Es suave...

Ese roce es muy suave.

Labios suaves...

—¡Rayan!

La imagen de su rostro es lo primero que mis ojos captan, Nate esta mirándome desde arriba, las gotas de su cabello mojado caen sobre mi rostro y me doy cuenta que no lleva camiseta, pero apenas lo oigo, el esta moviendo los labios y su voz se escucha lejana.

Comienzo a toser y mis oídos se abren.

—¡Rayan!

Golpea mi espalda, no una, sino dos veces, comienzo a toser botando el agua.

Y el sigue dando palmadas.

Me llevo la mano al pecho, girándome hacia el.

—¿Qu..e.. que haces aquí?. —Logro decir.

—Salvando te la vida, león marino.. ¿Qué crees que hago?. —Me ayuda a levantarme, su brazo me rodea la cintura y con la otra lo coloca alrededor de su cuello. —Con cuidado, Rayan.

Siento que me mareo, pero dejo que me ayude a subir a escarabajo.

—¿Estas bien?

—Si.. —Digo algo atontada.

—Iré por tu tabla... espera aquí—Me pide el.

Me deja sola unos minutos, en medio de mi vista recuperándose visualizo su torso desnudo, su cuerpo no es como el de los musculosos que estoy acostumbrada a ver o estaba en cada competencia, Nate Phoenix es más Delgado y su musculatura no es muy sobresaliente, sin embargo debo confirmar que si tiene un tono atractivo.

El regresa no solo con mi tabla, sino también con mi ropa, Nate coloca la tabla dentro, en la parte trasera y se sube al coche, a mi me da la ropa, para luego pasar a encender el motor.

—¿Cómo sabias que estaba aquí?. —Finalmente logró preguntar con claridad.

Sus ojos me observan, él  empieza a manejar.

Y sin mirarme, dice.—Te seguí.

Mis ojos se abren mucho.

—¿Me seguiste? Esto ya aumenta el nivel de acoso.

—¿Me culpas por querer ver como surfear el León Marino?. —Pregunta el. —Además, iba a la tienda de cebo a buscarte, no estaba abierta..

Trago saliva, recordando la discusión con mi padre. —Cerramos temprano.

—Y luego vi a una persona escapándose en medio de la noche..

—Y me seguiste, no deja de ser acoso.

—Llámalo como quieras, te salvé.

Trago saliva, colocando la mirada en la ventana.

—Gracias...

Pienso que va a obligarme a decirlo de nuevo, pero el. —De nada.





¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





Bajo del escarabajo, el cual se estaciona frente a la casa y a nuestra tienda. Levanto la mirada al segundo piso, las luces están apagadas.

Siento un alivio profundo.

—León marino.

Me giro.

Nate sale del coche, llevando consigo mi tabla, mi ropa me la puse encima del bañador mientras nos dirigíamos aquí.

Recibo mi tabla, mi mirada baja y sube a su rostro. —No creo que debas seguir llamándome así.

Nate arquea una ceja.

—¿Cuánto viste?

—Lo suficiente.

—Entonces sabes que no soy la misma Rayan, no soy la misma que gano esas competencias y ya no soy el "León Marino".

—En primera... ¿Quién surfear tan tarde? Sabes que las olas..

—¿Y eso que importa?. —Interrumpo yo. —¿Me viste o no?

—Ya dije que si.

—Entonces ya puedes dejar de insistir en que sea la entrenadora de tu equipo.

Niego con la cabeza.

—No soy la misma y no soy buena, no quiero...

No quiero que otra persona más salga herida.

—¿Por qué fuiste a surfear, Rayan?

Parpadeo. Nate me observa en silencio.

Trago saliva. —El premio...

—El dinero del premio.—Concluye el por mi.

Bajo la mirada.

—Eso ya no importa, quería saber si seguía siendo la misma y no fue así. Me caí.—Le aclaro.

No podré ser la misma mientras no olvide lo que paso y jamás podré olvidarlo, con solo tocar el agua, todo regresa.

—Tu equipo merece a alguien mejor.—Le digo.

—Ellos te quieren a ti. Te admiran, Rayan... han vivido escuchando historias sobre ti.

Trago saliva.

—Sobre el dinero del premio...—Sigue el. —¿Lo necesitas, no? ¿Puedo saber porque?

—La universidad. —Respondo unos segundos después. —Me falta un año para acabar. Necesito el dinero.

—Ese es el motivo...

Asiento con la cabeza.

—Esta bien.

Arqueo una ceja.

—Puedes quedarte el dinero del premio, pero a cambio entrenaras a mi equipo.

—¿Crees que es así de fácil?—Pregunto con una ceja arquea, todos creen que es fácil, pero mi entrenamiento era riguroso.— Además para aceptar tendría que estar segura de que ganaremos..

—Yo estoy seguro que lo haremos, y ellos también. —Me responde. —¿Por qué tu no tienes fe en ti misma? Lo que puedes lograr con nosotros...

Permanezco en silencio.

Él vuelve a insistir. —No te obligarme a entrar al mar, si eso es lo que quieres, pero entrena a mi equipo. Es lo único que te pido.

—Nate.

—¿Qué me dices? El dinero a cambio de entrenar a mi equipo. —Nate me ofrece la mano. —¿Tenemos un trato, Rayan?

Observo su mano varios segundos, mis ojos suben a su rostro.

Aún no se si podré lograrlo y aún no entiendo como llegue al punto en que todos tuvieran fe de mi que yo misma.

Antes no era así y quiero volver a ser esa Rayan.

Acepto su apretón de manos.—Tenemos un trato, Nate.




Nate salvo a Rayan.

Rayan y Nate hicieron un trato... ¿Esto los acercara más?

Se vienen momentos divertidos.

Nos leemos.

>>Yiemir.

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora