Sobre tu partida

90 8 4
                                    

"Tú lees porque piensas que te escribo. Eso es algo entendible.
Yo escribo porque pienso que me lees. Y eso es algo terrible."

***

Tengo la falsa esperanza de que las cosas entre nosotros cambien un poco, lo cual es algo patético de mi parte, ya que sé que nunca pasará.

Intento hablarte de mis sentimientos, pero estos temas a ti no te importan. ¿Cierto? Pero, aún así, te los cuento como si se tratara de la noticia del día.

Definitivamente, me encontraba atrapada en ti. Me era prácticamente imposible despegarme de tu recuerdo, de tu esencia; me había vuelto dependiente de tus respuestas y eso no estaba muy bien para mí, porque no eres de los que contestan al instante. Esto ya se estaba saliendo de mis manos. Con un nudo en la garganta, de rodillas y con el corazón a punto de salir de mi pecho, viendo a la inalcanzable luna, lo único que salía de mi boca eran estas cuatro palabras: ''espero que estés bien''. Me preocupo más por ti, que por mí misma. Sufro de insomnio desde que tu mirada, se cruzó con la mía. El café de tus ojos se había vuelto mi adicción, y con tu partida te lo llevaste, justo cuando comencé a sentir sed.

Estaba mal, había perdido en este juego que muchos hacen llamar amor... había jurado no caer, no quería ahogarme con mis sentimientos... pero descendí al vacío.

Todas las noches, cuando el reloj marca las doce, en un susurro pido que tu presencia diga presente; sólo deseo que alguien como tú consuma mi tiempo, me hace falta alguien con quién poder hablar de cualquier cosa sin importar que se me vaya la tarde en ello. Te quería como nadie quiere hoy en día y me odié sordamente por ello. No era posible que alguien tan dura como yo se quebrara por un suspiro de tu parte. Comencé a odiarte porque no me permitiste amarte. ¿Se dieron cuenta de que perdí el juicio? Y todo esto gracias a ti y a tu patética sonrisa que cambiaba mí estado anímico en cuestión de segundos.

''La costumbre se hace ley'' solía decir mi difunto abuelo. Al día de hoy, doy fe a esa pequeña frase: Me había acostumbrado a tu presencia, que cuando te fuiste, sentí que habían cometido un delito, lo cual no era del todo falso, porque me habías robado el corazón...

Y acá estoy yo, pidiendo otra noche más que vuelvas, que vuelvas sólo para quedarte conmigo, pero ni señales de vida me das, amor mío.

Espero que regreses lo más pronto posible... te he estado extrañando. Por eso, cada vez que el reloj marca las doce, escribo sobre ti y tu amarga ausencia, con la finalidad de hacerme entender a mi misma que te has ido y que probablemente no volverás.

Plegarias de la medianocheWhere stories live. Discover now