Capítulo 1.

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Mis ojos se abren con un sobresalto.

Me encuentro sola, en la habitación del hotel al que llegué hace unas horas. Me siento sobre la cama y suspiro al ver como las dos pruebas de embarazo que me hice al llegar aún yacen. Tiro de mi cabello fuera de mi rostro y salgo de la cama decidida a tomar una ducha, ya que el sueño me ha dejado con una fina capa de sudor sobre mi cuerpo. Me desnudo de camino al baño y abro el grifo del agua que cae como cascada sobre mí. Cierro los ojos y muevo mi cabeza de un lado a otro, intentando disminuir la tensión que el viaje de avión ocasionó, fallando miserablemente. Me rindo luego de enjuagar el jabón, y salgo de allí.

Me visto con rapidez y vuelvo a reparar en las pruebas de embarazo, las tomo con cuidado y veo las dos franjas rojas que aparecen en cada una de ellas. Y es todo lo que se necesita para que mi calma se esfume. Lanzo ambas pruebas contra las paredes, grito y maldigo sin preocuparme en lo más mínimo si alguien me escucha. Maldigo a Bruno por no poder usar un condón, a Harrison que me convenció de no necesitar un control de natalidad por ser estéril y a mí por ser tan estúpida como para olvidar que no todos los hombres lo son.

—¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué? —siseo—. ¿Por qué esto me tiene que pasar a mí?

Sé muy bien porque, pero decirlo en voz alta no me hará sentir mejor. Lo único que me hará sentir mejor es...

—Natalie —susurro.

Es la razón por la que estoy aquí en primer lugar.

Apenas note que tenía un atraso, creí que sería algo normal. Cuando días después estuve con Bruno, y note que no había usado condón me preocupe, preocupación que llegó a límites estratosféricos cuando me confesó que la mayoría de veces no los había usado. El pánico se apoderó de mí y en lugar de actuar como una mujer de veinticuatro años, actúe como una adolescente. Hui, tome el primer vuelo a Atlanta cuando la primera prueba de embarazo salió positiva, y aun así, al aterrizar tome dos pruebas de embarazo más de camino al hotel. Y mientras esperaba el resultado, recordé cuando Natalie había estado en una situación igual y le había dado un negativo. Sabía que ella me daría el apoyo que necesitaba, había volado aquí por ella en primer lugar, pero no había podido contactarla aun. En cuanto las pruebas dieron positivo nuevamente, dejé de pensar y me sumí en una falsa calma, hasta ahora.

Tomó mi celular y marcó su número, pero no tengo ninguna respuesta. Lo intento varias veces, hasta que finalmente me responde.

—¿Dónde demonios estabas, Natalie? Te llamé cerca de mil veces —siseo.

Sé que ella no tiene la culpa de nada, pero no puedo contenerme.

—No dramatices ¿quieres? Solo hay una llamada perdida

—Sigue siendo igual de grave —aseguro—. ¿Acaso Neal no puede mantener su polla fuera de tu vagina unos minutos para que hables con una amiga?

—Tienes suerte de que Sarah no esté en el auto —replica mordazmente.

—¿Estoy en manos libres? —pregunto sorprendida.

—¡Sí!

—Mierda, lo siento. —sinceramente, no me esperaba que estuviese sola—. Creí que estabas con Neal

—¿Ya viste la hora, Chloe? Neal está en el trabajo

Alejo mi celular para ver la hora, son más de las once. No había reparado en ello para nada.

—Sí, no lo pensé —respondo finalmente—. ¿Eso quiere decir que tú vas rumbo al tuyo?

—No, aún es temprano para eso, voy al trabajo de Neal. Quizás lo invité a almorzar y vayamos por Sarah, no lo sé. No lo decido aun, pero necesito distraerme

Atada a lo Prohibido. Where stories live. Discover now