Incluso había comenzado a olvidar cómo era que sonaba la voz de mi papi, solo recordaba su cara porque la abuela tenía una foto de él en su escritorio.

— ¡Siempre gastas mucho dinero! — exclamó Asher fingiendo estar molesto conmigo.

— ¡Jamás llegas a dormir! — dije riendo mientras lo seguía en dirección a mi cuarto para seguir jugando hasta que su madre viniera a buscarlo enojada y le dijera que era un imbécil por no ir a la casa para la hora de cena.

Hasta entonces él sería mío y yo sería suya, y como en los cuentos de hadas tendríamos nuestro "felices para siempre".


— Nathaniel, ven a acabar tu tarea. — dije mientras veía a mi pequeño correr por la cocina con Baloo, quien había crecido demasiado en tan poco tiempo.

— ¡Mamá pero es mi cumpleaños! — chilló, sentándose a mi lado — y mañana no hay escuela.

— Pero tienes que ir a clases de baile, así que no tendrás tiempo para esto. — le recordé con seriedad mientras le pasaba el color azul — Sólo pinta eso y pon tu nombre completo, después te dejo en paz.

— ¡Bien! — gruñó mientras se ponía a colorear, cambiando su actitud juguetona a estar completamente concentrado.

Lo mire con una sonrisa triste, viendo los pequeños rizos que se formaban en la parte de arriba de su cabeza donde aún conservaba un poco de cabello largo.

Días atrás Nathy había creído que era buena idea jugar a descubrir lo que su tía Cara escondía en su baño y para mi mala suerte se había encontrado con tiras de cera fría las cuales él no dudó en pegarse al rededor de la cabeza. Fue todo un drama y como no podía arrancarlas o quitarlas tuve que cortar su cabello lo cual al inicio no le había agradado para nada, pero ahora lo amaba.

— ¿Cuándo va a regresar papá? — preguntó Nathy mientras tomaba otro color — Lo extraño mucho.

— No lo sé, Nathy. — respondí apartando la mirada de él para enfocarme en el su libreta de tareas la cual necesitaba firmar cada día — Recuerda poner todo tu nombre.

— Sí, mami. — asintió con voz baja mientras tomaba el lápiz.

Cuando su pequeña mano estaba a punto de comenzar con la J de Johnson la puerta del departamento se abrió captando su atención.

— ¡Yo voy! — gritó antes de echarse a correr mientras que yo recogía sus colores.

Había sido todo un torbellino de emociones desde que se levantó, y temía que la alegría por su cumpleaños seguiría recordándome que no era un buen momento para hundirme en mis penas. Ya había pasado toda la mañana llorando a escondidas en el baño, pensando en todo lo que había pasado en mi vida las últimas semanas y rompiéndome el corazón cada que pensaba en que aquel día, también era cumpleaños de mi Ezra.

— Hola, guapa. — la voz masculina tronó en mis oídos llamando mi atención por completo.

Alcé la mirada hasta toparme con un par de halos azules que me miraban divertidos.

— Moshe, ya te dije que no me digas así. — gruñí mientras terminaba de cerrar el estuche escolar de mi pequeño.

Hoy era de esos días en los que mis cambios hormonales no ayudaban mucho y sentía que el estómago me ardía en llamas.

— ¡Papá! — exclamó Nathy mientras corría hacía la pierna de Moshe y se colgaba de ella como un koala.

Él ni siquiera dudo en tomarlo entre sus brazos, elevándolo de maneras que casi me causaban un infarto. Justo como había estado haciendo todos los días que llevaba aquí, creo que Nathaniel se estaba contagiando un poco de su hiperactividad y su necesidad de siempre estar haciendo algo.

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