47. Tras la tormenta

Comenzar desde el principio
                                    

Me limpié las lágrimas de mi rostro a pesar de que mi aspecto en general estaba ya más sucio que lo que traía puesto encima. Mi cabello estaba tan alborotado y enmarañado que parecía un nido de pájaros recién formado, mi piel estaba enlodada y cortes en mis rodillas evidenciaban mis tropiezos. Esto era tan lamentable.

¿Dónde estaba esa Caroline Northon por la que todos peleaban? Esa mujer de una belleza infinita y de tacto impecable. Sonreí al ver los troncos quemados, ese signo de que estaba por llegar. La vida humana era tan lamentable. Suspiré cansada al saltar por entre el camino. Qué más daba, ya todo estaba perdido. No volvería atrás, no lloraría por él de nuevo. Cómo mi madre lo había dicho, lo olvidaría. Olvidaría todos los abusos y golpes. Todas esas violaciones que había tenido que pasar. Incluso los sueños que no me dejarían dormir los próximos días. Me aseguraría de que la verdad quedase enterrada cuando muriera. No volvería a pensar en eso. El nombre de Liam moriría esta noche, después de que llorase lo que tuviese que llorar.

Caminé lentamente a pesar de ser observada por las niñas del pueblo. Algunas quedaban mudas al verme, otras lloraban por sus madres. No me importó en lo más mínimo, Yo simplemente seguí con la cabeza escondida entre mis hombros. Marisol flameó mi nombre en el aire al verme. Yo no me paré a verla ni disimulé un paso más lento. No quería hablar con nadie que no fuese mi madre.

Continué mi camino hasta aquellos peldaños de piedra que reconocía como si hubiese sido ayer cuando había bajado de ahí con mis maletas. Subí escalón por escalón hasta dar con aquella puerta de madera que ya estaba reparada y con todos secos golpes, escuché aquellas pisadas que se acercaban. El silencio fue más que incómodo cuando mi madre abrió la puerta y me miró en aquel estado lamentable.

—¡Oh… por Dios!

Levanté mis ojos grises a ella y sin importarme si ensuciaba su kimono, simplemente me arrojé sobre ella con toda la fuerza que pude. Mi madre se tambaleó un poco por la sorpresa pero en cuanto entendió que lloraba en su pecho, me abrazó con aquel amor que necesitaba ahora.

No sé cuánto tiempo estuvimos así. Segundos, minutos, horas. No lo sé. Me desmayé. Cuando abrí los ojos ya estaba en mi cama, bañada y perfumada. Sola. Mi corazón volvió a palpitar al ver aquel ventanal gigante que mostraba un cielo gris y a punto de volver a llorar. Tragué saliva al recordar lo que había pasado en la noche y que en realidad, ya no había marcha atrás. Lo que estaba hecho, hecho estaba. Liam había ganado de todas formas y era seguro que no querría verme jamás.  

Parpadeé tratando de sonreír. Eso era. Liam no me quería y eso tenía que aceptar. Solo había hecho lo que tenía que haber hecho desde un comienzo: darle mi sangre sin chistear. Él se recuperaría, eso era lo único por lo que me alegraba. Tal vez Liam podría superar ese capítulo pero por ahora, yo solo quería olvidarme de eso. Lo olvidaría aunque mi corazón se sintiese explotado.  

Una lágrima recorrió mi mejilla al pensar lo duro que sería. ¡Qué tonta era! ¿Por qué tuve que haberme enamorado de un ser tan egoísta como él? Respiré más lento al ver las primeras gotas de lluvia caer en la ventana. ¿Él se recuperaría de esto, verdad?

—¿Caroline?

Me limpié el rostro antes de que mi madre entrara. Charlotte tenía una hermosa sonrisa en su rostro, parecía realmente feliz de que hubiese vuelto.

—Me tenías preocupada.

—Lo siento.

—Cariño… ¿quieres hablar?

—No —solté casi en susurro—. Quiero olvidar, madre.

Mi madre me miró con lástima antes de acercarse y acariciarme el cabello.

Era vampiricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora