𝕥𝕙𝕚𝕣𝕥𝕖𝕖𝕟

Comenzar desde el principio
                                    

—Con respecto a eso, tenemos que hablar sobre algo después, Sarah. Cuando regresemos quiero tener una charla contigo —asentí y me pregunté de que querría hablar Anne.

Se marcharon y a los minutos bajó Jaden. Aún iba en pijama.

—¿No te dije que te vistieras? —esto no estaba resultando. No serviría de nada esforzarme por cumplir mi venganza si él no ponía de su parte inconscientemente. ¿Dónde había quedado el chico dulce y comprometido dispuesto a hacer todo lo que yo quisiera?

—Sí, pero no tengo por qué hacerte caso —se encogió de hombros y fue a la cocina, seguro a desayunar.

Ni siquiera se había fijado en que me arreglé para él. Era un idiota, sólo lograba enfurecerme más.

Lancé el control remoto contra un sofá y gruñí para mis adentros. Cerré los ojos y traté de controlarme para no ir a la cocina y agarrar el primer cuchillo que viera para matar a Rizos.

Pero, ¿por qué estaba tan enojada? ¿No era eso lo que quise en un principio?¿Qué las cosas volvieran a la normalidad? No, ya no podía, no había vuelta atrás. Nos casaríamos de todos modos.

Me sentí frustrada al no poder acomodar mis pensamientos ¿lo quería o no lo quería? ¿Lo odiaba o no? ¿Me gustaba más así o como el chico que me amaba?

—No frunzas el ceño, pareces una anciana —escuché de pronto. Jaden salía de la cocina y se dirigía hacia mí con una taza de café en una mano y una galleta en la otra. Me extendió esta última, pero se la rechacé. No tenía hambre.

—Te queda una hora para arreglarte —le recordé.

—¿Por qué no podemos organizar la boda nosotros mismos? Sería más divertido —se sentó a mi lado y le dio un sorbo a su café.

—Pero más difícil —le contesté.
Recordé mi plan de la chica perfecta y me acomodé a su lado, recostando mi cabeza en su hombro.

—¿Te encuentras bien? —inquirió preocupado. Se apartó de mí y me miró como si me estuviera volviendo loca. Suspiré y dirigí mi mirada hacia el suelo, sin responder a su pregunta. No lo podía entender, si quería ser buena dudaban de mí, y si hacía de mala todo se arruinaba.

Tal vez eran las hormonas o el simple hecho de ser mujer, pero los sentimientos se me enredaban haciendo nudos en mi pecho que provocaban que todo me afectara. Sentí unas fuertes ganas de llorar al oír la pregunta de Jaden: “¿Te encuentras bien?”

¿Tan malvada me consideraba como alarmarse si yo era cariñosa?

—Sarah, estás pálida… —farfulló mientras tragaba un bocado de galleta.

—Estoy bien —le dije de mala gana.

Mis planes nunca resultaban, era una fracasada. Jamás sería la chica perfecta para Jaden, ¿en qué estaba pensando?

Así que reconsideré mejor la situación y llegué a la mejor solución para todos los problemas: Como jamás sería lo suficientemente buena para Jaden, debía encontrar a alguien que lo fuera. Total, había prometido hacerlo feliz, y si yo no era la candidata que todos esperaban, seguro otra chica lo sería.

Los nudos en mi pecho se hicieron más fuertes, tan fuertes que me imposibilitaron respirar por unos segundos.

—Sarah, en serio, estás muy pálida ¿quieres un poco de agua? —negué con la cabeza y moví las manos para darme aire.

No estaba respirando.

Las cosas comenzaron a darme vueltas y a brillar mucho. Jaden soltó su taza y su galleta y corrió a la cocina, regresó con Ellen y un gran vaso de agua.

MARRY ME, jaden hosslerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora