Preparativos II

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Anna

-Anna, apresúrate. SI no te das prisa el tren las dejara- gritó su madre desde la puerta.

-En un segundo, ya bajo- contesto la joven.

Apresurada, empujo toda la ropa que pudo encontrar en un revoltijo dentro de su maleta. Y forzó la cerradura hasta que cerró. Maldiciendo mentalmente el no haberla hecho con mas tiempo de antelación. Bajo apresuradamente y subió al auto. El camino transcurrió en un silencio pacifico, todos estaban agotados después de la ajetreada mañana de recibimiento de su hermana y posterior celebración.

Su querida hermana, Elsa. Aprovecho que esta estaba mirando por la venta, recordando seguramente las calles que no había visto en un año, y la observo con detenimiento. De verdad que en ese año en que no se habían visto había cambiado tremendamente.

Había crecido varios centímetros y ahora le sacaba media cabeza, el acné de su rostro había desaparecido revelando una piel blanca sin imperfecciones, el  cabello rubio claro le había crecido, le llegaba hasta la cintura cuando estaba suelto. Su cuerpo se había desarrollado revelándola como una impresionante mujer. En definitiva, todo sus rasgos se habían perfeccionado dejando ver a un hermosa joven, muy diferente de su infantil hermana de hace un año. Y aunque Elsa no había sido otra cosa que amorosa con ella desde que llego, Anna no pude evitar sentir que ese año, separadas las había cambiado mucho a ambas, y estaba insegura de como seria su relación a partir de ahora. Además, aunque no quería admitirlo para sí, el nuevo y despampanante aspecto de Elsa le causaba envidia y la hacía sentir mal, amaba a su hermana con todo el corazón, pero no podía evitar hacer comparaciones. De seguro todos en el colegio caerían por la hermosa joven nueva, que llega a Hogwarts, y nadie se fijaría en su hermanita pequeña.

Con un suspiro, Anna contempló su propio reflejo en la ventana del auto y lamentó no haberse parecido más a su padre. Ella había heredado el cabello castaño anaranjado de su madre, tenía pequeñas pecas en la nariz y las mejillas, y si bien ambas hermanas tenían los ojos azules, los de Elsa eran de un color más intenso, mientras que los de ella eran algunos tonos más claros. Todo ello no contribuía a que Anna se sintiese como otra cosa que una niña. Soltó otro suspiro, pero se prometió que no permitiría que su malestar se interpusiese entre ella y su hermana.

Sintiendo que algo de su positivismo natural volvió a ella, se dijo que aprovecharía al máximo este año escolar, conocería a muchas personas y haría grandes amistades.

Anna siguió soñando con todo lo que iba hacer, inconsciente de que su hermana mayor se había percatado de todo las expresiones que habían pasado por su rostro al mirarla y mirarse en el reflejo, y ahora la contemplaba con una expresión preocupada.

Kristoff

-Adiós, Loui, Carl, Pete, Claud,... y adiós al resto- gritó el joven.
-Chico, ya te has despedido cientos de veces. Sube al carro ahora o te dejo- gruñó el conductor. 
-Lo siento, Abuelo- se disculpó avergonzado, mientras subía en el asiento de atrás. 
-oh, deja que el muchacho se despida cuanto quiera- le reprendió su abuela.
Kristoff le dedicó una sonrisa de agradecimiento por el espejo retrovisor.  Aunque nunca lo había expresado, sentía que su abuela era la única persona que entendía los sentimientos encontrados que experimentaba desde que llegó a la edad de ir a Hogwarts.
Aun recordaba lo orgullosos que habían estado sus abuelos cuando recibio su carta de admisión.  De todos los hijos de sus abuelos.  Sus padres habían sido los únicos magos,  por eso estaban tan complacidos cuando quedó demostrado que su nieto heredó la vena mágica de sus padres.
Él también había estado muy contento. .. al inicio. Pero luego se dio  cuenta de que tendría que separarse de su familia y se deprimió. 
No guardaba recuerdo alguno de sus padres.  Estos habían fallecido cuando él era aún muy pequeño, y quedo al cuidado de sus abuelos y sus numerosos primos.  Todos vivían en una casucha apartada de la ciudad, en el campo, endeble con incontables goteras y en las que todos se veían forzados a compartir cuartos y la palabra privacidad no existía. Pero era el único hogar que había conocido y lo adoraba, por eso le costaba cada vez que tenía que alejarse de ellos. Además, al vivir tan apartados de todos no estaba acostumbrado a interactuar con nuevas personas y siempre sufría cuando tenía que conocer y hablar con sus compañeros.

 Por Dios, hasta antes de entrar a Hogwart su mejor amigo había sido su hurón Sven.

Pero nada de eso importaba, tenía que poner buena cara por su familia, sabía que todos le contemplaban con esperanza, y que tenía grandes ideas para él, cuando se graduase. Después de todo era el único mago de la familia.

Acarició distraídamente a Sven, que dormía en su regazo, mientras pensaba en temas para conversar con sus nuevos compañeros, que fuesen fáciles y en los cuales no se sentiría ridículo hablando.

Rapunzel

-Madre, me muero por ver a las chicas. Seguro que Anna debe haber madurado…. Bueno un poco aún recuerdo en los problemas en los que se metía cuando venían de vacaciones, y Elsa y yo debíamos ayudarla y encubrirla para que no la regañaran… Y Elsa, debe haber crecido, y debe estar tan sofisticada después de vivir en Francia, seguro que su guardarropa debe estar de acuerdo a lo último de la moda… y oh, mis tíos los extrañó tanto. Crees que debí comprarles algo a ellos, bueno de seguro que sí, pero no creo que el tiempo nos alcance o si, madre, tu qué piensas

-Rapunzel, querida, lo que pienso es que si no te calmas y hablas más pausadamente te vas ahogar, pequeña- rio su madre, viendo a la alborotada muchacha caminar por toda la estación de tren,  esperando la llegada de sus primas.

-Tienes razón, Madre, lo siento. Es solo que estoy emocionada. Mi primer año en Hogwarts, y estaré con mis primas, y aprenderé tanto y conocerá a tantas personas. Oh, madre, solo piensa en todo lo que podré, parece que estoy soñando. Por primera vez veré cosas nuevas, cosas sorprendentes. Es genial- comenzó de nuevo la rubia.

Su madre se rio, dándose cuenta de que era inútil tratar de calmar a su hija, decidió dejarla en su caminar impaciente. Rapunzel, por su parte, pensaba en lo feliz que estaba de poder por fin salir de su cuarto. De pequeña había padecido leucemia, así que siempre había estado débil, y no se le permitía salir, por temor  a que contrajera alguna infección. Toda su niñez y parte de su adolescencia la pasó encerrada en su habitación o en el cuarto de un hospital. Y ni siquiera había podido ir a Hogwarts cuando recibió su carta por primera vez, y seguro que sus padres no le habrían permitido ir, si es que sus primas también ingresaban ese año. Sus padres solo habían dejado que fuera este año, porque Anna iniciaba clases y Elsa regresaba de estudiar en el extranjero, y confiaban en que sus primas la cuidarían.

-¡Ah! Mira, mamá, papá. Miren ahí vienen.

-Punzie, wau, estas hermosa- Elsa dijo, mientras la abrazaba.

-Y tu cabello, tu cabello esta tan largo- añadió Anna, tomando un mechón de la caballera rubia como la miel.

- Gracias, Elsa, pero solo lo dices por que me quieres- dijo

Lo cierto era que Rapunzel, también había crecido en una hermosa jovencita. Tenia un hermoso rostro sonrosado cubierto por las mas adorables pecas en la nariz, una bella y larga cabellera rubia con destellos brillantes y un gigantescos ojos verdes.

-Bueno, chicas ya que estan todas juntas, por que no aprovechan para subir al tren. Así podrán encontrar un compartimento para las tres- dijo su tío.

-Tienes razón, padre. Vamos Anna y Punzie, subamos- indicó Elsa. Y luego de despedirse de todos subieron al tren que le llevaría a Hogwarts.

Las Princesas de Hogwarts(Magia y Amor)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora