Booker

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Hace un mes que estaba separado del equipo y ya sentía como la soledad le calaba hasta en los huesos.

Estaba muy distraído, matando sus penas en alcohol, cuando le sonó el celular. Le costó atenderlo porque se le cayó al piso un par de veces, pero finalmente lo logró.

— Hola. — Dijo al atender la llamada.

— Hola extraño. — Lo saludó Andy.

— ¿Por qué me estás llamando? — Pidió saber. — Pensé que la idea era que pasemos cien años sin ningún tipo de contacto. — Dijo, sin poder evitar que su voz suene dolida.

— Quería asegurarme que estés bien, de que la soledad no te deprima como lo hizo antes. — Respondió ella con sinceridad.

Eso era algo magnífico de la personalidad de Andy. Ella tenía una empatía especial hacia el dolor humano, porque había experimentado todo tipo de dolor reiteradas veces, pero lo disfrazaba todo con la dureza y rudeza con la que se manejaba. Era una manera de protegerse del mundo e intentar que todas sus miserias no la afecten. Es así que quienes en verdad la conocían bien, sabían que su corazón era de oro.

— Estoy bien. — Intentó asegurarle.

— Estás borracho. — Dijo ella, dando cuenta de su estado.

— Como si vos no tomaras alcohol. — Argumentó él defensivamente.

— Esta vez tenemos que hacer mejor las cosas Book. — Pidió ella.

Podemos elegir cómo vivir,

y nosotros Book lo hemos estado haciendo para la mierda.

— Lo sé. — Asintió él.

— ¿Prometes que vas a intentarlo? — Preguntó, en un tono suplicante.

— Lo prometo. — Aseguró él.

Por ella lo iba a intentar.

Y el llamado se convirtió en una costumbre que tenían. Una vez por mes ella se ponía en contacto con él y conversaban.

No siempre podía cumplir la promesa, tenía días buenos y días malos. Pero los días después de hablar con ella siempre eran buenos. Sus conversaciones lo dejaban lleno de paz.

En uno de sus días malos fue cuando conoció a Quynh. Le sorprendió mucho que esa mujer estuviera viva y que se hubiera rescatado a ella misma.

Quynh quería encontrar al equipo, pero él no podía ayudarla con eso. No podía hacerlo porque sería otra traición para el equipo, y no iba a volver a traicionarlos. Él ya había aprendido su lección.

Pero la dejó quedarse en su departamento. La compañía, con alguien inmortal como él, le hacía sentir bien.

Sin embargo, no duró mucho. Quynh encontró al equipo y se fue.

Unos meses después Booker recibió la llamada.

Andy murió.

Quynh la mató.

Por un momento se arrepintió de no haberle dicho a Quynh que Andy había perdido su inmortalidad, o de no haberle dicho a Andy que Quynh estaba viva y la estaba buscando.

Pero, cuando lo pensaba bien, se daba cuenta que había hecho lo correcto. Ninguna de esas dos mujeres habría querido que cuente su secreto a la otra. No era su responsabilidad contarlo.

Sin tener contacto con el equipo y tratando de sobrellevar la muerte de Andy, su vida fue para peor.

No sabía cómo soportar la soledad. No sabía cómo hacer para no deprimirse.

Forever is harder than it looksحيث تعيش القصص. اكتشف الآن