—Mmm, buenos días —me estiré con pereza y escondí mi rostro en la almohada, mirando de reojo la hora sobre el despertador del velador—. ¿Qué haces listo tan temprano?

—Bueno... cierta personita se llevó todo el cobertor de la cama y me he despertado por el frío.

Me incorporé lentamente y, en efecto, parecía una oruga con todas las sábanas alrededor de mi cuerpo.

—Lo siento tanto —comencé a moverme para quitarme todo de encima, pero Harry me detuvo colocando una mano sobre mi cintura.

—No es nada, tranquila —me aseguró—. ¿Quieres...?

El sonido de mi teléfono lo interrumpió. Quería ignorarlo y verlo más tarde, sin embargo, una ansiedad inexplicable comenzó a surgir en mi organismo en cuanto me percaté que el sonido de la notificación se repetía una y otra vez, con tanta rapidez que ni siquiera el anterior alcanzaba a sonar por completo.

Con Harry compartimos una mirada de confusión y estiré mi mano para ver qué clase de embrujo le estaba pasando a mi pobre teléfono, al mismo tiempo que me sentaba en la cama y Harry se sentaba a mi lado. Miré la pantalla y mis ojos se abrieron como platos al ver el millar de notificaciones de Instagram que aún aparecían, todas siendo solicitudes de seguimiento de cuentas que no conocía.

—Demonios —el rizado maldijo mientras se levantaba abruptamente y comenzaba a pasearse por la habitación, mientras que yo seguía observando en shock las notificaciones que no cesaban.

Sólo había una explicación de lo que estaba pasando. Seguramente el mundo se enteró de mi existencia y ahora estaba en boca de todos. Tenía más que claro que iba a pasar tarde o temprano, solo que jamás me había preparado mentalmente para dicha invasión a la privacidad, menos que hayan encontrado mi perfil de Instagram. Agradecí en ese entonces tenerlo privado; no podría aguantar la idea de que millones de personas habrían podido investigar sobre mí mediante mi cuenta, compartiendo mis fotos o contactándose con mis cercanos mediante la aplicación. No obstante, no evité en sentir un escalofrío recorrer mi columna vertebral al imaginarme dichas personas no solo buscando información mía, sino que sobre mi círculo cercano... mi familia... mis amigos... mi trabajo...

Elevé mi rostro para ver a Harry, quien estaba de pie, su dedo pulgar entre sus dientes y sus ojos mirándome con culpa, esperando a que le dijera o hiciera algo. Estaba preocupado.

Sacudí la cabeza. No valía la pena calentarme la cabeza con lo que podría pasar, no ahora cuando me estaba tomando un respiro de Londres y estaba en una de las ciudades más lindas con Harry. Con esa premisa bien instalada en mi mente, volví mi vista mi teléfono y simplemente lo apagué, guardándolo en el cajón del velador y después entrelacé mis manos en mi regazo, mirando al rizado de ojos verdes como si nada hubiera pasado.

—¿Decías? —inquirí con una sonrisa y él me observó boquiabierto.

—¿No te importa? —preguntó él, señalando el lugar donde había puesto mi celular.

Me encogí de hombros y me levanté para caminar hacia él.

—Iba a pasar, de todos modos —dije mientras elevaba mis manos para envolver su cuello, mis dedos jugando con los rizos de su nuca y poniéndome de puntillas para rozar su nariz con la mía—. Pero no, no me importa. Lo que me importa eres tú y lo bien que lo pasaremos hoy.

Él sonrió aliviado y colocó sus manos en mi cintura, sus pulgares colándose bajo la polera de mi pijama y acariciando mi piel con suavidad. Dicho gesto me puso los pelos de punta y mis rodillas temblaron ante la sensación de las yemas de sus dedos sobre mi piel.

—Eres increíble —soltó, mirándome con admiración y besó sonoramente mi mejilla—. Bueno, estaba pensando en...

Unos toques en la puerta hicieron que Harry resoplara e inclinara su cabeza hacia atrás, posiblemente cansado de tantas interrupciones. No evité en soltar una risilla mientras me separaba de él y caminaba hacia la mirilla para ver de quién se trataba.

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora