me hueles sonó bastante rara y aterradora.
—Aún así te encantó. Reconócelo.
Sonríes un poco más. Lo suficiente como para hacerme sonreír a mí.