🌖 Capítulo 1

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El arché del híbrido hizo un sonido tan poco acostumbrado para Belnur, que su actividad cerebral viró en un radio más amplio y tuvo que reforzar las estructuras de contención psíquica alrededor de su mente. El amago de una carcajada, el silbido agudo de la risa. La Tierra atentaba contra su integridad de una manera que nunca hubiera imaginado posible,  obligándole a mantener un grado más de control sobre su syn

Llevaba ocho meses, una semana y tres días en aquel planeta diseñado para poner a prueba su fina cordura.

—¿Has terminado ya?—preguntó. Su tono de voz neutro.

Larchan se mordió el interior de la mejilla y carraspeó cuando una frialdad acerada rayó en su psique. A veces se le olvidaba que no podía bromear con el atigris como acostumbraba a hacer con los miembros de su clan, o con los demás Guardianes. Para una raza tan emocional y colectiva como los aphon, incluidos los híbridos, aquello era algo que los confundía desde lo más recóndito y primario de su lado animal. 

Intuían, intentaban adivinar, hacían conjeturas sobre Belnur y lo que era capaz de hacer. Jamás podrían adivinar el alcance de lo que él sería capaz de conseguir con un solo pensamiento, con un solo comando mental. Y así tenía que ser, si Belnur pretendía que sus hombres siguieran confiando en él. 

No había pedido, ni deseado, ser el nuevo Comandante de los Guardianes Mana en la Tierra. 

Pero aquí estaba. Y él nunca hacía nada que rozara la mediocridad.

Su respiración se normalizó, aunque nadie hubiera sido capaz de detectar la anomalía en el tempo de sus inspiraciones.  Hacía ya un mes que había tenido que ponerse a codificar nuevos aislamientos y cortafuegos para las fuentes potenciales de riesgo externas en su syn, cuando los antiguos comenzaron con fracturas milimétricas que debilitaban la malla activa de capas de siglos de intensivo trabajo. 

Algo que no había tenido que realizar tan en profundidad desde que era prácticamente un cachorro.

El alpha del clan híbrido de San Francisco asintió, todo sentimiento de diversión sepultado bajo una máscara de tranquilidad. Belnur sabía que el arché de Larchan estaba alerta, a la espera.

—Joder Belnur, perdóname—hizo una mueca, su bronceado rostro contrastaba con el intrincado diseño de mechones blancos y grises que caían libres hasta sus hombros—me has pillado con la guardia baja. Nunca imaginé que los enlaces de los Guardianes supusieran una molestia para ti.

—No suponen una "molestia", suponen un fallo en el protocolo que debemos seguir contra los nyx. Cuatro Guardianes han salido a patrullar esta noche. Cuatro.

—¿Y esos son pocos Guardianes? Cuatro es un buen número. Y seguro que mis chicos han servido de ayuda en algo, ¿no?

Si no hubiera consolidado los escudos de su psique que mantenían la calma hacía unos segundos, habría paladeado la furia. Como antiguo General del Escuadrón Atigris del sector Alpha en Aphonis, el rigor en la cadena de trabajo y entrenamiento era fundamental para él. Era la diferencia entre la victoria, y la muerte. Había cometido un fallo al pensar que el alpha del clan híbrido pudiera llegar a entender el alcance del problema que tenían entre manos. 

Y el problema no era que sus Guardianes estuvieran lanzándose masivamente a los brazos de las híbridas del clan. El verdadero problema sería que Belnur decidiera traspasar la línea y solucionara el fallo por su cuenta. 

Podría hacerlo tan silenciosamente, como un susurro en la oscuridad.

—Necesito a mis hombres.

—Ya lo sé hombre, puedo hacerme una idea de cómo va eso de ser Comandante,—señaló a su al rededor como diciendo "soy el puto alpha, joder"— y recuerda que Zorth era parte de este clan antes de incursionarse en unas veraniegas vacaciones por la Costa del Sol—intentó que su comentario sonara desprovisto de cualquier signo de amargura, pero contra Belnur aquello resultó un verdadero fracaso.

Acaricia a tu lado animal. © [𝗚𝗨𝗔𝗥𝗗𝗜𝗔𝗡𝗘𝗦 𝗠𝗔𝗡𝗔 #2]Where stories live. Discover now