CAPÍTULO ÚNICO: "Su Esencia Aún Vive..."

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Mis manos temblaban y mi corazón latía rápidamente.
Me sentía ahogado y profundamente perdido.

Esa persona, la que logró levantar mi cuerpo y alma, estaba frente a mí.

Dejé caer la guitarra al suelo, no sentía fuerzas para continuar sosteniéndola.

Sin embargo, ese hombre, Ritsuka Uenoyama lo sujetó a tiempo.

—¡ESTÁS DEMENTE SI CREÉS QUE VOY A PERMITIR QUE MALTRATES UNA GIBSON DE ESE MODO! —se sentó a mi lado y noté el daño que le había hecho anteriormente.

Sus cuerdas estaban rotas. No me había percatado de ello.
Creí que no tendría solución, su rostro parecía decirme eso.

Sin embargo, no dudó en buscar los objetos necesarios para solucionarlo.

Lo observé detenidamente. Parecía completamente concentrado en la guitarra.
Percibí admiración por ella y me sentí un completo inútil por no saber cuidarla.

Con paciencia y dedicación, cambió sus cuerdas y la afinó para encontrar su esencia.
En ese momento, ese acorde inspirador despertó en mí un sentimiento que creí haber olvidado.

Yuki continuaba viviendo en ella. Sólo que no supe tratarla como se debía.

—¡Por favor, necesito que me enseñes a tocarla! —imploré.

Su rostro parecía querer negarse al principio, pero verla allí, abandonada y triste, le removió el corazón.

—No creas que será sencillo—espetó.


                           [...]

Durante semanas, incluso meses, fui instruído por Uenoyama.

Era severo y algo temperamental, pero sus manos lograban sanar las heridas de la Gibson.
Comenzaba a escuchar con atención cada acorde y mi corazón latía con más  fuerza a medida que nos entendíamos más.

Él sonreía cada vez que lograba tocar lo que él me enseñaba. Recordaba su estilo y trataba de implementarlo, pero era imposible.

Su determinación me alcanzaba, su melodía penetraba mis oídos e invadía cada espacio vacío.
Uenoyama sacaba lo mejor de mí, ese lado que mantuve alejado por miedo y culpa.

Él estaba tratando de salvarme de mi propio infierno.

                             [...]

Una noche, recordé la melodía de una vieja canción que deseaba dedicarle a Yuki.

Sin darme cuenta, acababa tarareándola para recordar con exactitud qué era lo que quería decirle.

Era inútil.

Al voltear, me topé con la imponente figura de mi maestro, quien no dudó en abrazarme y dejó caer sus lágrimas.

Estaba desconcertado, pero el sentirlo tan cerca me recordó algo que hizo que yo también sintiera ganas de llorar.

Pero, como siempre, no pude...

—Necesito que cantes para mí, te lo ruego—musitó entre sollozos.

Uenoyama era de esos chicos imposibles de comprenderlos a la primera.
Se mostraba frío y distante, pero en el fondo sentía nostalgia y pasión desenfrenada por la música.
De una forma u otra, su guitarra hablaba por él.

Sin notarlo, Uenoyama estaba acercándose cada vez más. La música nos había elegido para ello.

—La música es el mejor modo de expresar sentimientos. La gente la consume  cuando está triste, feliz, deprimida o eufórica. Por ese motivo, este trabajo nunca podría morir... —expresó Haru, el miembro mayor de la banda a la que me había unido recientemente.

Cuerdas~Given 🎸Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ