Capítulo 13

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–Deja de mirarme así, Garrett –soltó Wes con una pequeña sonrisa, entrando a la habitación. Como esperaba, el joven capitán lo estaba esperando–. ¿Qué?

–¿Cómo rayos ha sabido que lo miraba? ¿Y la manera?

–Puedo sentir tus ojos haciendo un agujero a través de mi cabeza incluso con la puerta cerrada. ¿Estás enfadado?

–No... exactamente. Weston, por favor, usted debería...

–Descansar. Lo sé –Wes elevó la mano, deteniendo su protesta–. No, no lo intentes. Sé que ese es tu objetivo y te comunico que puedes dejar de fruncir el ceño. Precisamente para eso estoy aquí.

–¿Va a descansar? –Garrett exclamó, incrédulo.

–Sí.

–¿De verdad?

–¿Qué te parece que estoy haciendo? –Wes se dejó caer en la cama y soltó un suspiro–. Estoy agotado.

–Menos mal. Pediré que le sirvan comida en su habitación y...

–No, no es necesario –cortó.

–¿No? ¿Por qué no? –inquirió Garrett, con un tono de resignación que implicaba un: "sabía que esto era demasiado bueno para ser cierto".

–Porque no estaremos aquí.

–¿Qué?

–Ahora, déjame dormir.

–¿Cómo que no estaremos aquí?

–No lo dejarás estar, ¿cierto? –preguntó Wes, abriendo uno de sus ojos–. De acuerdo –se incorporó– vamos a salir.

–Evidentemente. Pero ¿a dónde?

–¿A dónde sería? Al pueblo.

–¡¿Al pueblo?! –Garrett abrió los ojos desmesuradamente–. ¿Qué está tratando...?

–¿No es evidente? Al pueblo de Nox. Necesito conocer a la gente. También es mi gente ahora –musitó– por lo que quede de tiempo, de todos modos.

–No. No puede hacer eso.

–Garrett, no estoy pidiendo tu opinión.

–Lo sé, pero deberías –dejó el trato formal Garrett y se mesó los cabellos–. Demonios, Wes. Es demasiado arriesgado y lo sabes. No estás en condiciones...

–Y nunca lo estaré –acotó y volvió a recostarse–. Ahora, deja las protestas y encárgate de coordinarlo todo, ¿sí?

–Como ordene –gruñó Garrett y salió, dando un portazo.


***


Dos horas más tarde, Wes caminaba por las calles silenciosas de Nox. Era extraño, a pesar de que muchas personas se encontraban trabajando, lucían taciturnos y concentrados. Nadie miraba al otro, casi no hablaban y los pocos que parecían notar su presencia, lo hacían con recelo, escudándose detrás de las puertas de sus viviendas en cuanto Wes hacía el más mínimo ademán de acercarse.

Cierto, la guerra aún era una herida reciente en ellos, un atormentado recuerdo como para todo el territorio del reino; sin embargo, en Savoir, pese a todo, nunca faltaron las risas, el calor que disipara el dolor y la incertidumbre, aun cuando fuera por un momento.

Vaya con Nox. Haría falta mucho trabajo. Y tendría que pensar en una manera de lograr... llegar a ellos. Eran, después de todo, iguales. De un solo territorio, con un mismo idioma y tradiciones similares. Eran un solo reino. ¿Cómo podían no verlo? ¿Por qué todos estaban ciegos? Tanto Savoir como Nox y el resto de los territorios que conformaban el Reino de Ghrian, simplemente no lo veían. O, quizá, no querían verlo.

Cuatro Momentos (Drummond #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora