xxxviii. Primera reunión y la misión de Eleanor

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Eleanor negó ligeramente divertida y un poco más aliviada de ya no ver al gruñón elfo doméstico a su alrededor. Los dos bajaron juntos las escaleras con cuidado de no hacer tanto ruido al llegar al vestíbulo y despertar a la encantadora Walburga Black. Cuando llegaron a la sala en donde debían estar Nymphadora y Remus, encontraron al hombre lobo rehuyendo del agarre en su brazo de la joven Tonks quién (para completa extrañeza de Eleanor) llevaba el cabello largo de color rojo y muy arreglado. Algo que definitivamente no veía en su mejor amiga en... nunca.

Sirius que antes se encontraba muy divertido con la situación ya no tenía aquella sonrisa burlona y ahora mostraba su ceño fruncido.

—¿Qué? —lo codeó Eleanor—. ¿Por qué esa cara?

–Acabo de caer en cuenta que Cassiopeia empezará también a actuar como Tonks con Lunático. —respondió Sirius con la nariz arrugada—. Está en la edad.

Fue inevitable ladear una sonrisa burlona.

–Suenas cómo si realmente estuvieras muy viejo. –comentó Eleanor con una ceja enarcada–. ¿Qué no tenías 36?

–Son 35 y no me aumentes años antes de tiempo. –gruñó Black cruzado de brazos fingiendo indignación–. Y no lo estoy.

–Lo que usted diga, anciano. –respondió Potter.

Cállate. –Sirius la empujo con su hombro con cuidado de no lastimarla y ella rodó los ojos mientras descruzaba sus brazos.

Un chillido escapó de los labios de la metamorfomaga al notar la presencia de su amiga quién no dudo en avalanzarse sobre la azabache ignorando el que Remus liberaba un suspiro aliviado. Con algo brusco (y muy de Tonks) abrazó con fuerza a Eleanor y se acercó a su oreja para poder susurrarle.

–Creo que estoy cerca de conquistarlo. –musitó Tonks aunque no lo suciente bajo para que Sirius no escuchara.

–Por supuesto que . –rió Sirius.

Tonks le sacó la lengua de forma muy infantil y Eleanor se alejó de los dos para acercarse hasta su ex tutor.

–¿Todo bien con Tonks? –le preguntó pinchando con su dedo el hombro del amigo de su hermano–. Parece que quieres desaparecer antes de que empiece la reunión.

–No empieces, Elle. –dijo Remus.

Eleanor alzó ambas manos a la altura de sus hombros y formó una inocente sonrisa en sus labios mientras que el hombre lobo suspiraba con exhaustividad a sabiendas que no se iba a librar de las burlas de Eleanor y Sirius por los coqueteos de la metamorfomaga.

No pasó mucho tiempo cuando Grimmauld Place comenzó a llenarse de los miembros de la orden del fénix, entre ellos estaban algunos que Eleanor llegó a reconocer inmediatamente: Kingsley, la profesora Minerva McGonagall, Ojoloco Moody, inclusive entre ellos, estaba el insorportable profesor de pociones Severus Snape. Mucho se tuvo que contener para no gritarle que se fuera, porque a pesar de lo que Remus le dijera sobre que debía confiar en él justo como Dumbledore lo hacía, ella no lo haría. No cuando aquel hombre se encargó de hacer de sus años en Hogwarts un infierno simplemente por el apellido que ella tenía y las diferencias que le guardaba a su hermano James.

La sala de estar comenzaba a llenarse y tuvieron que transladarse (para mayor comodidad) al comedor, en dónde cada uno tomó sus respectivos asientos, Eleanor se acomodó entre Remus y Sirius mientras que Tonks se colocaba del otro lado de Remus y hacía extraños movimientos con su cabello que en más de una ocasión golpeaba el rostro del hombre lobo. Por más que Eleanor hubiera tratado de detener todos los pésimos coqueteos de su mejor amiga, Tonks los evadió cada uno, sin importarle que dijera, ella seguía con sus brillantes orbes encima del ex profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras.

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