Volveré Junto a ti

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La mujer de cabellos oscuros observó a sus hijas y con la sola mirada, las cuatro salieron de la habitación dejándolos a solas.

—Yo quiero —volvió a pronunciar bajando aún más la mirada.

—Veo que —Ieran se paró frente a él y bajó el rostro para poder tomar el de su hijo— la seriedad de tu corazón ahora si fue totalmente perturbado por la actual dueña de las cartas Clow —ante la afirmación, Shaoran retrocedió sumamente avergonzado, pero con el valor para enfrentar a su madre.

—¡Quiero volver a Japón y estar con ella! —exclamó, pero su madre ni se inmutó. Recuperando su altura la mujer ocultó las manos en las mangas de su traje lila.

—Te has comprometido con algo aquí en Hong Kong —le recordó.

—Eso fue antes de saber lo que ella sentía por mí —respondió. Suspiró y volvió a bajar la cabeza apretando ambos puños.

—Son jóvenes y los sentimientos a esta edad no deberían ser motivos para arruinar el futuro. Son inciertos, volubles —Shaoran miró a su madre con el ceño fruncido. Él quería creer en sus sentimientos y en la promesa que le había hecho a Sakura de que volvería— Pero si esas son tus intenciones, tengo una condición para que puedas volver a Japón.

—¿De verdad? —la chispa de la oportunidad brilló en sus ojos marrones, pero fue destrozada en cuanto su madre volvió a hablar.

—Solo cuando logres derrotarme te dejaré ir —Shaoran miró a su madre paralizado. ¿Vencerla? ¿Él podría hacerlo? — ¿Qué esperas? —éste la observó confundido— Trae tu espada, tendremos un duelo de magia ahora mismo.

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Nunca se había imaginado esa escena, él enfrentándose a su madre. Quizás más de una vez lo había deseado, pero nunca pensó que podría ser real. Aun así, ahí estaban. Ieran lo apuntaba con su abanico y su rostro no mostraba nada. Solo la seriedad que la caracterizaba.

—Da tu mejor golpe —le exigió.

Shaoran activó su espada y rápidamente tomó uno de sus pergaminos.

—¡Dios del Viento ven! —exclamó lanzando una fuerte ráfaga de aire contra su madre. Ésta movió el abanico delicadamente desapareciendo el ataque.

—¿Qué has hecho en Japón estos años? ¿Holgazanear? —Ieran observó a su hijo— ¿Acaso estás jugando conmigo?

—¡Claro que no! —tomó ahora dos pergaminos y lanzó el ataque combinado de agua y trueno. Aun así, Ieran se apartó hacia la derecha moviendo el abanico para absorber el poder del ataque.

—Pues, lo siento entonces —y con el poder absorbido completamente, sacudió el abanico frente a ella mandándole el ataque de vuelta. Shaoran se protegió con su espada, pero no fue lo suficientemente fuerte como para evitar salir volando hacia atrás—. Con ese nivel de magia no podrás derrotarme y no podrás volver a Japón. Entrena y estudia, en un año quizás te dé otra oportunidad —pasó por al lado de él cuando éste se puso de pie— Ve a lavarte, la comida debe estar lista.

—Sí, madre —respondió entre dientes. La rabia por su falta de condición frente a su madre lo molesto muchísimo. Pero no se daría por vencido, no hasta vencerla.

La noche caía en la mansión cuando Shaoran cayó hacia atrás en su cama. Estaba sumamente agotado y toda la información que le había entrado en la cabeza en esas horas lo tenía fulminado. Nombre de personas, nombre de lugares y distintas fórmulas para poder manejar bien algunas funciones. Sin contar la cantidad de hechizos que tuvo que probar y manipular. Su nivel de energías estaba al límite, pero aun tenia fuerzas para algo, para tomar el oso que había puesto junto a sus almohadas.

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