Tenía muchas ganas de bailar con un millar de tipos, joder, besarlos si era necesario. No sabía si culpar o agradecer el alcohol por mi comportamiento de esta noche, simplemente quería pasarlo bien y olvidar cualquier mal rato.

Y una necesidad de dejárselo en claro al rizado de ojos verdes me invadió.

Saqué mi teléfono, el brillo de la pantalla cegándome y haciendo que el efecto de visión borrosa incrementara. Tess frunció el ceño.

—¿Qué estás haciendo?

No respondí. Simplemente abrí la aplicación de Instagram y me fui directamente a la conversación que tenía con Harry.

—Lena, no.

Vi la mano de mi amiga acercarse al aparato y de una palmada la alejé, levantándome y dando tropezones en dirección a la salida del bar, ignorando las llamadas de Tess a mis espaldas.

Corrí rápidamente antes de que me alcanzara y una vez que me percaté que había una pared humana entre nosotras, salí al exterior, el frío invadiendo cada uno de mis poros. Volví mi vista hacia el celular y comencé a apretar algunos botones, el aparato casi resbalándose de mis manos.

—Joder, que he bebido —me rio de mí misma mientras me apoyaba en la pared del local y esperaba a que Harry me contestara la llamada.

La pantalla se me fue a negro, y lo primero que pensé fue en que se me había acabado la batería, pero por arte de magia, el rostro adormilado de Harry ocupaba casi toda su totalidad.

¿Qué acababa de pasar?

¿Lena? —se restregó los ojos y me miró con el ceño fruncido.

—Claro, ahora me contestas —alargué las palabras y me despegué de la pared. Noté que casi perdí el equilibrio, por lo que volví a apoyarme sobre el concreto—. Déjame decirte un par de cos...

¿Dónde estás?

—Claaaaro, ahora te importo —volví a hablar e inconscientemente me reí, un hipo apareció luego de decir dichas palabras. Tragué saliva lentamente—. No vuelvas a interrum...

Carajo, Lena, ¿dónde mierda estás? —vi cómo se levantaba de su cama y caminaba por lo que parecía ser su habitación.

Obviamente, ¿dónde más iba a estar su cama?

—¡Lena! —la voz de Tess se hizo paso a mis oídos. Ignorando cada palabra que Harry me dirigía, me giré para encontrar a mi amiga caminando apresurada hacia mi posición—. ¡Cuelga en este instante!

No lo hagas, Lena —pidió el rizado.

La cabeza comenzó a darme vueltas entre tanta mención de mi nombre. Lena esto, Lena aquello...

Me detuve por unos segundos, y la parte de mí que me chillaba que estaba haciendo una tontería desde lo más profundo de mi ser me golpeó de repente.

Parpadeé un par de veces y sin dirigirle la mirada al hombre en mi teléfono, colgué repentinamente.

—¡Maldita sea, Lena! —Tess pisoteó fuerte el suelo con su tacón derecho y colocó su palma hacia arriba—. Dame tu teléfono. Lo que acabas de hacer fue peor que irte con cualquier otro tipo.

Estaba a punto de entregarle el aparato, cuando de repente alcé mi vista y vi a Samuel entrando al bar. Una ampolleta se iluminó en la parte superior de mi cabeza y terminé guardando el celular en el bolsillo trasero de mis vaqueros, apagándolo en el proceso.

—Vamos a bailar, necesito que la embriaguez se me pase un poco —propuse y antes de que Tess me dijera otra cosa o me negara, la tomé de la muñeca y la arrastré nuevamente al interior del bar.

Busqué a Sam con la mirada, quien estaba conversando con otro tipo en la barra. Conduje a Tess a una parte de la pista del baile con el propósito de que quedara en su campo visual y comenzamos a bailar. Por un momento, ella no parecía tan emocionada con la idea, pero cuando pusieron su canción favorita, comenzó a bailar conmigo.

Me movía de una manera descarada, la Lena sobria me estaría zarandeando por lo ridícula que estaba siendo en estos momentos. Mis caderas inclinándose de un lado para otro y mi trasero moviéndose de adelante hacia atrás. Cerraba mis ojos y los volvía a abrir, esperando a que Sam me haya notado. Volví mi vista a la barra y ya no estaba ahí.

Maldije internamente y decidí dejarlo pasar. Ya lo estaba pasando bien bailando al ritmo de la música y además me sentía bien porque podía notar cómo poco a poco el alcohol ya no tenía su efecto tan potente sobre mi organismo.

Unas grandes manos rodearon mi cintura por atrás y unos labios se apoyaron sobre mi hombro desnudo, haciendo que mi corazón se detuviera por un segundo. Llevé mi brazo hacia arriba y coloqué mi mano en la nuca de la persona que me abrazaba, mientras seguía bailando.

En un rápido movimiento, mi cuerpo giró y me encontré cara a cara con los ojos celestes de Samuel. Sonreí y no dije nada, simplemente cerré mis ojos y comencé a bailar sensualmente, pasando mis dedos por mi cabello e inclinando el cuello hacia un lado. Sam siguió mi ritmo, abrazándome con sus grandes brazos y sus manos acariciando de arriba hacia abajo mi espalda.

Las luces del antro hacían contraste con su mirada cargada de deseo, la cual viajaba de mis ojos a mis labios. Rozó su nariz con la mía y un olor de whisky mezclado con menta y su perfume invadió mis fosas nasales.

Mi debilidad.

—Me parece que me debes algo —trasladó sus labios a mi oído para susurrarme y dicho esto, agarró mi trasero con sus manos, juntándome con su cuerpo.

Lo miré, haciéndome la desentendida, pero sabía perfectamente a qué se refería. Sonreí de lado y mandé todo a la mierda, juntando su boca con la mía de manera brusca.

Su lengua delineó mi labio inferior para después ser atrapado por sus dientes, tironeando levemente y haciendo que soltara un pequeño gemido. Llevé mis manos a su nuca para acercarlo más, mis dedos pasando entre sus mechones oscuros mientras lenguas entraban en contacto y batallaban entre ellas.

Mierda, besaba tan bien.

—Llévame a tu casa —dije en un jadeo cuando nos separamos y él me observó algo sorprendido, pero dicha expresión en su rostro se eliminó con una sonrisa gatuna, algo manchada por el labial que llevaba puesto.

—Vamos.

Bajó su mano para entrelazarla con la mía y comenzó a tirar de mí. Pasé por un lado de Tess y me detuve para decirle que me iba. Ella me miró con cierta decepción, pero cuando se dio cuenta de quien era mi acompañante me alzó los pulgares, aprobando.

Seguía ebria, no podía dudarlo. Pero no consideraba esto como una estupidez.

Sam pidió un taxi y nos fuimos a su departamento.

No, no era una estupidez.

Abrió la puerta y de inmediato me puso contra la pared para besarme.

No. Era. Una. Estupidez.

Comenzó a acariciar mi piel por debajo de mi ropa, haciéndome estremecer. Llevé mis dedos a los botones de su camisa para desabrocharlos uno por uno, descubriendo su amplio pecho.

Joder, ¿cómo podría ser una estupidez si está buenísimo?

Sus ojos celestes destellaban deseo mientras que sus manos se ubicaban en los bordes de mis pantalones, trasladando sus dedos hacia el botón de éste.

No era una estupidez.

No, no lo era.

¿O sí?

***

N/a: no sé por qué me costó escribir este capítulo, pero aquí se los tengo :) Está un poco corto, pero es lo que pudo maquinar mi cabeza. Espero actualizar pronto el siguiente (si los estudios no terminan consumiéndome jajaj). Gracias por sus leídas, votos y comentarios, los estaré esperando como siempre <3

Sincerely, yours » h.sWhere stories live. Discover now