|Capítulo 3: Un cadáver más|

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Su compañero apareció un minuto después, doblaba la esquina a una velocidad cuestionable, pero como eran las tres de la mañana y era un oficial de la policía, ningún alma le iba a reclamar por eso.

Lorenzo Vega, el oficial que solía ser su sombra de una manera bastante indirecta, la observó subir y ni siquiera se molestó en saludar, fumaba su cigarrillo con cara de que no había dormido bien en días. Reina se lo agradeció en su fuero interno, aquel silencio le permitió centrarse en lo que debía hacer a continuación.

Recoger otro cadáver, se dijo a sí misma.

La perturbación nada tenía que ver con su trabajo. Reina se especializaba en el área que investigaba las escenas del crimen. La sangre, los desperdicios y el desorden que antecede un delito era moneda corriente en su día a día, por lo que no era extraño que la mandaran a investigar. Junto a su equipo estaban acostumbrados a asistir a lugares que podrían poner en la cuerda floja la estabilidad mental de cualquiera, lo bueno de todo eso era que, a ella en particular, ya no le quedaba mucha.

Bajó del auto antes de que Lorenzo pudiera tomarse el estúpido tiempo de abrirle la puerta, no estaba de humor. En la escena se encontró con Patricia y Marino, ambos eran compañeros frecuentes. Fingió su sonrisa tranquila, la que solía usar con todo el que compartiera habitación con ella. Como esperaba, la mujer se la devolvió para después acercarse a darle un beso en la mejilla. El otro hombre se había incorporado hace un par de meses y todavía no conocía su nombre completo, alzó la cabeza.

Solo entonces Lorenzo rompió el silencio, hablaba a través de su celular.

—Ya estamos acá, señor. A dos cuadras de Avenida Santa Fe, sí, sí.

—¿Buenos días? —preguntó Patricia, mientras se colocaba el traje que evitaba la contaminación de la escena, no esperó respuesta de Lorenzo, quien le lanzó una mirada malhumorada—. ¿No saludas ahora? ¿Dormimos juntos o qué?

—Seguro te gustaría —interrumpió una profunda voz a su lado, Marino, su cabello rubio estaba hecho un lío. Ya tenía el traje puesto y el cubre bocas solo dejaba ver sus ojos, tan azules como el subtono de su piel pálida. Reina creía que era imaginación suya, pero todas las veces que lo había visto iba cubierto de pies a cabeza. Él siempre alegaba que era porque tenía frío.

El comentario le hizo ganarse un codazo por parte de Patricia. Reina les dio la espalda para centrarse en la zona acordonada por cintas con la ligera sensación de que ya había estado ahí antes. A parte de su equipo solo había un oficial, hablaba por teléfono varios metros más allá.

«Los callejones oscuros son todos iguales, se prestan para la desaparición de personas»

Ese era el problema principal, la voz esta vez pareció provenir del interior del callejón. Terminó de colocarse el traje y tragó saliva, necesitaba un cigarrillo, se obligó a escuchar las voces de su equipo. A Reina le gustaba fingir que era un día más de trabajo, aunque eso le iba a hacer más difícil los pasos que seguían a continuación.

—Que bien nos levantamos hoy ¿eh? —El sarcasmo de Patricia le arrancó una media sonrisa—. Me gustaría saber cuándo va a ser el día en que podamos tener una conversación fluida.

—El día que te calles —soltó Lorenzo, sus respuestas eran comunes y todos ya estaban acostumbrados a su forma tosca de ser, pero cualquiera que los escuche diría que tenían un problema que resolver en privado. El hombre se acercó primero al área acordonada y levantó la cinta para dejarlas pasar—. Pero no va a ser hoy.

—Culpen a Mare —dijo Reina a ambos, fingió su mejor tono de broma, aunque lo insultaba internamente—. Él es el principal culpable de que no podamos dormir.

Génesis [La voluntad de Caos] [COMPLETA]Where stories live. Discover now