Capítulo veintinueve

Start from the beginning
                                    

En ese momento Erick le prestó más atención al mirarla. — ¿Quieres ir a comprar un anillo con diamantes? Puedo regalártelo.

— ¡No! Solo decía — Interrumpió de inmediato. — A veces se me olvida lo jodidamente rico que eres.

— ¿Van a algún lado tan animados? — Justo cuando creyó que las cosas marchaban bien Edith los alcanzó. — ¡Oh! Es la hora de la comida ¿Por qué no vamos todos juntos? ¿O acaso es una salida de pareja?

Erick la miró, Anastasia no supo cómo deshacerse de aquel chicle en el zapato tan molesto. — ¿No estabas conversando con ese chico actor...Apollo?

— Sí, se había ofrecido a llevarme a dar una vuelta, pero de repente se ha querido propasar conmigo. — En su rostro mostró toda la pinta de querer arrojarse al suelo y llorar. — Así que solamente hui, pero ahora estoy sola y me da miedo de que regrese por mí.

Por lo que habían visto ellos dos estaban sumergidos en una conversación, en absoluto parecía ser una escena de acoso.

Anastasia apretó el brazo de Erick sin darse cuenta, no quería que Edith los acompañara.

— Lo siento, pero iremos nosotros dos solos ¿Qué te parece si almorzamos todos juntos otro día?

Casi como si Erick hubiese escuchado sus pensamientos rechazó la petición de Edith, quien forzó una sonrisa. — ¡Por supuesto! ¿Cómo podría entrometerme entre una pareja tan...Agradable? Otro día comeremos juntos, así será.

Por alguna razón que dijera aquello le produjo escalofríos repentinos.

No conocía las intenciones de Edith, pero el hecho de que se deshiciese de las esposas anteriores de Erick solo podía indicar que quería hacer lo mismo con ella. Para colmo ante los ojos de todo el mundo es una santa, el ángel caído del cielo y la inspiración de medio mundo.

Todo lo que tenía era una cara bonita y talento para actuar, igual que Apollo.

De repente la idea de un complot entre ambos comenzó a sonar lógico.

Imposible, Apollo la trataba como a una roca a la cual patear. Simplemente lo descartaría.

Mientras pensaba idioteces al caminar bajo un sol cálido si llegar a ser abrasador Erick y Anastasia se detuvieron frente al lujoso restaurante en el que pretendían comer.

— ¿Cerrado por mantenimiento? ¿Qué clase de broma es esta? — Ambos estaban de pie sobre el cartel en la entrada principal. — Los demás restaurantes están demasiado lejos para caminar y la hora de la comida es limitada.

Anastasia miró a los alrededores sin ganas de regresarse a la oficina hasta que miró un puesto de comida callejera del otro lado de la calle que se adentraba hacia un callejón bastante transitado. — ¿Qué tal si vamos ahí?

— ¿Qué? — Erick trató de resistirse cuando ella comenzó a halarlo. — ¿En qué diablos estás pensando? ¿Pretendes que yo vaya ahí a almorzar?

— ¿Acaso tú nunca te has comido un Hotdog en un puesto ambulante?

— ¿Tengo cara de haberlo hecho? — Su actitud seguía siendo bastante terca, como un niño. — Anastasia, no quiero ir ahí, busquemos otro lugar.

— No seas un bebé llorón y siéntate ahí. — Lo obligó a tomar asiento en una cómoda silla de madera junto a una mesa del mismo material ubicada frente al carrito de Hotdog y luego se dirigió al cocinero. — Dos por favor.

Erick se veía incómodo, dando risa mientras intentaba limpiar la mesa con su pañuelo.

El callejón en el que habían entrado estaba completamente iluminado por farolas colgantes y se encontraban vendedores ambulantes de todo tipo, desde comida rápida hasta algodones de azúcar y palomitas de maíz con música en vivo de fondo: Un hombre tocando múltiples instrumentos a la vez.

Esposa del CEOWhere stories live. Discover now