CAPÍTULO 1

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LOS MORTÍFAGOS

Ahora mismo estoy en la madriguera. Volvimos del Campeonato Mundial de Quidditch hace una media hora y aún estoy sentada en el césped admirando el alba con la mirada perdida.  Fred y George no se acercaron a hablarme, es mejor así, necesitaba estar sola durante un momento y poder asimilar lo que había sucedido. El frío se colaba por mis huesos, pero no lo sentía. No sentía nada en aquel momento, ni siquiera sabía que sentir por dentro, había escuchado tantas historias sobre los mortífagos, sobre mis padres, sobre la época oscura del mundo mágico, que ver a esas personas irrumpiendo el Campeonato y creer que alguno de ellos podía ser uno mis padres me genera miedo. 

Jamás los vi, no los conozco, apenas he visto fotos de mis padres alguna que otra vez, pero sabía que ellos serían capaces de reconocerme. Mi pálida piel, el cabello oscuro y mis ojos, me delataban. Era la digna hija de los Lestrange, desquiciada y poco humana, como ellos siempre hubiesen querido, pero también tenía la calidez que me caracterizaba como una Black traidora, aquella que compartía con Andrómeda y Sirius.

Busco en el interior una razón para no pensar en la noche, pero no la encuentro, es lo único que hay dentro de mí, el sentimiento de soledad. A pesar de estar rodeada de personas que me aman, ninguno de ellos eran mis padres. Tonks finge entenderlo, pero cómo era posible que lograra hacerlo si sus padres la amaban y no eran unos asesinos.                Mis padres son asesinos y siempre van a serlo, jamás cambiarán, jamás voy a saber cómo hubiera sido mi vida si ellos no estuvieran en Azkaban ¿Sería como ellos? ¿Odiaría a Nymphadora? ¿A Fred? ¿George? ¿Incluso a Andrómeda? Jamás voy a tener una respuesta, porque yo estoy aquí intentando mantener la cordura y ellos allí sin una gota de ella.

Bajo la vista hacia mis piernas cubiertas por el rocío de la mañana y vuelvo a estar donde siempre estuve, frente a la madriguera. Respiro profundo antes de levantarme para dirigirme a la cocina por un poco de té.

Hermione me espera en la puerta con una mueca en sus labios, sabía que lo hacía porque me quería, porque le preocupaba, pero no puedo soportar lo mismo de ayer a la noche, no quiero que todos me miren de esa forma, como si fuese a romper en llanto si me hablan sobre lo sucedido. Aunque no me gusta soy una Lestrange y Black y aquella coraza que me obligaba a sostener me impide apreciar los sentimientos de lástima.

—Ni se te ocurra, Granger —. Observó como sus labios vuelven a fruncirse y se traga lo que sea que iba a decirme.

—Bien—. Es lo único que le escuchó decir antes de presentarme ante toda la familia Weasley y Harry, que comparten la misma mueca que Hermione. No digo nada por unos segundos, solo me limito a hacer una seña con la cabeza para indicar que todo está bien.

—Les dije que no le iba a gustar si la mirábamos como perrito mojado —. Dice Fred dejando escapar un suspiro.

Me doy la vuelta para servirme té y sentarme a hablar. El vapor inunda mis fosas nasales con el olor de la canela, suspiro nuevamente en el silencio de la sala, siquiera Percy se atreve a hablar, así que tomo asiento junto a los gemelos con la taza en la mano.

—Señor Weasley —levantó la vista y él también lo hace—. ¿Mis padres siguen en Azkaban?
—Si, los mortífagos de anoche fueron otros, no se han declarado fugas de ningún tipo —. Asiento y una parte de mi se siente profundamente aliviada, tranquila y en paz, ellos aún están en sus celdas. Pero el sentimiento de querer verlos aún no se ha ido y me hace sentir culpable, soy una hija que jamás pudo estar con sus padres.

—Gracias — digo con un tono de voz que no me pertenece, aclaro la garganta —Gracias — repito esta vez con más ímpetus y me llevo la taza a los labios.

Todo vuelve a quedar en silencio, Fred y George aún no se han dirigido a mí, no necesito que lo hagan, pero deseo que hablen y rompan el silencio.

—Voy al ministerio, esto es culpa mía —. El señor Weasley tira el periódico sobre la mesa y se levanta para acomodar su túnica.

—Te acompaño, el señor Crouch necesita toda la ayuda posible—. Paso la mirada por el pequeño salón, Bill se ríe levemente, también lo hacen Fred y George y no puedo evitar reírme también. Desde que comenzó el verano en la madriguera Percy no ha dejado de alabar a Crouch ni por un segundo. Luego de escuchar a Crouch dirigirse a él como Weatherby no era posible dejar de reír cada una de las veces que lo nombraba.

Dejo de reír en cuanto escucho como la Señora Weasley carraspea y hago lo mismo, para seguir tomando el té.

El señor Weasley y Percy se fueron hace unos minutos, yo aun tengo la mirada perdida, pero ahora en una taza medio vacía. Fred toca mi hombro, lo observo, sabía que quería hablar sobre lo que sucedió, pero no estaba lista para decirle que una parte de mi quiere ver a mis padres.

—Ahora no, Fred, por favor—. Me levanto de la silla intentando no hacer más ruido del que inunda la sala. La señora Weasley grita por toda la casa, mientras que Bill se niega a cortarse el cabello, en lo personal me gusta como le queda así de largo.

—Meissa Orión Black —. Escucho a Fred hablar en aquel tono, que tanto me niego a obedecer y sonrío sin poder evitarlo —. Vas a venir ahora mismo conmigo y George ¿Me has entendido?

—¿Y qué te hace creer que lo haré? — me mira con esa sonrisa que alborota cada extremidad de mi cuerpo y siento que no puedo negarme. No me responde, sus dedos se deslizan sobre la muñeca y camina hacia la puerta que da al enorme jardín donde estuve sentada hace una hora. No me resisto, mis pies comienzan a arrastrarse tras su paso y George nos espera allí.

Ambos se ven sonrientes, no puedo percibir la compasión en sus rostros así que simplemente me abro y les permito entrar nuevamente donde la oscuridad está intentando adueñarse. Me miran y los miro, no dejo de hablar, siquiera tomo aire entre mis oraciones.

—Una parte de mi... Quería verlos, creo que me estoy volviendo loca —. Espero impaciente la respuesta, pero ninguno sabe que decir — Bueno, entiendo que sus pequeños cerebros tardan en procesar la información — hago una mueca de lástima y evito reír mientras ellos hacen lo mismo. Es imposible. Los tres reímos como si mis palabras jamás existieron, aunque ellos saben que las dije y yo sé que ellos escucharon.

—No estás loca, solo... es decir de alguna forma son tus padres —. Las risas se apagan en cuanto George lo dice.

—Eso no quita lo que hicieron, pero George tiene un punto, son tus padres—. Agrega Fred y agradezco hablar con ellos, siempre encuentran una forma de hacerme sentir mejor.

—Es lo que necesitaba escuchar — les sonrío y vuelvo a sentirme tranquila, pero esta vez por completo.

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Espero que disfruten la historia tanto como yo al escribirla.

Fred y George son unos de mis personajes favoritos de toda la saga, así que me dedico a escribir fic y one-shots de ellos porque #Cuarentena.

Eres Tu La Verdadera Estrella - [Fred Weasley]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora