—Gracias, Anne. —me agradeció Bryce con una sonrisa amplia en sus labios.

—No habla de tu idea de mierd... —Aline a su lado tiró de su cabello para reprenderla antes de que pudiera proseguir. La pelinegra puso los ojos en blanco—. De tu idea despojada de inteligencia. Anne habla del baile, o fiesta, o lo que sea.

Asentí, apenada. —Justamente hablo de eso, y retomando lo que quería señalar....no me parece mala idea, pero tampoco una viable, considerando que tenemos varios talleres y mejorías por planear, aún no terminamos ni la mitad de la creación de estamentos, tampoco los protocolos de violencia de género, ni de discriminación arbitraria. —me senté sobre la mesa y me sentí como una mujer poderosa dando un sermón colectivo—. Sé que puede parecer bonito y sumamente romántico, cosa que yo adoraría, pero...no estamos aquí para hacer lo que siempre se ha hecho, queremos cambios de verdad, ¿o no?

Venus chasqueó la lengua. —Creo que estoy enamorada de ti, mujer. Cuánta razón, deberíamos agarrar los vestiditos y quemarlos en...

—Venus. —volvió a interponerse la más sensata de los Gardner—. No quemaremos nada.

Ella bufó. —Aguafiestas.

Lo que siguió de reunión fue igual de intenso, caótico y para nada acorde a nuestra edad. Más ideas disparatadas, más interrupciones sin respetar el turno del otro...Más desorden que no llegó a nada; desde que Sadie y Prissy se fueron a la universidad y Gilbert por ahí, todas las reuniones habían consistido en lo mismo. Y aunque detestaba decirlo, los necesitaba o terminaría sacándome cabello por cabello a tirones.

Las Mini Anne's ya habían empezado en mi cabeza mientras yo caminaba junto a Diana por el corredor a nuestra próxima clase.

Mi amiga me miró de reojo. —Luces...

—¿Fatídica? ¿En decadencia? —pregunté soltando un suspiro dramático— ¿Como una muerta en vida?

—Iba a decir cansada, pero supongo que eso también sirve.

—Exhausta, para ser más precisa. —uno de los libros que tenía entre mis manos dió contra el suelo en un sonido sordo, quise arrojarme de la misma forma de la pura frustración, pero me controlé y sólo lo levanté con un bufido sonoro—. Quiero arrojarme en mi cama a perecer por veinte años, hasta que ya esté en la universidad y todos los problemas del mundo dejen de existir, ¿puedo?

—¿Puedo acompañarte? —sonrió y me rodeó los hombros con una mano—. Entiendo tu frustración, las reuniones no hay ido muy bien, pero eres Anne Shirley-Cuthbert. Es cuestión de tiempo para que arregles todo.

Hice un puchero. —Te quiero.

—Yo a ti. —me contestó posando un beso en mi mejilla, al instante su teléfono comenzó a sonar y se detuvo en seco con gesto preocupado al notar quién la llamaba.

—¿Está todo bien? —pregunté frunciendo el seño y estirándome para poder ver qué era el motivo de su abatimiento.

Pero no pude descubrirlo porque ella movió con agilidad el teléfono lejos de mí. —Nada importante, pero debo contestar, ¿nos vemos en clases?

—Pero... —aunque quise seguir indagando, fue imposible ya que mi amiga antes de poder siquiera completar la frase caminó lejos de mí, pestañeé confundida por su repentino cambio de desplante.

Bueno, Mini Anne's futuramente calvas, otra vez quedamos solas con nuestro estrés.

O durante seis agonizantes segundos, porque el cabello rizado y largo de Roy interceptó mi campo de visión a la distancia. Estaba guardando unas cosas en su casillero, y aunque no podía ver con mucha precisión gracias a la aglomeración de estudiantes transitando los pasillos, si pude distinguir a la perfección que junto a él, apoyado en el casillero de a su costado, había una chica comentándole algo mientras retorcía en sus dedos uno de sus rizos.

Anne Of The Present Where stories live. Discover now