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—Lo siento, Yukhei

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—Lo siento, Yukhei.— El hombre de avanzada edad desvío la mirada, había apoyado sus manos envueltas en puños sobre la mesa.— Son órdenes de arriba.

—Pero, señor Tanaka, yo...

—No has hecho nada malo, Wong.— El mayor alzó la mirada para verlo a los ojos.— La familia Nakamura es... Complicada. No debí dejar que siguieras cubriendo ese caso.

Abrí los ojos con sorpresa, me acerque a la mesa para enfrentarlo. —No es su culpa, esto es algo que está afuera de sus manos.

—Lo siento tanto, Wong. De verdad, lo siento.— Salió de detrás de su escritorio para rodearme con sus brazos, dio un par de palmadas en mi espalda y se alejó.— Tienes que buscar tus cosas, ya han puesto una caja en tu oficina.

—Gracias, señor Tanaka.— Agradecí haciendo una pequeña reverencia antes de retirarme de sala.

—Gracias a ti, Yukhei.

Las lágrimas amenazaban con salir sin permiso.  Caminé a pasos rápidos hasta mi oficina, al entrar, una caja que se encontraba sobre mi silla me estaba esperando.

Tome las cosas las importantes y empecé a meterlas en la caja, sentí como mis mejillas empezaban a humedecerse y los ojos empezaban a doler.

Joder, apenas había pasado un año desde mi graduación.

Las lágrimas amenazaban con salir sin permiso. Yo... Estaba siendo despedido. Degradado. Todo el esfuerzo que había puesto en mi investigación fue... En vano.

Nakamura.

Era un apellido que nunca olvidaría.

(...)

Cuatro años después.

Mire la pantalla de mi ordenador con desagrado, me quite los anteojos y los tire sobre el escritorio.

—No puedo creer que este escribiendo esto.— Dejé caer mi cabeza sobre el escritorio.— De verdad, no lo puedo creer.

—Wong, no puedes dormir en horas de trabajo.— La voz de mi jefe solo provocó que mis ganas de lanzarme por la ventana aumentaran. Escuché como dejaba algunas algunas páginas sobre el escritorio.— Está es una premisa, necesito que esté lista para mañana.

—Esta bien.— Murmuré cansado mientras acomodaba mi postura, tomé las hojas y le eché un vistazo.— ¿Esto es importante?

—Claro que sí, es lo que nos da de comer.— El hombre canoso sonrió emocionado antes de darse la vuelta.— Vamos, Wong, ya has hecho esto por mucho tiempo.

Luego que el hombre se retirara de mi minúsculo cubículo de trabajo, leí rápidamente la noticia y empecé a escribir el artículo.

«Idol es vista en una cita junto con un hombre mayor.»

¡No puedo creer que este escribiendo esta mierda!

Termine de escribir el artículo antes de retirarme hacia mi hogar. El clima era horrible, quizás había empezando a odiar muchas cosas de mi vida.

Bufé molesto antes de ponerme de pie, tomando las páginas que el señor Kimura había dejado sobre mi escritorio. Necesitaba tomar algo de aire antes de que mi cerebro explotara.

Pasar 8 horas diarias escribiendo artículos de farándula era todo, menos lo que me imaginé que iba a terminar haciendo una vez que me graduará de la universidad.

¿A quien le importaba lo que esas personas hicieran con su vida?

Era mil veces mejor cubrir otro tipo de noticias, colaborar con la policía.

Para eso había estudiado.

Sin embargo, por mucho que mi corazón anhelara eso, yo, Wong Yukhei, era incapaz de cumplir ese deseo.

(...)

Abrí la puerta del apartamento con cuidado, las luces estaban encendidas por lo que supuse que Dejun estaría en casa.

Dejé mis zapatos en la entrada junto con mi abrigo y mi bolso. Todavía mantenía las hojas en mis manos.

Me adentre a mi hogar y caminé por el pasillo leyendo cada uno de los rumores sobres ídolos, hasta que una de las páginas llamó mi atención.

«Celebración anual de las empresas Nakamura.»

Oh, hace años que no escuchaba esa apellido. Primero que todo, porque la última vez que me involucre con ellos mi vida se volvió miserable.

Observé una algunas de las fotos que habían adjuntado con el documento, ladee la cabeza confundido.

—Señor y Señora Nakamura.— Con un dedo empecé a señalar a cada miembro.— Namakura Shirou, Nakamura Aiko y Nakamura Shotaro... ¿Dónde está...?

—¿Qué haces?— La voz del menor hizo que diera un salto en mi lugar, escondiendo las páginas tras mi espalda. El rubio entrecerró los ojos y estiró la mano para tomar las hojas.— ¿Qué tienes ahí?

—Nada importante, Dejun.— Coloqué una mano sobre su cabeza y lo alejé bruscamente.— Métete en tus asuntos.

El más pequeño frunció el ceño poniendo sus manos a cada lado de su cadera. — Nunca te ha importado que lea tus cosas, ¿Cuál es tu secreto, Wong?

Hice un rollito con las hojas y golpee su cabeza con el mismo. — Resulta que ahora me importa, así que aléjate.

—Bien.— Dijo sin dejar de tener el ceño fruncido.— Vas a tener decirme en alguna momento, y yo, como buen amigo, tendré que apoyarte aunque me hayas tratado de esta manera.

Reí levemente a la vez que aflojaba mi corbata. —Gracias por ser mi amigo, es todo un privilegio.— El tono sarcástico de mi voz tuve como consecuencia un golpe de su parte.— ¿Qué hiciste para comer?

—Sobre eso...— El rubio se dio la vuelta para caminar hasta la cocina.— Creo que tendremos que pedir pizza.— Quitó la tapa de un sartén, enseñándome lo que, suponía eran pedazos de carne, de color negro.

Toqué rápidamente mis bolsillos en busca de algo de dinero, saque un billete y se lo extendí.— Encárgate de eso, confío en ti.

El menor me guiño un ojo y logré ver cómo corría hasta su habitación.

Por mi parte, tomé asiento en una de las sillas del comedor. Dejé las páginas sobre la mesa y volví a revisar la cantidad de personas que salían en la foto.

5 personas en la familia Nakamura.

—Akane... Akane es la última hija.— Revise las páginas siguientes, en las entrevistas nunca la mencionaban.— ¿Será como... Cómo lo que sucedió esa vez?

Fruncí el ceño observando la foto frente a mí. Esa familia era terreno peligroso, no debía entrometerme en sus asuntos.

Dejé las hojas sobre la mesa mientras me ponía de pie para caminar hasta mi habitación, necesitaba descansar un poco.

IKIGAI; Wong YukheiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora