I. ENAMORÁNDOSE

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Disclaimer: todos los personajes, escenarios y hechizos que reconozcan pertenecen a J.K. Rowling. El resto es producto de mi imaginación.

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La muerte de Ron Weasley cuando tenía veinte años había devastado a Hermione Granger.

Para ese entonces ya no tenían una relación amorosa, pero habían quedado como los buenos amigos que habían sido antes de la Segunda Guerra Mágica, por lo que los recuerdos que habían compartido juntos siempre estaban presentes en su vida.

Después de la muerte de Fred, Ron había trabajado un tiempo como auror en el Ministerio de Magia, pero luego se había unido a la planilla de Sortilegios Weasley a petición de George. Eso le había dejado más tiempo para practicar su deporte favorito, el Quidditch, y en un entrenamiento, tratando de hacer una peligrosa maniobra con la escoba, había sufrido una estrepitosa caída que lo había dejado inconsciente y muy herido con fracturas y lesiones que los medimagos no llegaron a tiempo para sanar, por lo que pocas horas después del terrible accidente, murió días antes de cumplir sus veintiún años.

Había sido un golpe muy duro no sólo para la familia Weasley, al perder a otro hijo, sino también para Hermione y Harry Potter, quienes no podían creer que una persona con todo un futuro por delante hubiera muerto tan joven. Ambos lo extrañaban muchísimo.

Para ese entonces Hermione, quien había estudiado para sanador, había empezado a trabajar en San Mungo por lo que estaba muy enfocada en sus nuevas labores, en las que trataba de olvidar la muerte de Ronald. Por su trabajo y el de su mejor amigo, era poco lo que coincidía con Harry, pero trataban de mantenerse en contacto todo lo posible.

Aproximadamente dos meses después de ese triste acontecimiento, hubo una celebración, que reunía a los egresados del Colegio de Hogwarts y ella vio con ilusión, una oportunidad para reencontrarse con antiguos compañeros pues a muchos tenía casi tres años de no verlos.

La actividad iba a realizarse en el día y al aire libre por lo que Hermione había elegido un elegante pero a la vez sencillo vestido primaveral color rosa pálido, muy al estilo de la diseñadora italiana Luisa Beccaria, que traía bordados unos claveles blancos, su flor favorita y el cual le llegaba justo debajo de las rodillas, dejaba los hombros al descubierto y le daban una apariencia casi etérea. O al menos eso pensó Draco Malfoy cuando la vio. Él se había quedado con la boca abierta al verla descender del carruaje que los había transportado desde el sitio de aparición más cercano hasta el castillo. No dejaba de preguntarse, dónde había escondido Granger esa belleza los años anteriores.

Para sorpresa de todos, la profesora McGonagall había dispuesto que los exalumnos se sentaran por generación, por lo que a él y otros ex Slytherin les había le había tocado compartir la misma mesa con Hermione Granger, Neville Longbottom, Harry Potter, Seamus Finnigan, Dean Thomas, Hannah Abbott, las gemelas, entre otros.

Pansy Parkinson se había casado con Theodore Nott y habían acudido con Blaise, así que junto a Draco, disfrutaron de la fiesta al lado de los demás como si nunca se hubieran llevado mal, poniéndose al día con sus vidas hasta ese momento como si hubieran sido grandes amigos de todos.

A la fiesta también habían acudido George y Ginny Weasley, Luna Lovegood, y muchos más que habían estado en el Ejército de Dumbledore, y aunque al principio estuvieron en otras mesas, al final de la fiesta se habían reunido todos en un sólo lugar para recordar viejos tiempos.

Con mucha precaución, para que nadie lo descubriera, Draco no quitaba su vista de Hermione. De verdad lo había impresionado y aunque habían cruzado pocas palabras a manera de saludo, para ella tampoco había pasado inadvertido que él lucía más maduro y si era posible, aún más atractivo que en su época de estudiante.

Draco estaba trabajando en la Confederación Internacional de Magos del Ministerio de Magia Británico, y luego de perder algo de la tensión inicial, todos los reunidos en la mesa estuvieron hablando un poco de sus trabajos y vidas. Se podría decir que habían pasado un buen momento juntos.

El tema a evitar fue la muerte de Ron, aunque la directora había hecho un pequeño homenaje mencionando a los ex alumnos que ya no estaban, y entre ellos fue recordado Ronald Weasley. Draco no pudo evitar ver a Granger en ese momento, quien disimuladamente se había limpiado unas cuantas lágrimas.

—¿Te gustaría bailar? —inquirió el joven mago poniéndose de pie y tendiéndole una mano, muy al estilo del señor Darcy, cuando dio inicio una suave melodía y varias parejas se habían reunido en el sitio junto al lago que habían dispuesto para ese fin. Hermione lo dudó unos segundos, pero aceptó cuando vio a Blaise bailando con Luna, a Padma Patil con Marcus Flint y a Ernie Macmillan con Daphne Greengrass. Nadie se preocupaba por lo que pensaran los demás; cada quien estaba disfrutando de la fiesta tranquilamente como si fuera lo más normal del mundo que los Slytherin bailaran con Ravenclaw, Gryffindor o Hufflepuff.

—Quién hubiera imaginado que eras todo un caballero —esbozó una sonrisa tratando de actuar con naturalidad.

—¡Siempre! La primera lección de un Malfoy es "cómo tratar adecuadamente a una dama" —siguió el juego.

—Vaya, Malfoy, me vas a hacer sonrojar. ¿Ahora resulta que me consideras una dama? —bromeó.

—Nunca dije lo contrario... En todo caso, olvida al mocoso engreído que fui antes y finjamos que hasta ahora nos conocemos.

—Buena idea —dijo ella deteniéndose en media pista y sonriendo con timidez, murmuró—. Encantada, soy Hermione Jean Granger.

—Draco Lucius Malfoy, a sus pies —inclinó levemente la cabeza y ambos soltaron una carcajada para posteriormente seguir bailando—. Si me permite el atrevimiento, señorita Granger, luce usted muy hermosa con ese vestido, parece un hada, "el hada de los claveles blancos" —comentó dándole énfasis a la última frase, lo que hizo sonrojar inmediatamente a Hermione.

—Gracias —apenas alcanzó a murmurar cohibida por el cumplido—, me encantan los claveles —sonrió.

De vez en cuando, Ginny le lanzaba a la joven miradas llenas de incertidumbre que ella prefería ignorar, pues ni ella misma se explicaba, qué hacía divirtiéndose tanto con su antiguo enemigo.

Una semana después, para sorpresa de ambos, coincidieron en el Callejón Diagon y dado que se acercaba la hora de comer, Draco la invitó a almorzar en el Londres muggle. Hermione accedió pues no encontró una excusa válida para negarse. Tampoco era que le molestara su compañía.

—¿Cómo has estado después de lo de Weasley? Sé que ustedes tuvieron una relación —Hermione sonrió intentando no llorar; debía ser fuerte y aprender a hablar del tema con naturalidad.

—Ha sido difícil, aunque hacía muchos años que ya no estábamos juntos como pareja, éramos amigos... aún no puedo creer que haya muerto... y todo por ese tonto juego...

Draco hizo una mueca. Amaba el Quidditch pero mejor se reservaba ese comentario. Prefirió cambiar de tema y hablar del trabajo, siempre era un tópico seguro.

—Me cuesta imaginarte con el uniforme de un sanador... esa túnica de color verde lima...

—No te burles de mí. Mi karma es tener que vestir algo verde... —sonrió divertida para seguir comentando aspectos de su trabajo.

Luego de comer, él la acompañó a terminar sus compras y al final se despidieron como si hubieran sido buenos amigos desde siempre.

Durante los siguientes dos meses tuvieron encuentros casuales, aunque Hermione sospechaba que Draco tenía algo que ver con "esas casualidades". Después de no verse por más de tres años, no era creíble que "por casualidades del destino", se encontraran prácticamente, cada fin de semana. También la joven sanadora empezó a encontrar con relativa frecuencia, un clavel blanco sobre su escritorio al llegar al trabajo.

Tiempo después estas citas empezaron a ser planeadas y para finales de ese año, tenían una relación que tardaron en hacer pública varios meses más. Aunque ya nadie tomara en cuenta su estatus de sangre mágica, sabían que existían personas que probablemente no aprobarían su noviazgo, entre ellos, los señores Malfoy.

Cuando cumplieron un año de noviazgo formal, Draco le propuso mudarse juntos a una bonita casa que poseía en las afueras del Londres mágico en donde se dispusieron a vivir plenamente su amor, como tanto lo habían deseado desde que inició su relación amorosa.

Claveles blancosWhere stories live. Discover now