Capítulo 23 : Dulce reconciliación.

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Cuando la vi me detuve.

Laura llevaba una blusa a cuadros larga y apretada, una minifalda negra y brillante y unas botas hasta un poco más debajo de su rodilla. Tragué. Tenía la impresión que desde hacía días no la veía, y ahora me pareció incluso más hermosa que antes.

Ella me vio cuando solo me faltaban dos pasos para llegar cerca, se detuvo y me observó con intensidad. Me detuve a escasos centímetros de distancia.

—Habla conmigo —pedí.

Arrugó su frente un segundo, pero luego asintió. Me indicó que la siguiera y caminamos hasta el rincón más alejado del lugar, uno donde la música nos permitía comunicarnos sin gritar. Ella se apoyó en la pared y esperó.

La observé varios segundos, armándome de valor. No era fácil decirle a alguien lo que uno siente.

Recordé a varias chicas que se me habían declarado y me pregunté si en verdad alguna de ellas había sentido algo real por mí, algo como lo que yo sentía por Laura.

Al mirar sus ojos dejé de pensar en lo que podía pasar, o lo que no podía pasar. Simplemente levanté mis manos y tomé su rostro, la afirmé suavemente y me acerqué un poco. Aunque sentí la tensión de su cuello no me alejó, simplemente siguió observándome.

—Lamento si te herí con mis palabras esa tarde —no dijo nada, solo siguió observándome. Supe que ella no me haría esto más fácil.

Acaricié su mentón con mis pulgares y continúe.

—No debí asumir que eras mi novia sin siquiera preguntar qué pensabas o sentías por mí, pero con todo lo que ha pasado entre nosotros simplemente creí que era así —volví a tomar aire —lo lamento.

Algo de la tensión desapareció en ella al oírme, solo que siguió callada.

—Tenías razón, estaba celoso —entrecerró los ojos y por fin me dirigió la palabra.

—¿De qué?

—De lo bien que te llevas con Derek, probablemente se debe a que no sé qué es esto que tenemos, o como dijiste, que sientes por mí—me encogí de hombros—además sigo pensando que le gustas.

Laura volteó sus ojos.

—Digamos que lo que dices es cierto, —ella tomó mis manos, pero no las alejó de su rostro —el problema con eso es que yo no tengo esa clase de sentimientos hacia él.

Algo dentro de mí se relajó al oírla, podía haber sido una posibilidad.

—Entonces, ¿qué somos? —pregunté, alzó una ceja.

—Depende.

—¿De qué?

—De lo que sientas por mí.

Sonreí un poco al oírla.

—¿No depende de todo lo que hemos hecho? —pregunté con ironía.

Se encogió de hombros.

—Digamos que me dejé llevar por el momento, pero ya no—nos observamos a los ojos.

—¿Qué sientes por mí? —pregunté expectante.

Sonrió suavemente.

—Debo decirlo primero.

—Claro, no sabes que es de caballeros dejar que primero hablen las damas —soltó una suave risa.

—Está bien —murmuró, luego tomó mi rostro como yo sujetaba el suyo —me gustas Kay, mucho—me tensé, no quería solo gustarle. Tomó aire suavemente y continuó —bueno, a decir verdad, creo que me enamoré de ti.

Un Sorprendente VeranoWhere stories live. Discover now