Capítulo 1

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ALBA

Hoy Madrid estaba tan activo como siempre. Llevaba dos años viviendo en la ciudad en un pisito de estudiante con mi mejor amiga, María. La conocía desde los 5 años y para mí era como una hermana más.

Mi família y yo somos de Elche, Valencia, y allí tenemos una casita de piedra que a mi siempre me encantó. No es excesivamente grande pero es muy acogedora y familiar. Actualmente en esa casa viven mi madre, más conocida como la Rafi, y mi hermana pequeña que tiene 17 años y se llama Marina.

Para poder independizarme y acabar mi carrera en Madrid tuve que trabajar en un pequeño hostal que había en mi ciudad des de los 16 años. De esa modo conseguí tener algunos ahorros para poder compartir piso con María. Aún así, actualmente también tengo que trabajar por las tardes para poder mantener mi vida en Madrid. Trabajo en un bar céntrico que tiene muy buen ambiente y al menos eso compensa las jornadas agotadoras de 6 horas. Tampoco me puedo quejar de mi jefe, Marcos, que es muy dulce.

Hoy estaba terminando mi turno en el bar, limpiando las últimas mesas cuando recibí un whatsapp de María.

Sonreí imaginando la noche loca que se montaría con los locos de la uni y acabé de limpiar las dos mesas que me quedaban

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Sonreí imaginando la noche loca que se montaría con los locos de la uni y acabé de limpiar las dos mesas que me quedaban.

-Marcos ya he terminado con las mesas, ¿necesitas que haga alguna otra cosa?- le pregunté a mi jefe que trabajaba detrás de la barra ordenando.

Él levantó la cabeza y me miró con sus inmensos ojos azules brillantes que se podían ver entre sus mechones rizados que le caían por la cara.

-Tranquila Alba, por hoy ya está todo hecho, te dejo huir de aquí- me dijo en broma riendo mientras apoyaba sus manos en la barra para quedar delante de mí.

-¡Sabes que me quedaría encantada el tiempo que haga falta!- le respondí riendo mientras cogía mi chaqueta de medio tiempo y mi bolsa deportiva y me preparaba para salir del local.

-¡No me hagas la pelota Alba Reche que no te voy a subir el sueldo!- chilló él riendo mientras salía de detrás de la barra para abrazarme- hasta mañana linda- me dijo en la oreja antes de soltarme.

Marcos era 5 años mayor que yo, es decir, solo tenía 25 años pero aún así siempre me había parecido un chico muy maduro, centrado y trabajador y realmente le tenía muchísimo cariño.

Con esos pensamientos en la cabeza llegué al pabellón que estaba a 40 minutos del bar dónde trabajaba. Era un pabellón bastante grande pero, por suerte para mí, no era de los más populares de Madrid ya que estaba entre dos campos de hierba, cosa muy difícil de encontrar en una ciudad como Madrid y estaba bastante lejos de la civilización.

Empujé la puerta del pabellón y entré, notando el inconfundible olor de humedad de la zona polideportiva. Como salía del trabajo a las 8 y llegaba al pabellón sobre las 9 de la noche, solo quedaban las personas de la limpieza que ya conocían mi rutina de venir siempre a última hora y me dejaban un vestidor abierto para poderme cambiar y darme una ducha al terminar.

Piruetas sobre hieloWhere stories live. Discover now