|Capítulo 6: El día en el que mueras |

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Génesis era buena clasificando sus memorias entre las que le iban a servir para matar y las que no. Esa voz que la llamó traidora no era para nada práctica.

Se posicionó sobre el grueso alambrado, el mismo en el que había estado al momento de descubrir el arma del Recolector. Se quedó un momento con la vista clavada en el halo de luz eléctrica que entraba por el inicio del callejón. Recordaba la figura angelical del hombre muerto como si sus ojos lo tuvieran enfrente. El aroma del hormigón la distrajo al saltar al fondo del hueco.

Restos de sangre coagulada y productos de limpieza.

Se aferró al suelo con sus cuatro extremidades y tanteó la sabana que cubría el lugar donde, supuso, la policía encontró el cadáver, el cemento estaba frío y las baldosas rotas por la acotada pelea. Ella buscaba algo para probarle a su mente que no fue una alucinación ocasionada por el clima tormentoso, pasó los dedos por la marca que había dejado la hoz del Recolector y recordó la fría mirada salvaje en sus ojos.

«¿Ya vas a empezar a confiar en mi habilidad?»

Génesis le puso palabras a lo que había pensado entonces.

—Tu habilidad viene de la desesperación que le robas a los demás, los ayudas a morir no porque quieras, sino porque estás obligado a hacerlo. —No reconoció la esperanza de su propia voz.

Se alejó de la pared, decepcionada y se volteó a ciegas sin saber bien dónde ir. Puesto que no iba a volver a ese lugar lleno de criaturas despreciables cuyos cuerpos le ponían los pelos de punta, pero se tensó al percibir que alguien le cerraba el paso. Génesis no esperaba reconocer aquella figura recortada a contraluz, pero lo hizo. El halo que proyectaba la mata de cabello rojizo la paralizó y el miedo no le dejó emitir palabra.

—Mi querida bestia, si pensás tanto sobre el sentido de la vida le vas a hacer daño a tu cabecita.

El timbre de su voz le hizo darse cuenta de que estaba a punto de ahogarse con su llanto. Estaba más cerca de lo que pensaba, la figura de su padre forzó algo al interior de su boca entreabierta. El metal emitió un tintineo brusco contra sus dientes. Reaccionó, aunque demasiado tarde, para evitar el disparo que le destrozó la cabeza de un impacto.

—Una Glock 17, cortesía de la Policía Federal Argentina, interesante lo que uno puede conseguir si se pone a hacer amigos ¿no te parece? —El hombre se acercó a su silueta desvanecida sobre la sábana y disparó hasta vaciar el cargador del arma sobre ella.

La bala había recorrido el inicio de su garganta antes de salir por la parte trasera de su cabeza, el retroceso corto le destrozó la mandíbula porque Génesis había tenido el reflejo de cerrar la boca. Sin embargo, empezó a sanar incluso antes de que pudiera incorporarse, una pequeña estela de humo ascendía de la mueca sanguinolenta que era su cara.

Se sintió pequeña mientras un quejido desesperado se escapaba de su cuerpo.

—¿Padre?

La figura rio en la oscuridad y Génesis sintió como el hechizo se rompía, no era él. Esa no era su risa alegre, cálida. Le produjo asco.

—¿Pensás que tu adorado padre te va a encontrar para dispararte con un arma en la cara? Tonta inútil, probablemente piense en hacerte algo peor.

Sus músculos todavía sufrían espasmos ocasionados por el impacto de las balas, se levantó con el susurro de las palabras lacerando su conciencia, lo oía por encima del pitido que dejó el disparo del arma. La desorientación empezaba a esfumarse, y su cuerpo se recuperaba monstruosamente rápido, pero necesitaba volverlo solo un poco más lento. Debía recuperar su forma antes de perderla por completo. El odio no le dejó conseguirlo.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now