Día 2: Fantasma.

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—¡Hola! ¿Puedo jugar contigo? — preguntó a un niño que estaba jugando en un arenero, saludando con ambas manos mientras mostraba una gran sonrisa. Pero como siempre, no obtuvo respuestas. Sus labios lentamente formaron una mueca, suspirando antes de apartarse y volver a mirar desde lo lejos.

Volviendo a sentarse en el mismo lugar que antes, vio que esta vez había alguien sentado junto a el. — ¿Tú no juegas?  — pregunto al niño que estaba sereno leyendo un libro.

Negó con su cabeza. "Oh..." dijo y, casi como si eso lo hubiese despertado, el niño abrió levemente los ojos con un poco de sorpresa, acción que hubiese pasado de ser percibida por el contrario si no estuviese junto a el.

— ¿Qué lees? — pregunto y esta vez no recibió respuesta. — Hey, antes me contestaste ¿No quieres hablar conmigo? — insistió. Y siguió así hasta que finalmente el niño pareció cansarse.

—Silencio.

—Pero nadie me habla ¿Tú tampoco quieres hablar conmigo? ¿Por qué?

Y lo ignoró.

Pasaron un par de horas, luego el niño se levantó, sacudió su ropa y simplemente se marchó. Y nuevamente, él se quedó solo.

Luego de un par de días de insistencia, Lan WangJi accedió a hablar con él, se presentó y hablaron un rato. Así pasaron las tardes, charlando tranquilamente debajo de aquel árbol del parque. Y lentamente, una linda amistad creció entre ellos, compartiendo hermosos momentos.

—Lan Zhan ¿Por qué nadie quiere hablar conmigo? — preguntó Wei Ying. Intentando que en su rostro no se refleje la tristeza que ocultaba en su corazón.

— ¿No lo sabes?

— ¿Saber qué?

WangJi se quedó en silencio por un minuto. Intentando formular las palabras correctas para no herir a su mejor y único amigo. — Tú... — comenzó, pero las palabras seguían sin salir. Atemorizado.

De repente, todo emergió del agua. Las emociones comenzaron a revolotear sobre ellos, atropellándose unas con otras y llevándose todo por delante. Entonces, Lan Zhan se fue y, aún sin creer sus palabras, Wei Ying no insistió.

Pasaron años antes de que regrese a ese parque. Los columpios estaban desgastados por los años y aquel arenero ya no estaba, ese árbol en el que pasó las mejores tardes de su vida estaba ahí. Se paro frente a el y lo miró por un rato. Justo cuando estaba por marcharse, algo lo golpeo en la cabeza, y a los pocos segundos oyó detrás de el:

—¡Hey! Lo siento ¿Podrías pasarme el balón?

Cuando se dio vuelta para mirar al responsable, sus labios se curvaron ligeramente y sus ojos adquirieron un brillo indescriptible. — Wei Ying... — susurró.

Luego de tanto tiempo, lo había encontrado. Aquel niño fantasma que solía molestarlo, estaba ahí y podría reconocerlo incluso aunque ambos ya sean grandes.

— ¿Qué pasa, Lan Zhan? — preguntó WuXian, regalándole una de sus características sonrisas a su ahora esposo.

— Nada, Wei Ying. 

Y finalmente, volvió a caminar a su casa, pero esta vez acompañado de la mano de su amado, charlando de su día sin que nadie pensara que estaba loco.

Inktober mxtx 2020Where stories live. Discover now