Solo una Niña Humana

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Esto se debía a que el amuleto no borraba la memoria, no por completo. Este amuleto solo podía ser utilizado en una sola persona, las veces que fueran necesarias, pero solo a uno, porque este amuleto conservaba las memorias de quienes las robaba.

El amuleto, era solo una esfera en cuyo interior solo había aire, pero una vez utilizado, se veían pequeñas luces de colores, como si estas fueran los recuerdos, en cualquier momento estos podían volver a su dueño, y en cualquier momento podían volver a ser robados.

Una vez recuperados los recuerdos, la madre de Michael parpadeó un par de veces, agitó la cabeza para recuperarse de la sensación extraña que producía y se sentó en el sillón, luego indicó a su hijo que se acercara.

-Entonces, sí estás preocupado- comentó ella con una tierna sonrisilla, haciendo que las comisuras de su boca se notaran más.

-¿Por qué piensas eso?- preguntó Michael, solo para ganar tiempo.

-No sé mucho de magia, pero tú solo me devuelves estos recuerdos cuando necesitas hablar de algún asunto sobre los Juegos de Mohamed

-¿Segura que no eres bruja?- Michael enarcó una ceja, y ladeó inocentemente la cabeza.

-Ya, ¿Qué ocurre?- preguntó la ancianita después de una risa -¿Es sobre Abril?

-Esa niña está mal, me preocupa más de lo que debería

-¿Mmm?- ella se inclinó hacia Michael y le dijo casi en susurros -¿No será que exageras? Todos los niños son iguales, llega un momento en el que piensan cualquier cosa, muchas asustan, otras te hielan la sangre, pero al final no sucede nada

-No es el caso, ella va en serio, debo averiguar qué trama, Marcie también sospecha algo

-¿No eres su consejero? ¿Acaso no deberías sentir lo que piensa o algo así?

-Imposible, sería invadir su privacidad- mintió Michael, y tras recibir una mirada retadora de su madre, confesó —Además... su parte hechicero me lo impide, como si comenzara a dominar sus poderes, y lo está haciendo...

-¿Y por qué te preocupa tanto? Después de todo, es solo una niña humana

"Solo una Niña Humana." Esas habían sido las palabras con las que Michael describió a Abril, la primera noche que la conoció.

*Flasback*

Había llegado a su casa, después de muchas horas estudiando a las criaturas con Abril, había considerado ese día como abrumador, insoportable, pues el trabajo de consejero nunca era muy agradable. Ayudar a sobrevivir a los participantes.

Y para arruinar aún más su día, la entrenadora que trabajaría con él sería Macie, la quimera que todos temían, con su actitud despiadada, sus ojos que mataban el alma... no podía ni contar las veces que llegó a él el rumor de que aquella quimera había asesinado a alguien.

Aunque para su sorpresa, la humana había sido muy dócil, y ni hablar de la actitud de Marcie, nada comparado a lo que se imaginaba.

Llegó hasta su madre, lo miró unos minutos, luego le saludó con dulzura, y como todos los años, Michael le devolvió sus recuerdos.

-¿Cómo te fue?- preguntó ella cuando se recuperó.

-No tan mal como imaginé

-¿Y tú estudiante?

-Abril, una molestia, no puedo creer que tendré que salvarle la vida

-Corrección, solo le ayudas a sobrevivir, no tienes que salvarla

-Gracias

-Vamos, no seas tan duro con ella

-Madre, es solo una niña humana

*Fin del FlashBack*

Michael recordó ese momento, se preguntó, ¿Cuándo fue que cambió de opinión? Desde siempre, se había creído que los humanos eran los seres más débiles, por lo que ayudar a uno era cansado, Michael nunca los consideró de su agrado.

Pero en un momento entre el entrenamiento y los juegos, Abril había ganado su cariño. No sabía si había sido por su actitud tan dócil, su mente abierta... o cualquier otra característica.

-Madre, ahora es diferente... ella... es una amiga

-Y como amiga, te pedirá ayuda cuando lo necesite, no la presiones

-Mamá, tiene pensamientos de muerte

-Si sigues así terminarás perdiéndola

-¿Qué insinúas, Madre?

-Oh, nada- y seguido se escuchó una risa burlona por parte de ella.

-Como sea- Michael sacó el amuleto.

-Ah_ah_ah- dijo la viejecilla moviendo su dedo índice de un lado a otro —Si me borras la memoria ahora te veré y volveré a preguntar, y tendremos esta misma discusión por segunda vez, mejor espera a irte

Michael sonrió y subió las escaleras, todavía sorprendido de que a su madre no le molestara perder esos recuerdos, tal vez le reconfortara saber que en algún momento los recuperaría.

Entró en su cuarto y abrió su escondite secreto. Un pequeño compartimento de apenas noventa centímetros cúbicos, donde guardaba todos sus objetos mágicos, la mayoría amuletos, y tomó uno de ellos.

Bajó las escaleras y sin siquiera despedirse, usó su amuleto del olvido en su madre, y se fue antes de que lo viera.

Cuando regresó al punto de encuentro, se dirigió inmediatamente hacia el lugar donde estaba Abril, pero fue recibido por una enfadada Marcie y sus gritos que le reclamaban, él también reaccionó agresivamente, pero a modo de defensa.

A penas notaron cuando Abril se quedó quieta mientras tenía esa visión.

***

(Ardebit, En los juegos)

Ardebit, la chica de fuego de ese año, corría a toda velocidad, su cabello revoloteaba por los aires, sus ojos buscaban alguna presa.

No encontró nada.

Ya habían pasado un día desde que los juegos comenzaron, y ella ansiaba que terminaran ya.

Un ruido se escuchó de entre los arbustos. Ardebit caminó hasta ese lugar, luego, otro ruido, proveniente de la dirección contraria, dio media vuelta y se acercó a ese lugar, de pronto, otro ruido del otro lado, y uno más a su derecha, otro a su izquierda.

Sonidos de ramas rompiéndose, de hojas moviéndose. Si eso seguía así seguro se volvería loca.

Cuando la paciencia se le comenzó a terminar, dio un fuerte pisotón, haciendo arder todo lo que estaba a dos metros de distancia. Un grito de dolor. Ardebit corrió hasta la fuente del grito. Una chica natural, Bellis se llamaba, cuando habían reunido a los participantes a penas la notó, ni siquiera sabía por qué recordaba su nombre.

-¿Perdiste algo?- preguntó Ardebit, con sus manos en la cintura, el ceño fruncido y una leve inclinación hacia la joven.

Bellis trató de apagar la llama que se extendía en su hombro.

-No me agradan las bromas- agregó Ardebit, mientras hacía que la llama se hiciera más grande.

Bellis dejó escapar otro grito de dolor, y a modo de venganza, movió su brazo bruscamente a un lado, segundos después, apareció una gran rama que golpeó a la chica de fuego.

La chica natural aprovechó y salió corriendo, pero Ardebit corría tras de ella, Bellis lo único que podía hacer era pedir a la vegetación que creciera y así poner obstáculos a su perseguidora. Pero ambas sabían quién ganaría, pues era evidente que el incendio solo se extendía más y más, y los obstáculos de Billis solo ayudaban a hacer leña.

Billis cayó al suelo, completamente exhausta, apenas podía respirar a causa del humo, y su visión era muy corta, las llamas le daban calor, necesitaba un poco de agua.

Ardebit llegó hasta ella, y con una simple llama, acabó con la chica natural.

Abril, voz de inocentes [Crónicas de Abril #2]Where stories live. Discover now