—Niños —mi madre advirtió con seriedad y ambos se detuvieron. A pesar de que Trent tenía veintiséis y Sean veintidós, mamá aún los trataba como si tuvieran cinco años.

—Falta mucho para decidir todavía —le di otro sorbo a mi vaso de agua.

—Tres meses se pasan volando, Lenny —papá dijo en una advertencia y arqueando una ceja.

Puse los ojos en blanco. Qué pesados.

—¿No ha habido nadie interesante últimamente, Lenita? —Trent se levantó de su asiento para sentarse a mi lado, mirándome como si supiera de algo, cosa que me alarmó.

No supe por qué pero la primera persona que se me vino la mente fue el rizado de ojos verdes.

—No, nadie —mentí y volví a tomar agua. De repente tenía todos las miradas puestas en mí—. ¿Qué?

—¿Cuándo encontrarás a un muchacho para que me acompañe en la parrilla? —mi papá se lamentó, haciendo que Trent y Sean soltaran un grito ahogado. Lo más cómico es que Duncan también se les unió.

—Ya, Landon, no presiones a nuestra Lenny —mamá detuvo el tema como siempre y tomó de su copa de vino—. Que Jane y Duncan nos cuenten un poco sobre lo que tienen planeado para la boda.

—Bueno, debido a que los abuelos de Duncan no pueden viajar por su edad avanzada, decidimos celebrarlo en Irlanda —Jane comenzó, con una expresión de emoción tanto en su cara como en su rostro. Una emoción que logró contagiarme.

Empezó a relatar lo que quería: flores, música, cantidad de personas tanto en la ceremonia como en la fiesta, damas de honor, entre otras cosas, mientras Duncan la miraba como idiota enamorado y asentía cada palabra que decía Jane.

No pude evitar en sentir un poco de envidia. Obviamente estaba muy feliz por mi hermana porque al fin se casará con el amor de su vida. Sin embargo, esta situación me hizo pensar en todas las veces que fracasé en el amor. Nunca fui de la que se pasaba de novio en novio, la verdad era que yo soy muy exigente a la hora de enamorarme y no era porque tuve algún corazón roto en el pasado... creo que era por el hecho de que quería que todo en mi vida funcionara a la perfección, y no podía permitir dejarme caer en los pies de un hombre que a la larga no iba a valorarme. Después de todo, sí me estaba ahorrado una decepción amorosa y varias horas de llanto y sensaciones opresoras en el pecho.

Mientras Jane seguía contando sobre la avenida donde querían celebrar la fiesta, el teléfono me vibró en el regazo. Incliné levemente mi celular para ver de quién se trataba, no podía arriesgarme a que Trent me molestara si leía el nombre de Sam o de Harry en la pantalla.

Menos mal era Tess.

Al percatarme de que se trataba de un audio de whatsapp, me levanté y me alejé unos metros para no interrumpir la conversación de mi familia y presioné el botón de reproducir.

"Espero que la resaca siga matándote porque si no es así iré yo misma... já, broma, ¡cuenta tu noche de pasión con el doctor ese! Quiero saber detalles —su voz sonó traviesa y no evité en soltar una carcajada—... yyy ¿has sabido de Harry? ¿Te dijo algo sobre la llamada que le hiciste estando borracha? Llámame, cariño, te amo."

Iba a contestarle con un mensaje avisándole que en la noche iba a llamarla cuando de repente una notificación de Instagram apareció en la parte superior de mi pantalla.

"@harrystyles: ¿estás?".

"@harrystyles: ¿o vas a seguir ignorándome?"

"@harrystyes: estoy preocupado, no te veías bien el viernes, quiero asegurarme de que sigues con vida, llámame x"

Oh miren, la bendita x.

Mierda, ¿en qué lío me había metido?

Sólo hice lo que he hecho los últimos días: ignorarlo. Le dejé el mensaje a Tess y bloqueé el teléfono, volviendo con mi familia.

***

Londres, nueve de marzo, 2020

Todo estaba normal en mi servicio. Hice algunos ingresos de pacientes roñosos y algunas altas de otros, contentos de al fin volver a sus casas.

A Sam no le tocaba trabajar hoy y la verdad es que no sabía cómo sentirme al respecto. Una parte de mí quería evitarlo, pero la otra quería verlo cara a cara y hablarlo como adultos. Sin embargo, me extrañaba que no me haya llamado o mandado un mensaje. Y a mí me extrañaba el no tener un incentivo propio para darle señales de vida.

Quizás no fue para tanto después de todo.

Mariam salió de su oficina y rápidamente corrió a mi dirección.

—Me acaban de llamar de urgencias y dijeron que están colapsados —dijo sin aire, a pesar de haber recorrido pocos metros hasta mi posición—. Me pidieron mandar manos extras. Anda.

—¿Hubo algún accidente grave? —pregunté preocupada. Ella negó con la cabeza.

—Simplemente todo el mundo decidió accidentarse al mismo tiempo —se encogió de hombros y la observé alarmada ante tanta tranquilidad. Rodeó los ojos—. Relájate, Lena, no es como si no supieras cómo abordar una urgencia. Lo harás bien. Ahora, anda.

Asentí con la cabeza, tomé las cosas que seguramente iba a necesitar para examinar dichos accidentados y fui a la planta baja del hospital.

Y no mentía.

Había muchas personas esperando en cada camilla, algunos con posición fetal por algún posible dolor de estómago, otros con una toalla de papel manchada con sangre cubriendo las manos, niños llorando, mujeres embarazadas con muecas de dolor... lo que dirían por estos lugares: había de todo.

Me acerqué a Thomas, el enfermero jefe de urgencias, quien se veía bastante alterado viendo las fichas y mandando a todo el mundo.

—¡Ah, Lena! —suspiró aliviado en cuanto me vio y me tomó del brazo, señalándome con su dedo índice la parte de los boxs de atención—. Necesito que vayas al dos. Son dos hombres que tuvieron un pequeño accidente automovilístico.

—Está bien —asentí con la cabeza y me encaminé hacia donde me había indicado, colocándome una pechera de plástico sobre mi uniforme y un par de guantes.

Y mientras caminaba empecé a preguntarme con qué me encontraré: ¿alguna fractura? ¿heridas abiertas? ¿o simples cortes?

No sé por qué mi corazón palpitaba frenéticamente. Seguramente era la adrenalina de atender a algo inesperado.

Tuve esta sensación exacta la noche del catorce de febrero.

Llegué a la puerta, tomé una profunda respiración, dibujé mi mejor sonrisa en los labios y abrí la puerta.

Me detuve en seco al ver a las personas sentadas en las camillas. No, qué "personas". Fue la persona que hizo inmovilizarme en mi posición.

Harry.

***

N/a: me siento mala por dejarlas hasta aquí jijiji pero es para que haya un poco de suspenso y así pidan por más muajaja.

Gracias por leer y comentar y votar y aaaah, los amo <3 A partir de este capítulo se pone más interesante jujuju

Sincerely, yours » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora