Capítulo 1: La vida.

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La vida no siempre me sonríe. De hecho, está comenzando a hacerlo en éstas instancias de mi vida.

En la secundaria trataba de decirme a mi misma que todo iba a mejorar, que ya no iba a ser todo gris, que dejarían de molestarme, que me sacarían la ortodoncia, que tendría un trabajo excelente y un novio magnifico. Puedo decir que he logrado todo eso (a excepción del novio, claro).

Aguanté toda la secundaria con burlas como "dientes de chapa", "la fea Sarah", "obra fallida"... A éste último lo inventaron ya que mi padre, el gran Jeremy Baxton, es el artista plástico más renombrado de Portland, y me trataban como a una obra que le había salido mal. Mamá siempre intentó darme ánimos y hacerme fuerte. De no ser por ella, yo habría terminado mal.

Al parecer los idiotas de secundaria creen que un par de alambres en los dientes te hacen una Cuasimodo de carne y hueso, y que estudiar para ser alguien en el futuro te hace una rata de laboratorio... Si, mi ropa no era la que estaba de moda, pero era cómoda.

Gracias a mi esfuerzo, logré obtener mi matrícula de Diseño Gráfico en la Escuela de Artes Visuales de New York y entrar a trabajar a los veintiún años en la prestigiosa Voss Magazine, la revista numero uno en ventas de Portland.

Puedo decir que la vida me sonríe por que tengo al mejor jefe de todos. El dueño y fundador de la revista, John Voss. Un amable señor que se preocupa por sus empleados y su revista. Tengo una compañera de trabajo increíblemente loca y divertida, quien es la hija de John Voss y la diosa, jefa y prodigio de la sección de modas. No es de mi edad, ya que siempre me costó adaptarme a mi generación. Gina tiene cuarenta y siete años, y es mi leal psicóloga y consejera. Aunque actúa como una adolescente (una adolescente que yo nunca fui, gracias a dios). Se embriaga cuando vamos a los clubes nocturnos, va de hombre a hombre, se viste como una veinteañera sexy (y el cuerpo realmente le da para usar esa ropa, está mejor que yo). Es una hermosa mujer, de cabello negro y ojos celestes, con una nariz hermosa y unos perfectos dientes. Tiene todo lo que una mujer de esa edad (y las de mi edad también) desea, menos un marido e hijos. Ella dice que no los quiere ni los necesita.

Amo mi trabajo. No podría pedir uno mejor. Ilustrar las notas de moda, humor y deporte es genial. Las otras notas me dan igual, son simples y fáciles, no necesito de mucha imaginación. Pero las de deporte, moda y humor son las mejores. En cada trabajo debo esforzarme por ser creativa y plasmar la idea que quiere dar la nota. En las de moda, de las que se encarga Gina, tengo que dibujar ropa, zapatos, accesorios, maquillaje, modelos o lo que sea de lo que se trate. En humor tengo que hacer caricaturas o pequeños dibujos de lo que se traten los chistes. En deporte debo dibujar... Bueno... Deportes. Aveces es el Polo, con los caballos y los jinetes. Aveces es beisbol y dibujo algo de lo que cuenta la nota. Mi favorita es la de fútbol americano, ya que debo hacer esos grandes simios y añadirles algunas características humorísticas. Los hago a todos feos, al igual que a los basquetbolistas. Pero mi rencor con los basquetbolistas viene de otro lado que no vale la pena recordar.

El sonido del teléfono me despertó de mi lindo sueño. Un sueño con Christian Grey. ¡Oh, si! ¡Azótame, Christian!

-¿Mm-hola...? -atendí el teléfono con todo el sueño del mundo. De mal humor por haber interrumpido mi sueño-

-¡Sarah! -el grito de Gina me obligó a alejar el teléfono de mi oreja- ¿Dónde estas? Son las nueve.

-¡¿Qué?! -me senté con rapidez, despertándome completamente- Rayos, Gina. ¿No pudiste despertarme antes?

-Acabo de llegar, ya sabes a la hora que vengo. -rodé los ojos. Ella siempre llega una hora tarde. Pero ella es ella, yo soy yo. Y yo siempre estoy a las ocho en punto tomando café en mi estudio del edificio de Voss Magazine- Se me hizo raro no no ver tu lindo cabello rubio por aquí.

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