Sus ojos me analizaron de arriba abajo antes de mostrar sus dientes en medio de una sonrisa—Digamos que me quería divertir este día.

Yo no tenía salida. No podía correr, ni gritar, ni tomar mi celular y llamar a alguien. Mi mente solo le gritaba auxilio a Hult. Si él podía sentir mi miedo, sentiría como me estaba consumiendo ahora mismo. Dios mío, por favor. Aparece Hult, aparece.

—Si—si—si no te vas ahora habrá consecuencias— tartamudeé. A él solo le pareció divertida mi amenaza. Ahora estaba a tan solo un metro de mí, esa oscuridad que emanaba era tan tenebrosa como lo es un asesino en serie.

—¿Consecuencias? —soltó aire por su boca en medio de una risa desgastada—Ahora mismo es una consecuencia, niña.

Me llamó como usualmente me llama el castaño. Pero él usó un tono perverso. Flaqueé cuando dio otro paso a mí, sentía el peligro en todas partes. Su mirada no era para nada buena, al igual que sus intenciones.

—Das otro paso más y ya verás.

No tardó en expulsar una risa ahogada—¿Y veré qué?

No pude decir otra cosa más. Porque mi vista se nubló y lo único que pude recordar fue como todo se tornó oscuro. Y un silenció acaparó la situación.


(...)


Estoy débil y soñolienta, como si acabara de despertar. Mis profundos deseos son poder encontrarme en mi cama y estar levantándome de un sueño. Algo áspero roza contra mi cara cuando doy movimientos para tratar de levantarme. Perdí la movilidad de mis manos y mis brazos. Los llevo hacia atrás amordazados con una cuerda, trato de abrir mis ojos con esfuerzo, la luz proveniente de alguna parte los irrita y les quita la fuerza para abrir. Luego de unos segundos de intentos, finalmente abro los ojos para así poder contemplar el lugar. Lo primero que veo, son las hojas de pasto contra mi cara y alrededor, es muy incómodo y no me agrada, estoy fuera de sí. Pero pude reconocer el sitio de inmediato. Estábamos en el campo abierto de las flores. Luché para obtener fuerzas y levantarme. A lo lejos como un eco escucho una voz, no entiendo de qué sitio sale. Intento centrar mis piernas para así impulsarme con ellas hasta ponerme de rodillas. Débilmente y con gran esfuerzo lo hice. Todavía me siento fuera de lugar. Mi conciencia va y viene, estoy mareada. Todo me da vueltas. Hasta que poco a poco cesó.

La voz se hacía más clara y mi vista más tenue. Observé en frente de mí y noté varias figuras distorsionadas, mis ojos trataban de hacer enfoque y contrastar la imagen. Y la voz... La voz se escuchaba igual que en mis sueños, como un eco, profunda, aterciopelada y con mucho miedo. Era Hult.

—¡Gwen!—gritó. Entró en mis oídos como un zumbido. Bastó para aclarar mi vista y detallar la escena en la que me encontraba. Vacilé tan solo ver al chico en frente de mí, tan cerca, pero tan lejos a la vez. Con una distancia aproximada a tres metros, estaba Hult. Amordazado, con las manos llevadas por detrás de su espalda y puesto de rodillas al igual que yo. Su frente brotaba un líquido rojo que viajaba hasta su mentón, donde terminaba el camino. Su labio inferior estaba hinchado con una cortada a un costado de este.

Capté todo con tan solo verlo. Las personas alrededor de nosotros, eran los mismos hombres que llegaron al parque esa vez. Evan flanqueaba entre Hult y yo. Mi miedo se apoderó de mí, no por Evan. Si no por el castaño, todo golpeado. Un agujero me abrió el estómago cuando Evan lo golpeó en la cara una y otra vez haciendo que la sangre salpicara.

—¡Basta! ¡Déjalo! ¡No lo golpees por favor!— mi voz se rompió como un cristal. Evan paró y giró sus pies en mi dirección. Miré hacia arriba para encontrarme con sus ojos perversos. Una sonrisa repugnante destelló de él. ¿Cuánto tiempo habré llevado aquí inconsciente? ¿Cuándo tiempo habrá llevado aquí el chico siendo torturado?

Ángel 234(I&II)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن