Sin hoja de ruta

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-¿Natalia?- Se quitó las gafas mientras bajaba la ventanilla-.

-¿Alba?- Asintió con rapidez-.

-Espero que no lleves mucho tiempo esperando- Se disculpó con una encantadora sonrisa-.

-Ha merecido la pena la espera- Se colgó el macuto al hombro-.

Habían contactado de madrugada y por casualidad, pues ninguna tenía nada claro ningún aspecto referente a aquel viaje. Alba odiaba viajar sola, conducir sin ninguna compañía le resultaba insoportable y le ponía los nervios de punta. Aconsejada por su amiga África o más bien obligada y sin derecho a réplica, había terminado poniendo el anuncio del trayecto hacia Barcelona. Tenía sus reservas respecto a eso, pero ya no había vuelta atrás.

-¿No vamos?- inquirió Natalia ocupando el asiento del copiloto-.

-Claro- carraspeó Alba-. Para eso estamos.

La primera hora del viaje fue un poco tensa, ninguna de las dos rompía aquel incómodo silencio ni parecía tener intención de hacerlo. Alba se revolvía en su asiento, atenta al tráfico, pero tambien pensando que decir para no desentonar o barajando la posibilidad de lidiar con aquel vacío siguiendo el ritmo de la carretera.

-Puedo poner música- Alba señaló hacia el reproductor-.

-Por mi está bien- Natalia asintió-. Se puede conocer mucho de alguien por la música que escucha.

-¿Eso crees?- Alba se mojó los labios, interesada en su apunte-.

-Puedes comprobarlo- Natalia sonrió-. Nos quedan seiscientos kilómetros- echó el asiento hacia atrás-. ¿Puedo echar una cabezadita sin que nos matemos? - la miró colocando la sudadera como almohada-.

-Los coches no están diseñados para dormir- inquirió Alba-, sino para disfrutar el viaje.

-Estoy aquí para disfrutar del viaje - confesó Natalia lamiéndose los labios-. Por si no lo sabes, soñar es un gran placer.

Alba negó con la cabeza y decidió no seguir con la conversación, al parecer su compañera de viaje tenía contestación para todo. Las personas así de resueltas y con ese ímpetu vital solían entusiasmarse y era mejor no frustrarse, ya que su expectativa quedaba muy lejos de cumplirse. Al son de Passenger de Iggy Pop pisó el acelerador y dejó que la carretera le hiciera algo de compañía. Lo que no sabía era que Natalia no dormía, sino que la miraba y analizaba.

Tenía una lista de reproducción solo para viajar, con canciones ideales para mantener las ganas de seguir en la carretera. No parecía estar muy acostumbrada a viajar con desconocidos, había hecho varias muecas desconcertantes y seguía sorprendida tras la primera impresión. Podía ser una de esas aventureras, que buscaban emociones fuertes desesperadamente, un continuo vivir experiencias para darle algo de gasolina a la vida.

Alba estacionó en un área de servicio tras varias horas conduciendo, necesitaba estirar las piernas y despejarse un poco. Natalia se despertó en cuanto la música dejó de sonar, sorprendiéndose de haber dormido tanto tiempo y negando con la cabeza al ver como Alba hablaba con alguien por teléfono.

-Mamaíta, no es una maniaca, puedes estar tranquila- Natalia se carcajeó y encendió un cigarrillo-.

-Muy graciosa- gruñó Alba-, me parto contigo. Avisaba a una amiga- aclaró sin ni siquiera saber por que-.

-¿A una amiga?- inquirió la morena soltando el humo hacia un lado-. ¿Para que no te espere despierta por que las estrellas solo salen con la oscuridad? - se mordió el labio-.

Alba la ignoró y caminó hacia la cafetería, una coca cola sería ideal para refrescarse y de paso estar mas despierta. Natalia se metió las manos en los bolsillos y la siguió, sin evitar posar en sus andares y un poco mas arriba para que engañarlos, aquel culo bien podía ser patrimonio nacional protegido por la UNESCO como mínimo.

The Way you do the things you doWhere stories live. Discover now