–¿Por qué?

–¿Por qué? Necesito tomar un baño, urgentemente diría yo.

Garrett no pudo evitarlo. Sonrió ampliamente y asintió, reconociendo la determinación de su amigo. Eso significaba que estaba mejor, lo suficientemente bien como para dejarlo salir de su convalecencia.

–Y necesito una caminata.

–¿Tan pronto?

–¿Crees que puedo estar mucho más encerrado? Creerán que he muerto –bromeó.

–Oh no, de eso nada. Jordane y yo nos hemos encargado de todo.

–¿Cómo, exactamente?

–Es una historia... –Garrett suspiró e hizo un ademán con la mano.

–Después de mi baño, quiero escucharla.

Más tarde, mientras unos débiles rayos de sol se filtraban entre la espesura, Weston aspiró profundamente y, a pesar del dolor y el cansancio, se sintió más vivo que nunca. Como cada vez que salía de uno de sus episodios, estaba agradecido de ver un amanecer más. Continuar, aun cuando fuera en ese cuerpo que parecía no querer seguir existiendo. Su mente seguía activa, a pesar del dolor, y eso era lo más difícil de soportar. La obligada quietud, la silenciosa soledad. Si tan solo hubiera una manera de terminarlo... sin que implicara dejar de existir.

–¿Wes? –Garrett ladeó el rostro, al parecer había estado preguntando algo–. ¿Se siente bien?

–¿Volvemos a hablarnos formalmente, Garrett?

–Sabe que pueden escucharnos.

–¿Y eso?

–Es mejor que no sepan que tenemos una relación estrecha o podrían usarlo en su contra.

–¿Quién? –Wes puso en blanco los ojos–. Eres desconfiado, Garrett Saint-Clair.

–No, solo práctico.

–¿Crees que, si alguien me escuchara hablar de Jordane por ejemplo, la usarían en mi contra?

–Sin duda.

–De acuerdo. Cuidaré mis palabras.

–Hágalo. Y, solo para que lo sepa, nos están siguiendo.

–Lo sé.

–¿De verdad?

–Sospechaba.

–Yo tengo la absoluta certeza.

–¿Me sorprende?

–No debería. Soy así de bueno –Garrett ocultó una sonrisa–. ¿Qué hago con él?

–¿Él?

–Es un hombre. Joven, apostaría.

–Tú no apuestas.

–Porque no me atrae el azar; aunque, en este caso, sería una apuesta segura.

–¿Quieres emboscarlo?

–¿Podemos?

–Por favor –Wes medio sonrió y se apoyó en un árbol. Luego se dejó caer a su lado, para que le diera soporte mientras permanecía sentado, con la capucha de su capa ensombreciendo su rostro–. ¿Esperas una orden? –Garrett asintió, imperceptiblemente–. Ahora.

Garrett no vaciló. Giró y lanzó una flecha en dirección a un árbol bajo cercano. Siguieron una sarta de maldiciones mientras un golpe seco hacía eco en el lugar. Garrett dirigió una mirada burlona hacia Wes, por la facilidad que había sido darle caza a su presa. Y sin dañarlo, siquiera, al menos no más daño que el que pudiera hacerse al caer de aquella altura, para evitar una flecha que estaba destinada únicamente a asustarlo.

Cuatro Momentos (Drummond #3)Where stories live. Discover now