CAPÍTULO I: EL INICIO DE TODO

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Este capítulo es un poco de introducción y de presentación de los personajes así que por eso es un poco largo y denso de leer!

POV Ytha

Mi nombre es Ythala Schulz, tengo apenas 16 años y voy en camino a una muerte segura, un destino cruel del que nada ni nadie podrá salvarme, pero creo que deberíamos empezar desde mucho antes para que puedan entender toda esta situación.

Mis primeros recuerdos están muy asociados a mis padres adoptivos: Atom y Crystal. Atom es un hombre maduro de 40 años de edad, con cabello color caramelo cuyos risos caen gentilmente sobre sus hombros, sus ojos cafés tienen ese enfoque tan intenso que sientes que podría leerte el alma con solo sostenerte la mirada unos instantes.

Sus facciones hoscas denotan el cansancio acumulado luego de una larga vida de trabajo en el campo, sobre todo lo delatan las ya perceptibles arrugas al lado de sus ojos y en el centro de su estrecha frente; pero no se dejen engañar por sus rudas facciones porque es la persona más amable que conozco.

Por otra parte Crystal es todo lo contrario su cabello lacio y rubio hace un juego perfecto con su blanca piel, anunciando a una mujer de 35 años extremadamente hermosa. Sus grandes ojos verdes me recuerdan a los gatos silvestres siempre atentos a todos los movimientos a su alrededor y su cuerpo es tan delgado que en muchas ocasiones he pensado que podría romperse con facilidad; pero eso sí, es mucho más recta que Atom, por ello siempre terminaba escabulléndome a sus brazos cuando hacía alguna travesura y Crystal pretendía regañarme.

Ellos nunca pudieron tener hijos, Crystal sufrió una enfermedad muy joven que la dejó estéril por lo que vivían solos apartados del pueblo, rodeados de la pura naturaleza verde y majestuosa compartiendo con ella su enorme vacío. Hasta que en un día común cuando Atom regresaba de sus labores en los sembrados sintió el llanto de un bebé, por supuesto esa era yo, tan berrinchuda como siempre.

Según mis padres solo estaba la pequeña bebé en una cesta, rodeada de una tela verde y azul de terciopelo que envolvía parcialmente su cuerpo dejando ver la marca de nacimiento en su hombro izquierdo: una luna creciente, con un pequeño pergamino en el que decía Ythala por lo que decidieron ponerme ese nombre.

En un inicio se debatieron si debían o no preguntar en el pueblo por si alguien había perdido un bebé pero simplemente no pudieron renunciar a esa criatura que tanto habían anhelado.

Siempre fui una niña traviesa, me gustaba correr libremente dentro de los bosques, descansar al pie de los enormes árboles, escuchar el trinar de las aves y el agua, siempre que estaba en el agua me sentía totalmente plena, era como si todos mis sentidos se acompasaran en uno y pudiese percibir desde el vuelo de una frágil mariposa hasta el crujir de una rama rota.  No tenía muchos amigos, en verdad solo uno, porque realmente disfrutaba de la soledad.

Esta misma manía de estar en la vida silvestre me llevó a varios encuentros con jabalís y otros animales territoriales pero de algún modo nunca me sentía amenazada por ellos, incluso hasta pensaba que si me miraban a los ojos podría entenderlos.

Mi mayor problema no era en el día sino en la noche, siempre tuve esas constantes pesadillas de criaturas de grandes orejas puntiagudas y ágiles cuerpos asesinándose unos a otros, sangre brotando de todas sus heridas y el suelo teñido de un brillante carmesí que era engullido por la tierra.

En un inicio mis padres pensaban que eran solo pesadillas de niños debido a su gran imaginación, pero estaban totalmente equivocados a medida que crecía nunca pararon esos "sueños", solo se volvieron más nítidos y detallados. Oía los nombres de los guerreros caídos, sentía un dolor inmenso con sus pérdidas y me atrevía a interponerme entre las flechas para evitar sus muertes pero era como si no existiera en ese lugar, todo artefacto o persona podía atravesar mi cuerpo, yo era una simple espectadora de ese mundo de caos.

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