11 ᴅᴇ Fᴇʙʀᴇʀᴏ ᴅᴇʟ 2000: Dᴇsᴄᴜʙʀɪʀ

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-Solo te pregunté que eras de ellos más no como se conocieron, pero de igual forma, continua - Dijo Santiago interrumpiéndolo mientras veía como yo le torcía los ojos por haberme interrumpido

-Éramos compañeros de apartamento, tu papá era un loco y tu mamá era... pues no tan ¿Normal? - Dije ignorando a Santiago -La pasábamos muy bien juntos, tuvimos un motón de aventuras...

-Mis papás no eran locos - Dijo Santiago cruzado de brazos

-Jajaja en realidad lo eran, créeme - Dije riendo - Bueno mocoso, voy a salir, comes y cuando termines, regresas a la habitación, o juega aquí a lo que sea que jueguen los mocosos amargados como tú - Dijo levantándose de la mesa

-Pero si no has terminado de comer aún - Dijo Santiago señalando su plato aun con ensalada

-Ñah, no tengo hambre - Dije sin darle importancia y saliendo del jardín - Chau, mocoso

-Adiós viejo - Dijo Santiago mirando su plato lleno de verduras y colocando una cara de horror - Señora... ¿Puedo pedirle un favor? - Dijo mientras miraba a la sirvienta la cual estaba cerca de él

-Dime, cielo - Dijo la sirvienta amablemente -

- ¿Me puede dar otra cosa que no sea esto? Por favor~ - Dijo Santiago suplicándole a la sirvienta mientras hacia un puchero

- ¿Qué quieres comer?, lo haré con gusto para ti - Dijo la sirvienta (Ana) mientras se sentaba al lado de él

-Quiero... Pancakes con miel! - Dijo Santiago emocionado mientras la miraba a los ojos

-Bueno, entonces espera aquí un rato mientras voy a la cocina a hacerlos - Dijo la sirvienta levantándose de la silla y dirigiendo su camino a la cocina, pensó que al fin había llegado alguien que valorara su comida y comiera bastante para apechicharlo, no como Víctor que no comía casi nada y es un flacuchento, rogaba por el día en que al fin se coma su desayuno y no se vaya a holgazanear en su empresa

- ¡Si, señora! - Dijo Santiago feliz - Ahora solo queda esperar...

...

-Y bueno, ¿Qué es lo que han conseguido hasta ahora, Alan? - Dije sentado en mi silla mientras miraba a uno de mis "trabajadores"

-Bueno, ... No hemos conseguido casi nada realmente, aún no han encontrado pruebas para decir que Andrés es el asesino de todo esto, intentamos infiltrar gente en su empresa, pero... - Dijo Alan mirando hacia el suelo

- ¿Pero? - Repetí esperando una respuesta

-Pero se dieron cuenta de inmediato... - Dijo Alan decepcionado

- ¿Y qué hay de la gente? - Dije curioso

-Bueno, perdimos contacto con ellos y ahora están desaparecidos, lo más probable es que estén muertos y sus cuerpos estén escondidos en alguna parte - Dijo Alan encogiendo los hombros y metiendo sus manos en los bolsillos

- Bueno, tendremos que hacer un nuevo plan - Dije pensativo mientras colocaba las manos encima de mi hermosa mesa la cual estaba en mi preciado y perfecta oficina (Obviamente es la más bella de la empresa, como dueño y jefe de todo claramente tengo que sobresalir)

-Así es..., ¡Ah! ¿Y cómo va todo con el niño? - Dijo Alan curioso - ¿Es un diablillo?

-No para nada, es un tierno y dulce ángel - Dije sarcásticamente mientras me aguantaba la risa, pero ahogué con la saliva. Alan comenzó a reírse, pero luego vio cómo me estaba casi muriendo de verdad así que me dio unos espaldones (Casi rompe mi bella espalda, maldito) y se me paso (Mi salvador, como regalo le di un chicle viejo que encontré en uno de los cajones en el escritorio, ser generoso es mi pasión)

-Gracias por el chicle rancio, Víctor, me alaga su gran acto de bondad hacia mí, un humilde trabajador que lo conoce desde que era un adolescente hormonal, pero claro, soy solo un sirviente - Dijo Alan haciéndome una reverencia - Ah, y no puedo esperar el día en que pueda conocer a dulce angelito, va a ser un tierno encuentro - Dijo Alan riendo mientras secaba de sus ojos lágrimas falsas

-De nada súbdito, es un placer - Dije orgulloso - Y sí, creo que serán grandes amigos - Dije riendo - Los dos son unos pendejos, entre animales imbéciles se entienden - Dije mientras veía como Alan se hacía el ofendido y colocaba una mano en el pecho -Bueno, estoy aburrido aquí así que me largo- Dije levantándome de la silla

-Pero acabo de llegar - Dijo Alan señalando la puerta

- ¿Y a mí que me importa?, es hora de echar a las visitas y de autoecharme - Dije encogiéndome de hombros - Además, si sigo aquí y me entero de otra cosa más sobre ese patán voy a ir allá con una metralleta y no sé qué locuras podría hacer - Dije levantándome de la silla y tocándole en hombro a Alan para despedirme - Calabaza, calabaza, todo el mundo para su casa

-Bueno, igual todo el trabajo sucio siempre lo hago yo, te voy a denunciar por explotación laboral - Dijo Alan fingiendo estar triste

- ¿Trabajo sucio?, ¿De qué hablas? Aquí trabajamos limpio y sanamente, la humildad ante todo señor - Dije riéndome mientras trataba de echarlo con mis brazos

-JAJAJAJJAJSJADV bueno, bueno, yo también me tengo que ir, los muertos no se cargan solos tampoco - Dijo Alan saliendo de mi hermosa oficina

-Buena suerte~ ten un horrible día~- Dije saliendo también de mi única e inigualable preciosa oficina.

...


-Que aburrido, aburrido, aburrido - Dijo Santiago mientras miraba el piso de la habitación, hace horas que estaba ahí, la sirvienta le había dado unos juguetes, pero ya estaba aburrido de estar en la habitación - Mmmm... ¿Y si salgo a mirar un poco la casa? - Dijo mientras se paraba detrás de la puerta - Mientras no se enteren no pasará nada, además ni que fuera tan malo, solo será un rato.

Santiago abrió la puerta y comenzó mirar todo, al pasar un montón de pasillos, cuadros, habitaciones y más habitaciones pero se encontró con una habitación distintiva a las otras, al parecer era la habitación de Víctor (Mi habitación, duh) así que entró a mirar. Era un cuarto muy "Sencillo", las paredes eran grises, había una amplia cama y al lado su respectivo escritorio en el cual había libros, lápices, un computador, una lamparita y un reloj que parecía valer lo que vale su casa. Por otro lado de la cama había un mini escritorio de cajones, lo cual le llamo la atención a Santiago así que se acercó a él y comenzó a abrir los cajones, en el último cajón había una llave... ¿Dorada?, Santiago la agarró y comenzó a mirar alrededor para descubrir que era esa llave dorada pero solo quedaba por ver el armario. Se acercó curioso e intentó abrirlo exitosamente, esta tenía varias divisiones, había una para chaquetas, otra para, pantalones, relojes, camisas y había unos cajones lo cuales comenzó a abrirlos uno a uno encontrando ropa interior en ella, pero sintió que había algo debajo de uno de los cajones así que comenzó a sacar toda la ropa mientras hacía una cara de reprobación y asco (What?, que grosero, pero si estaban limpias...) aunque estas estaban limpias (¿Vieron?, ¡se los dije!). Debajo de todo había un maletín color plateado y dorado el cual tenía en el centro una cerradura dorada, Santiago supo de inmediato que la llave era para eso así que saco la llave y la coloco en la cerradura, abriéndola rápidamente y mostrando dentro un montón de amas, cuchillos e inyecciones con líquidos raros. La respiración de Santiago se colocó entrecortada, se sentía en peligro. Tenía que salir de ese lugar ya mismo.

- ¡SANTIAGO!, MALDITO MOCOSO, ¿DÓNDE ESTÁS? - Dije desesperado, pues no encontré a Santiago en donde se supone que debería estar, este muchacho me va a sacar canas verdes, ya hasta me están saliendo arrugas de tanto fruncir el ceño por su culpa, mi hermosa cara está algo arruinada por su culpa, aunque, bueno... aún se sigue igual de perfecta y bella.

Santiago rápidamente cerro el maletín asustado y a punto de llorar del miedo

- ¡Mamá... papá!, tengo miedo... miedo... - Dijo Santiago retrocediendo mientras buscaba la puerta para salir corriendo, su corazón latía rápido y no podía respirar bien, estaba teniendo un ataque de ansiedad. Sus piernas temblaban, a su mente vino la imagen de sus padres pero trató de cerrar fuerte sus ojos tratando que las imágenes pasaran. Fracasó

Change - El cambio es hoyWhere stories live. Discover now