—De cómo las pupilas se dilatan y contraen con ciertos estímulos —respondí y lo miré con una media sonrisa—. ¿Sabías que no solo se dilatan para adaptarse a la luz? Si consumes alguna sustancia que te relaja como la marihuana o el alcohol, la musculatura de tus ojos puede relajarse a tal punto que tu iris puede desaparecer. Lo mismo pasa cuando piensas en algo que te gusta.

—¿Ah sí? —una de sus cejas se elevó con duda—. ¿Cómo es eso?

—Es muy simple —dejé de cortar, apartando el cuchillo con la tabla a un lado para acercarme a él, con mi copa de vino bien agarrada con mi mano—. Mírame a los ojos y atento a mis pupilas.

—Okey... —alargó algo extrañado y abrió sus ojos como platos, haciéndome reír mientras no evitaba en sentirme algo cohibida con la intensidad de su mirada.

—Voy a pensar en algo que me desagrada... como los insectos —comencé, teniendo la imagen del bicho más repulsivo e hice una mueca de disgusto. El entrecerró sus ojos, esperando al cambio—. Ahora pensaré en Piper... o en chocolates... o en vino tinto...

Dicho lo último, bebí un sorbo lentamente, saboreando la amargura de éste con una mezcla de dulzor que hicieron mis papilas gustativas bailar del placer. La boca de Harry se abrió mientras veía mis ojos con sorpresa.

—Wow, eso sí es un círculo negro —se carcajeó y yo rodeé los ojos.

—A ver, te toca. Haz lo mismo que yo.

Harry inhaló profundamente y una vez más volvimos a conectar nuestras miradas. No sabía si ya estaba pensando en algo que le gustara ya que sus pupilas seguían pequeñas.

—¿En qué estás pensando?

—En lo mismo que tú —dijo sin pestañear, pero no había cambios. Arqueé una ceja y me crucé de brazos.

—Tienes que esforzarte más.

—¡Eso estoy haciendo!

—¡Pues no veo nada!

Harry rodeó los ojos divertido, echando su cabeza ligeramente hacia atrás mientras sonreía de lado. Volvió su rostro a mí con sus párpados cerrados y estuvo así unos cuantos segundos cuando los volvió a abrir, esta vez sus pupilas dilatadas.

Me quedé en blanco por unos momentos, incrédula ante la capacidad que sus pupilas tenían de agrandarse. Era impresionante cómo lo negro cubría por totalidad sus iris verdes.

—Santa mierda —exhalé mientras acercaba mi rostro al suyo, mi boca entreabierta ante la sorpresa—. Sí que se te agrandaron, ¿en qué estás pensando?

Su expresión se mantuvo serena mientras sentí sus manos rodear mi cintura para acercarme más si era posible a su anatomía.

—¿En verdad quieres saber? —inquirió con una ceja elevada, como si estuviera probándome.

Mi garganta se secó de un minuto a otro. Tragué saliva y asentí lentamente, sintiendo cómo mi corazón empezaba a palpitar con ahínco al percatarme que sus labios estaban muy cerca de los míos. De un momento a otro, el ambiente ligero de risas y bromas cambió a uno completamente sofocante, y podía sentir cómo la temperatura comenzaba a aumentarse en mi cuerpo.

—En ti —murmuró y solté un chillido interno—. Y en ese hermoso vestido plateado.

Dicho esto, terminó por acortar la distancia y besó mis labios lentamente, apaciguando las ganas que yo no sabía que tenía de hacerlo por mi cuenta. Cerré mis ojos y me dejé llevar por las caricias que me brindaban sus grandes manos en mi cuerpo, las cuales se movían desde mi cintura hasta acunar mi rostro. Mis dedos treparon por su pecho hasta llegar a su nuca, empujándolo hacia a mí para obtener más de él, nuestras lenguas acariciándose esta vez con más vehemencia.

Sincerely, yours » h.sWhere stories live. Discover now