Dos

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Un escalón, luego otro y sigo tratando no caer. Rebusqué entre este pequeño cuarto mi delantal junto mi gafete con mi nombre grabado en el.

—Soobin, hoy te corresponde la entrada. Durante la noche corrió mucho aire y sabes que tenemos la mala suerte de que la entrada se llene siempre con polvo y la basura que cae desde no se donde —Chaeryeong se colocó a mi lado después de entrar con una escoba.

—Esta bien —sonreí un poco —Por cierto, ¿Todavía no llega Jennie? 

—Tranquilo, dijo que tuvo un pequeño retraso. Por lo que entendí, una de sus amigas tuvo accidente cocinando.

Chaeryeong me dejó con la escoba, así que solo saldré, tomaré aire y comenzaré a sacar toda la suciedad que hay ahí. 

Mientras estaba fuera del local, me tocó ver a muchas parejas pasar, tomadas de la mano y juntos, se veían extremadamente felices. Me imaginé situaciones en las que Beomgyu y yo podríamos acabar de esa manera, y definitivamente eso sería tan lindo hasta que apareció Dohyun en mi cabeza.

A veces pensaba que es tan tonto que siguiera de esa manera, daba igual lo que haga, Beomgyu amabaa a Dohyun y viceversa.

Sacudí mi cabeza y continúe mi trabajo.  Después, ya estaba frente al mostrador esperando a que algún cliente llegará a pedir algo. 
Apareció una chica frente a mi, era alta, con lindos ojos y se acercó. Nunca la había visto por ahí, supuse que era nueva por los alrededores. 

—Un licuado de banana, no tanta azúcar y un bien batido, odio que queden pedacitos.

—¿Tamaño de vaso? En nuestro establecimiento contamos con un vaso chico que equivale a qui...

—Quiero un vaso mediano y con pajilla.

—Enseguida se lo daremos.

No tuve tiempo para respirar. Arranqué la hojita de mi libreta y la pasé a Chaeryeong que estaba demasiado concentrada en que la decoración del pastel quedará estética, me dio un poco de pena interrumpirla, pero justo en este momento estabamos solos.

Volví mi vista a la chica que estaba sacando su billetera.

—Son tres mil doscientos wones —anuncié viendo el pequeño ticket de venta que salía del aparato frente mío.

Ella me dio el dinero exacto, cerró su billetera, recibió el papel y se dirigió a una de las pocas mesas en el local.

Solté un suspiro, miré a Chaeryeong, ella ya estaba trabajando en la orden de la nueva clienta en la tienda.

Jennie llegó desesperada con una notoria mancha de ¿Chocolate? En la mejilla izquierda. Reí, pero me contuve al ver que su peinado también estaba desordenado.

—¿Estás bien? —pregunté cuando ella recargó un brazo sobre el mostrador.

Negó con la cabeza.

—Dile gracias a Lalisa, nunca más dejaré que toque mi estufa y mucho menos mi horno.

Uh, Jennie parecía muy molesta.

—¿Por? —gritó Chaeryeong desde la cocina.

—Quemó todo, después derramó el chocolate líquido que yo misma había hecho y por último Jisoo decoró el desastre con fresas por todo el suelo.

Noté como la clienta, que se supone estaba muy entretenida en su móvil, sonrió mirando a mi pobre compañera.

Chaeryeong se acercó a la mesa de aquella chica con su pedido y lo entregó con una sonrisa tan simpática. Volvió después de sacudir sus manos y destensar su cuello.

—No debiste permitir que se acerca —comentó Chaeryeong.

—Despues de esto, tengo ganas de botarlas, ahora tendré que comprar una estufa nueva.

Apreté mis labios conteniendo mi sonrisa.
Entre Chaeryeong y yo ofrecimos nuestra ayuda para hacerla ver mejor.

 Entre Chaeryeong y yo ofrecimos nuestra ayuda para hacerla ver mejor

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Revisé la hora en mi móvil, eran las seis con doce minutos.

Seguí mi camino, no había porque detenerme, ni porque no quería ver a Dohyun ahí, es lo más seguro que estuviera besando a Beomgyu.

Solo faltaba subir las escaleras, aunque realmente prefería tomar el elevador, a pesar de que falle cada tres días.

Es sorprendente que haya terminado viviendo con él, obvio no gratis, pago una módica cantidad cada mes.

Él necesitaba dinero, yo un lugar para vivir en Seúl, nos conocimos de antes –Aunque no de buena manera– y qué mejor que nosotros dos como compañeros de piso.

Llegué a la puerta y pude sentir que olvidé las llaves ahí adentro, así que dí tres golpes fuertes ya que el timbre no funciona desde hace meses.

La puerta se abrió y pude ver el horrible cabello de Dohyun.

—Soobin —sonrió, vaya que quería darle un fuerte golpe en su fea cara, ¿cómo Beomgyu gustó de alguien como él? Creo que su anterior pretendiente estaba mejor, pero sinceramente no me gustaría ver a Taehyun con Beomgyu.

—Olvide mis llaves, ¿Me dejarías entrar?

Me miró con un mohín y cerró la puerta en mi cara.
Estúpido Dohyun, cada día te odio más.
Esperaba por que Beomgyu llegará.

Toqué más fuerte la puerta, me escucharía, se fastidiaría y terminaría abriendo. Soy adivino, la puerta se abrió, estaba dispuesto a tirarle los dientes de un golpe.

Me detuve al ver que está vez de trataba de Beomgyu. Sonreí como idiota, no pude ver mi cara, pero lo siento.

—Soobin, ¿Recién llegas?

—Llevo algo de tiempo aquí, pero Dohyun me cerró la puerta —expliqué cordialmente.

—Dohyun dijo que no había nadie aquí afuera —su rostro refleja la confusión, pero me pone triste pensar que le creía todo a Dohyun— Pasa.

Entré encontrándome con quien ni siquiera quiero mencionar su nombre, aparentemente estaba burlándose de mí, solo basta mirar su sonrisa tan sarcástica y sus ojos para saberlo.

Si le restaba importancia, resultaba mejor. Notará mi desprecio y dejará de arruinarme la felicidad cada que lo veo. Dejé mi mochila que todo el tiempo estuvo colgada de mi espalda en la parte del mueble que me corresponde y traté partir lejos de ahí.

Beomgyu me detuvo con sus manos sobre mis hombros. Pude imaginar sus pies en puntillas para lograr alcanzarme.

—¿Quieres algo de comer?

—Por ahora no, quizás más tarde. Aun así gracias, Beomie —sacudí su cabello esponjoso.

—Está bien —musitó.

Suspiré y me fuí directo a mi habitación, un poco triste aunque no debería importarme en lo absoluto que se acerquen tanto cuando no estoy e incluso frente mío.

Weekend | SooGyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora