Fueron 20 días, donde día a día Yuta investigaba la desaparición de su novia, y a ella le dedicaba cartas, aunque él bien sabía que la chica nunca las leería, o tal vez sí, si en su corazón hubiera una pizca de esperanza.
1-#YutaNakamoto
—Sí. Ella está muy bien, aunque en un momento tuve que desactivar su número, ya sabes...
Nakamoto seguía escuchando la charla, pero también aprovechó a observar su alrededor. Cerca de él había un cuchillo afilado, así que lo cogió rápidamente. Frente suyo había una escalera, la cual llevaba al 2do piso. Sentia una gran curiosidad por ir allí y ver si Akira estaba ahí, pero corría el riesgo de que el secuestrador lo oiga.
Esperó unos segundos, hasta que el sospechoso cortó la llamada y se dirigió fuera de la casa, hacia su auto. Yuta supuso que se iría, así que corriendo llegó al siguiente piso, donde había varias habitaciones y revisó cada una, hasta que en la ante última la pudo ver.
—Akira...–sonrió.
La chica se dió la vuelta y se abalanzó hacia Yuta. El ultimo mencionado se largó a llorar desconsoladamente, mientras estrujaba a Akira contra él. Estaba tan feliz y sorprendido, tanto tiempo sin verla, y ahora finalmente puede abrazarla.
—Yuta...¿en serio viniste?. –murmuró.
—Claro que sí, nunca te dejaría, Akira. –tomó el rostro contrario y la besó.– Vamos, debemos irnos ahora.
—¿Él se fue?.
—Sí cariño, tranquila.
La pareja entrelazó los dedos de sus manos y se sonrieron. Echaron a correr fuera de la casa, pero sus ojos se abrieron en exceso cuando vieron al sospechoso apuntando hacia ellos con una pistola.
—Vaya, ¿creían que se irían tan fácilmente?. –rió descaradamente.
—Dejanos ir.
—No, entregame a Akira. –la arma se dirigió esta vez solo a Yuta.
—Amigo, dejanos ir. No le diremos nada a la policía, pero otorganos la libertad, por favor. –suplicó.
El hombre recargó la pistola, demostrando realmente que el arma tenía balas, brindándole a la pareja mucho miedo.
—Hiro, te lo pido, dejanos ir. Nosotros nos marcharemos y tú continuarás tu vida sin problemas. –añadió la pelinegra.
El secuestrador, aparentemente de nombre "Hiro", mantuvo una expresión pensativa, hasta que finalmente habló.
—No. –respondió y disparó.
El fuerte dolor en el pecho de Yuta logró los llantos desesperados de Akira. "Esto no puede estar pasando", pensaba ella. El cuerpo masculino cayó contra el piso por el impacto de la bala, su mano se posicionó en el lugar afectado, y sus ojos fueron poco a poco cerrándose.
—¡No, no!. ¡Yuta, despierta, no te mueras, Dios mio!. –acariciaba el rostro contrario en busca de respuestas.
Sin embargo, no las recibió.
—Bien, al parecer murió. Ya no deberemos preocuparnos por él, preciosa. –rió.
Los ojos de Akira se oscurecieron, y unas fuertes llamas consumieron su cuerpo.
—Tú, ¡maldito imbécil!. Bastardo, ¿por qué haces todo esto?. –se dirigió ruda hacia el otro.
—¿Por qué hago todo esto?, ¿acaso no es obvio?, ¿todo el esfuerzo que hice para estar juntos no valió la pena?. De hecho, deberías agradecerme. –dijo arrogante.
—¿Agradecerte?, ¡¿agradecerte?!. ¡Ja!, no se me había ocurrido. –añadió sarcástica. – Realmente prefiero estar muerta en estos momentos, y es lo que voy a lograr.
Y antes de que otra cosa suceda, el secuestrador sintió un insoportable golpe detrás de su cabeza, lo cual alcanzó a desmayarlo. Akira sonrió al ver a la persona causante de lo recién ocurrido.
—¿Yuta?, ¿pero cómo?.
—Mientras ustedes estaban hablando se alejaron un poco de donde me disparó, así que aproveche que no me veían para levantarme e ir tras él. –confesó débil.
—Mi amor, vayamonos de aquí. Tomemos su auto, te curaré en el viaje a casa.
Sus manos se unieron nuevamente, y se escaparon del lugar en el auto.
Yuta casi se desangra, pero por suerte Akira pudo curarlo. Agradecieron cada segundo por seguir vivos. Tenían pensado empezar una nueva vida en otra ciudad, olvidar aquel reciente trauma. Los padres de Akira no dejaban de decirle gracias a Yuta por salvarla, por no rendirse nunca y buscarla sin césar. Akira y Yuta...se mantuvieron felices en sus nuevos días juntos.
Y algo que fue, probablemente vergonzoso para Yuta, era que Yoshida encontró las cartas que Nakamoto le escribía en su desaparición. Todo le pareció tan bonito y valiente de su parte, que varias lágrimas salieron de sus ojos.
—Yuta, te mereces el cielo. –corrió hasta él y lo abrazó sollozando.
Fin.
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消えた • yuta
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